¿Qué hemos aprendido como familias en este año?

Secciones: Educación
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Las últimas Jornadas de Familias del curso 20/21 reflexionan sobre las lecciones que ha enseñado la pandemia a la comunidad educativa

Ya han transcurrido quince meses desde aquel momento en el que, sin esperarlo, irrumpió en nuestras vidas una situación de pandemia que nos ha “tocado” en todos los aspectos, tanto a nivel personal, como familiar y social.

Esta situación de emergencia vivida y que continuamos viviendo, ha supuesto un cambio impactante a la manera de vivir de todos/as, afectando a gran parte de nuestra actividad. Confinamiento domiciliario, cambios en los trabajos y los estudios, dificultades para relacionarnos con otras personas, inseguridad sanitaria, pérdidas de personas cercanas, nuevas normas que regulan horarios y uso de sistemas de protección, etc., son aspectos que indudablemente han afectado a todos los miembros de la familia provocando reorganizaciones para minimizar su impacto.

Y es por ello, que el pasado sábado 12 de junio convocamos a las familias de los alumnos de Educación Infantil, Primaria y Secundaria, que son atendidos desde los Equipos Específicos del Ámbito de Influencia del CRE de Sevilla, propiciando así un espacio para el análisis, la reflexión y el contraste de ideas. Como venimos haciendo a lo largo del curso, las jornadas se han llevado a cabo de manera online a través de la plataforma Zoom, conectándose un total de 19 familias, así como 10 profesionales, entre psicólogos y trabajadores sociales.

Comenzamos la jornada con la bienvenida de la directora del CRE, Eva Pérez, así como de la presidenta del Consejo Territorial de Andalucía, Ceuta y Melilla, Isabel Viruet.

Tablero de parchís con las fichas, dados y cubiletes

A continuación, contamos con la intervención del psicólogo del CRE, Jorge González, en la que centró el tema objeto de estas jornadas:

Si hay una característica general que defina a los seres humanos es la de aprender a lo largo de nuestras vidas gracias a la relación que continuamente mantenemos con todo lo que nos rodea. Nos movemos en un permanente proceso de aprendizaje que va mucho más allá de lo que ocurren en los centros educativos y que imbuye todo lo que hacemos en la vida. ¿Qué hemos aprendido como familias a lo largo de este último año? En esta ocasión las Jornadas de Familias se han centrado en abrir un espacio de reflexión para que familias y profesionales podamos mirar en la distancia lo que ha pasado y lo que está pasando en torno a la vida familiar en situación de pandemia; analizar cómo hemos reaccionado y nos hemos reorganizado para afrontar los sucesos vividos y, lo que es más importante, aprender de estas situaciones afianzando lo que funcionó bien y reformulando aquellos aspectos que, con el tiempo, hemos visto que podemos mejorar.

¿QUÉ HA PASADO Y ESTÁ PASANDO? Muchas y muy diversas son las cuestiones vividas a raíz de la inesperada llegada de la pandemia. De repente y casi sin avisos nuestra vida cambió bruscamente. La salud, la economía, las relaciones sociales, la actividad física, las perspectivas de futuro variaron enormemente generando una nueva situación de vida para la que no estábamos preparados/as. Cada miembro de la familia vivió el impacto de una manera determinada. Pero la mayoría la recibimos en familia y adoptamos diferentes medidas para disminuir su impacto y continuar con nuestras vidas.

¿CÓMO HEMOS REACCIONANDO Y ESTAMOS REACCIONANDO? Analizar las distintas formas que adoptamos y que todavía mantenemos relacionadas con la pandemia puede ser complejo. Pero podríamos distinguir al menos tres grandes momentos.

Un primer momento, definido fundamentalmente por la inactividad, así como por la búsqueda de información acerca de lo que pasaba. En un segundo momento, la incredulidad dio paso a otras emociones más adaptativas que nos señalaban que algo amenazante estaba ocurriendo. Nerviosismo, tristeza, irritabilidad, miedo, etc., hacen referencia a sentimientos que se pusieron en marcha y que nos acompañaron mientras que iniciábamos cambios en nuestras vidas para adaptarnos a la nueva situación y que aún hoy día, en determinados momentos pueden aparecer. Aceptar esas emociones como una reacción normal, esperable, sana y con sentido como respuesta a una situación tan anormal pudo haber sido un aprendizaje importante. Pero esta situación no sólo generó emociones, sino que nos reorganizó: Algunas familias pudieron optar por la búsqueda de soluciones individuales, otras familias se organizaron en torno a los hijos/as, minimizando el impacto en ellos. También pudimos optar por reorganizarnos de manera más equitativa y quizás educativa. Toda la familia tiene necesidades, toda la familia puede aportar, podemos cuidarnos entre todos/as. E intentamos que los chicos/as se implicaran más en las tareas domésticas, y ayudaran a sus hermanos/as con los estudios, y desempolvamos el parchís para jugar en familia dejando de lado la Play... Vamos a cuidarnos entre todos/as.

¿QUÉ HEMOS APRENDIDO Y QUÉ PODEMOS SEGUIR APRENDIENDO?

Ahora, cuando ya vemos luz al final del túnel, podemos aprender de lo que hicimos y de lo que pudimos haber hecho e incorporarlo, no como algo pasajero, sino como aprendizajes útiles para las familias y para cada uno de sus miembros.

Con esta charla introductoria dibujamos un marco general que facilitara el trabajo más personalizado, distribuyendo a las familias en grupos según la etapa educativa que cursan sus hijos, contando para ello con un psicólogo y un trabajador social en cada grupo.

Para las familias de alumnado de Educación Infantil, al comienzo de esta situación se sintieron impactados, “parecía la guerra”, aparecieron los miedos. La desinformación inicial les generó mucha incertidumbre, llegaron a hacer acopio de alimentos, ... pero en todos los casos destacan la capacidad de adaptación, de no dejarse llevar por el pánico, de centrarse en la solución de problemas y disfrutar de compartir en familia, jugar juntos.

Grupo de personas jugando a las cartas

Reconocen que cuando los hijos son pequeños interiorizan más fácilmente y esto jugó a su favor; aunque los pequeños necesitaban más actividad física, no se generaban conflictos familiares como reconocía alguna familia con hijos adolescentes. Destacan la importancia del espacio físico de la vivienda. Han aprendido en algunos casos a teletrabajar, en algún caso supieron lo que era un ERTE y apretarse el cinturón, pero esta situación de ERTE ayudó a disfrutar de más tiempo con la familia. Se mantuvieron las relaciones con la familia extensa y con los amigos y compañeros a través de video-llamadas. Ante las dificultades educativas y tiflotecnológicas se sintieron muy apoyados por los profesionales de ONCE. Se han valorado muy positivamente las rutinas planteadas por los maestros del Equipo y los tutores, porque ayudaban a los padres y a sus hijos a mantener la disciplina y los aprendizajes. Algunos padres que no tenían soltura con las nuevas tecnologías tuvieron la suerte de tener hijos adolescentes que se volcaron en ayudar a los hermanos más pequeños y a los padres.

Manifiestan que, aunque los niños son aún muy pequeños los han hecho partícipes de lo que ha ocurrido, se han adaptado muy bien, creen que el tener unas rutinas fue importante.

Las familias de Educación Primaria destacaron como aspectos negativos la necesidad de reorganización familiar asumiendo tareas del hogar, el teletrabajo, la resolución de problemas escolares y tecnológicos, ...; parte del material educativo se quedó en los centros, en algunos casos hubo exceso de tareas. Incertidumbre en el ámbito laboral.

Así mismo, destacan una mayor colaboración de todos los miembros de la familia. El uso de las nuevas tecnologías ha favorecido y en ocasiones incrementado, las relaciones sociales de sus hijos. Nos volvimos más solidarios. Reconocen la buena disposición de los tutores y de los maestros de los Equipos, dispuestos a atenderles fuera del horario laboral. Se han buscado soluciones prácticas y se ha desarrollado la imaginación.

Las familias con hijos que cursan Educación Secundaria manifiestan la dificultad para organizarse, compaginando teletrabajo y apoyo escolar a sus hijos. En algunos casos ha implicado que sus hijos se queden solos por tener que trabajar los padres fuera de casa, siguiendo sus clases de forma online; para algunos chicos y chicas ha sido positivo al reforzar su responsabilidad gestionando su tiempo de estudios, para otros ha resultado más complicado al no contar con la presencia de un adulto. También se han dado casos en las que ambos progenitores o uno de ellos ha permanecido en casa al estar en situación de ERTE, lo que ha facilitado poder atender mejor a sus hijos en las tareas escolares, aunque se ha dado la situación de verse desbordados al no controlar el mundo de las nuevas tecnologías, ya sea por parte de los padres, por parte de sus hijos, o por ambos.

Persona con un móvil en la mano junto a su ordenador portátil

En algunos casos de jóvenes que controlan las tecnologías, éstas han llegado a suponer un cierto problema a los padres en lo referente a limitar su acceso, pues tenían tendencia a “encerrarse” en las tecnologías en detrimento de sus relaciones sociales; al tener acceso libre, ha supuesto un “enganche”, cuestión que ha jugado en su contra a la hora de ir volviendo a las clases presenciales, a las salidas con sus amigos.

Hay familias que han vivido esta situación con más preocupación o de una manera especialmente dramática, al verse afectadas por la enfermedad en la propia familia o en allegados, o incluso al haber fallecido algún familiar por covid.

Se ha echado de menos las actividades grupales, las organizadas por los centros educativos y aquellas organizadas por la ONCE.

En todos los grupos se han destacado aspectos positivos como el acercamiento entre los miembros de la familia (padres, hijos, tíos, abuelos, ...), se han retomado juegos en los que han participado todos, los hermanos mayores se han implicado con los pequeños, se ha charlado, se ha compartido, se ha potenciado la imaginación y la creatividad, nos hemos puesto las pilas con las tecnologías. Reconocen que han aprendido algunas cosas muy básicas que antes no llegaban a valorar como el vivir el día a día, el disfrutar al máximo de la familia y el espacio del balcón.

Han aprendido a priorizar, a ir a lo importante. Están dispuestos a mantener esos ratos de compartir en familia.

| Equipo Pedagógico del CRE de Sevilla

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