La orquesta de plectro 'Ciudad de los Califas', la banda sonora de la ONCE
La Orquesta de Plectro ‘Ciudad de los Califas’ de Córdoba suma ya 84 años de entrega a la música de púa y cuerda como instrumento de inclusión en la sociedad
La Orquesta de Plectro ‘Ciudad de los Califas’ es la única orquesta de instrumentos de púa (bandurria, laúd, guitarra y mandolina) que hay en el mundo integrada en su mayoría por músicos ciegos o con discapacidad visual grave. No hay otra igual. Nació en Córdoba en el año 1941, apenas tres años después de la creación de la ONCE, en una España herida de postguerra, y hoy se ha consolidado como un referente excepcional por su calidad musical y su papel inclusivo en el ámbito cultural español. Lo demostraron a su paso por el I Festival de Música ONCE, celebrado el pasado mes de octubre en Cádiz y Jerez. Y lo confirman en cada concierto que dan con un sonido pulcro, preciso, armónico y cautivador y un repertorio, dirigido a todos los públicos, cada vez más especializado en las bandas sonoras de películas. Este año que termina acaban de publicar su cuarto disco ya.
Tenía Rafael Romero siete años, no había cumplido los ocho, cuando sus padres le pusieron en manos de Antonio Rodríguez, un músico muy conocido en su pueblo, en Peñarroya-Pueblo Nuevo, en el Valle del Guadiato, y con él empezó a estudiar solfeo y aprendió a tocar la bandurria. Luego, más adolescente, comenzó con el piano, pero pronto lo abandonaría para volcarse de lleno en el mundo de la púa, su verdadera pasión. Se licenció como profesor superior de instrumentos de púa (bandurria, laúd y mandolina) por el Conservatorio Superior de Música de Murcia, y ya en Córdoba, con 14 años, entró en su primera rondalla. Con 17 años su mayor alegría era ir a los ensayos de la orquesta de plectro que tenía la ONCE todos los sábados y al cumplir la mayoría de edad le dieron de alta como plantilla de la orquesta.
Y es que esta agrupación musical es toda una institución dentro de la ONCE, un referente histórico porque es la más antigua que se ha mantenido en el tiempo desde su creación. La ONCE se funda el 13 de diciembre de 1938 y hay documentación que certifica que la formación existe desde 1941, primero como la rondalla de la ONCE bajo la dirección entonces de Valentín Muñoz y posteriormente ya como orquesta de plectro ‘Ciudad de los Califas’. Romero entró como componente en 1981 y solo diez años después asumió las riendas de la dirección. Ha cumplido 34 años ya al frente de una orquesta única.
“Éramos poquitos. Dos bandurrias, tres laudes, dos guitarras, una guitarra baja y un violín. Todo hombres, yo era el más joven con 40 años”, recuerda ahora. Para Rafa, como le llaman todos, la bandurria es el instrumento por excelencia. “Le tengo mucho cariño porque empecé tan pequeño con ella que no podía imaginar que iba a ser mi medio de vida”, dice. Cuando entró como músico, la orquesta limitaba su repertorio a fragmentos de zarzuela y música de autores cordobeses como Eduardo Lucena, Martinez Roque o José Molina León. Con él ya como director se adentró en el repertorio barroco en una primera etapa manteniendo fragmentos de zarzuela y, lentamente -“porque aquí no cambias un repertorio de un curso para otro”, matiza el director-, fue adentrándose en el terreno de las bandas sonoras y ahí encontró un verdadero filón. Empezaron con tres obras y hoy esa música conforma tres cuartas partes de su repertorio actual.
El orgullo del esfuerzo
El director de la orquesta, Rafael Romero, lleva al frente de la formación musical 34 años. "El mayor orgullo es su esfuerzo", sostiene
Eran 10 cuando él llegó, alcanzaron un pico de hasta 26 músicos, y hoy son 16, en su gran mayoría personas ciegas o con discapacidad visual grave y con la participación habitual de mujeres, algo impensable en los inicios. “No es que sean solamente adecuados para las personas ciegas pero son unos instrumentos que sin técnica empiezas a tocarlos. Y le sacas más productividad que, por ejemplo, a un violín o un instrumento de cuerda flotada sin técnica, son más fáciles, digamos, y también están trasteados como la guitarra. Y entonces a través de cifras los chavales pueden aprenden enseguida a sacarle sonoridad”.
La orquesta sigue ensayando los sábados por las mañanas, así fue desde el principio, y siguen fieles a la tradición. Con una ONCE cerrada, acceden a la sala de talleres donde dibujan una circunferencia perfecta para atender mejor las indicaciones del director. Tienen ya ocho bandas más que rodadas y preparan en la actualidad ‘Cinema Paradiso’, mientras aguardan en lista de espera ‘Leyendas de pasión’, y ‘La muerte tenía un precio’. “No tenemos un pozo sin fondo en las bandas sonoras porque no todas son adaptables de un grupo de púa. Por ejemplo una ‘Guerra de las Galaxias’ o las de ‘Indiana Jones’ llevan mucho metal y no las puedes tocar con púa entonces me tengo que meter en bandas más dulces y adaptar esa partitura a mi grupo”, explica Romero, que se declara fan de las películas del oeste.
Rafa reconoce el enorme esfuerzo, “el trabajo inmenso”, precisa, que los músicos tienen que hacer fuera de los ensayos para estar a la altura que su director exige. “Se tienen que aprender la partitura de memoria y además no la conocen. Les grabo y la escuchan pero tienes que estar con él a la vez que toca para que vaya corrigiéndolo. Si conoce la obra, pues le es más fácil pero si no, es más complicado”, comenta.
Sin ánimo de crítica el director asegura que ni dentro ni fuera de la ONCE conocen con precisión el trabajo que hay detrás de cada partitura, detrás de cada concierto. “Eso es inmenso, un sacrificio enorme. Muchas veces se lo digo. El orgullo que yo tengo es el tener una serie de personas con el trabajo que están haciendo. Y que solamente sabemos de ese trabajo los que estamos aquí dentro y muy poquitas personas de fuera”. Esa honda satisfacción es mayor incluso que el aplauso del público. “Hombre, eso te llena de orgullo, como lo que ocurrió en Cádiz (se refiere al paso de la orquesta por el Festival de Música ONCE celebrado en Cádiz y Jerez), pero para mí el orgullo, el esfuerzo que hacen esta gente, eso, eso no está pagado, eso no está pagado”.
Al director le gustaría que lo que es el interior de la ONCE, el público de la ONCE los conociese más. “Hay muchos afiliados que todavía no saben que existimos y esta es la orquesta de la ONCE”, afirma. El próximo 20 de enero darán un concierto en la sede de la ONCE de Córdoba dentro de la programación de Los Martes Culturales de la ONCE. “Y espero que haya muchísimos afiliados entre el público”, concluye. Con 62 años, después de haber sido profesor en colegios y facultades y con el horizonte de una jubilación a cinco años vista, Rafa sabe con certeza que seguirá pegado a su bandurria y compartiendo su magisterio de una u otra manera.
Inmaculada Parejo: “Todo de memoria es complicado”
"Oir esos aplausos es un orgullo porque has estado haciendo algo que le gusta a los demas", afirma la guitarrista Inmaculada Romero
Inmaculada Parejo es profesora de Primaria jubilada. La progresiva pérdida de la visión por atrofia del nervio óptico le forzó a dejar su profesión con apenas 33 años. “Fue un palo bastante grande”, reconoce. Estudió guitarra en el Conservatorio durante cuatro cursos y lleva ya 13 años formando parte de la orquesta cordobesa. La música -admite- le ayudó también a adaptarse a su nueva realidad. “Claro, claro, poque eso ocupaba bastante tiempo de mi vida porque claro nosotros tenemos que aprenderlo todo de memoria. No es lo mismo que cojas una partitura e ir tocando y mirando que aprenderte la obra entera. Y más en el Conservatorio”, explica en un receso del ensayo.
“Cualquier cosa que te guste ayuda porque te entretiene. Desconectas y ayuda bastante. Te da seguridad y autoestima también porque piensas que no puedes hacer lo que estabas haciendo pero puedes hacer otras cosas”, sigue contando la guitarrista, que no es muy de películas pero le encanta ‘Forrest Gump’ y ‘El bueno, el feo y el malo’.
La ceguera marca una diferencia con respecto al resto de compañeros que conservan resto visual dentro de la formación musical. “Nosotros no podemos venir aquí a ensayar lo que hayamos ensayado y ya olvidarnos hasta el próximo sábado. Imposible, porque es que si no, no tocamos nada. Tenemos que ir repasando prácticamente no todos los días, pero yo cojo la guitarra casi de lunes a viernes porque si no es que se olvidan la obra es que son. Y son bastantes obras y todo de memoria es complicado”, sostiene Inma.
Esa es su principal dificultad, aprenderlo todo de memoria. “Es que hay obras que son más fáciles que otras, como tengan muchas notas, muchos acordes, eso es más complicado”, confiesa. Ella disfruta igual en los ensayos que en los conciertos. “Antes me ponía más nerviosa”, reconoce. Y los aplausos lo compensan todo. “Cuando los escuchas y ves que a la gente le gusta eso es un orgullo. Piensas que has estado haciendo algo que le gusta a la gente”.
Inmaculada Pareja recomienda entrar en el mundo de la música a las personas ciegas “porque es algo que se puede hacer sin ver”, dice. “En verdad hay muchas cosas que se pueden hacer y está una de ellas y se disfruta, se pasa bien, te entretiene”, subraya.
“Con la música la vida no tiene menos obstáculos -concluye-. yo creo que los mismos. Lo que pasa que quizás les prestan menos atención porque has estado centrado en otra cosa”.
Pepi Ferrer: “Lo que más me gusta es el trabajo del grupo”
Pepi Ferrer, guitarra, reconoce que el repertorio le exige mucha disciplina de trabajo pero le encanta "porque me distdrae mucho"
Su compañera Pepi Ferrer entró un año más tarde que ella en la orquesta. Trabajaba en el Hospital ‘Reina Sofía’ como técnico de laboratorio, pero la pérdida de la visión de un ojo por un desprendimiento de retina precipitó su jubilación, cinco años antes del calendario oficial, y ahora apenas ve del otro. Se afilió a la ONCE, entró en contacto con el taller de guitarra y, partiendo también de cero, inició su trayectoria musical en la orquesta. Hasta ese momento su relación con la música se limitaba a lo que escuchaba en la radio. Aun así ha fomentado en sus hijas la pasión por la guitarra y el piano.
“La guitarra me da mucho apoyo. Yo hago las cosas de casa, todas las que puedo, excepto la cocina que lo hace mi marido, porque a él le gusta también cocinar y entretenerse. Y aparte de eso, en los ratos libres, me gusta la música y entonces me da ocupación. Me distrae mucho. Y me encanta”, asegura. “Me viene muy bien para la memoria porque lo aprendo por audio”. A Pepi le costó trabajo adaptarse a la ceguera. No lo aceptaba. “Ahora busco mucho rato en mi casa para repasar y me viene estupendamente”, añade. “Tenemos que seguir las pautas que nos da el director , repasar las canciones por audio. Claro que hay disciplina en el trabajo”, afirma. “Los aplausos compensan todo sí, pero a mí lo que me gusta más es el trabajo con el grupo de la orquesta. Al principio me sudaban las manos pero ya disfruto”. Entre sus preferidas en el repertorio ‘Me voy a morir de tanto amor’ y las bandas sonoras que están tocando ahora.
Pepi recomienda a los afiliados a la ONCE que se acerquen a la orquesta. “Les viene bien ese refuerzo para tener la memoria activa y luego segundo, por distraerse. Si les gusta la música yo lo recomiendo y se lo digo a amigos míos, que por qué no lo hacen”, concluyen.
Juan Carlos Cano: “La música es todo en mi vida”
Juan Carlos Cano, otro guitarrista de la orquesta, reconoce que la música le ha ayudado a adaptarse a su ceguera
Juan Carlos Cano era ya jubilado también cuando entró en la orquesta en 2009. Una retinosis pigmentaria radical le dejo ciego en apenas un año a los cincuenta, después de una vida laboral como trabajador de banca, en su última etapa como jefe de préstamos en Argentaria. Se afilió a la ONCE en el 2000 y se apuntó al taller de guitarra. En su adolescencia en Bélmez, un pueblo vecino al del pueblo del director, comenzó a tocar la bandurria a los 15 años, y desde entonces no lo ha dejado. Pero con la guitarra no tenía experiencia previa.
“Se lleva bien, aunque hay ciertos momentos en los que te puedes desesperar un poco -explica Juan Carlos, con un aspecto físico que en nada sugiere haber superado la barrera de los 70 años-. Soy una persona con bastante carácter y siempre echo mano de lo que tenga a mi lado para poder superarme. Y la música tanto escuchada como tocada, así como la lectura, me han hecho estar en la situación que estoy. ¿Que siento mucho la situación en que estoy? Pues sí, es muy lamentable. ¿Que no he visto la cara de mis nietas? Pues también. Pero bueno, sigo vivo y creo que no le soy muy gravoso a mi familia todavía lo cual eso significa algo importante. Hay que darle gracias a Dios por esa situación”.
Para Juan Carlos, la música ocupa un lugar en su vida. “Para mí, después de mi esposa, esto ha sido todo, es todo en mi vida. Toco el laúd, la guitarra y aquí en la orquesta también la armónica y el violonchelo hace un par de años que estoy tocando el violonchelo, pero eso ya es otra historia distinta, solo para mí. Así que tengo el día ocupado. Hay un 30% del día que lo tengo ocupado en la música. Porque claro, aquí al no ver la partitura hay que aprendérsela de memoria. Eso significa que hay que estar constantemente encima y estar todos los días tocando como mínimo un par de horas para que no se te vaya y no se te olviden, las canciones, los acordes y puedas ir a ritmo y poder tocar con la orquesta”.
A Juan Carlos los aplausos le sobran. “Para mí es mucho más gratificante venir a un ensayo y charlar con los compañeros a la misma vez que tocar, aprender y evolucionar que un concierto. La verdad es que no me llama mucha atención y las cervezas después sí, porque está el comentario, la charla. Pero lo que es el espectáculo en sí, viviendo dentro del escenario, no me preocupa mucho, ni me llama la atención”, reconoce con naturalidad.
Y lo recomienda vivamente. “Si están en mí misma situación es un arma que tienen para poder salir y no entrar en una posible depresión que es lo más fácil que puede entrar uno porque, claro, tienes que buscar herramientas que te evadan de la situación en que te encuentras. Yo siempre digo el axioma ese que es hora y labora y yo creo que es para mí ha sido eficaz y esencial”, termina diciendo.
Como en los orígenes de aquella primera rondalla de la ONCE en Córdoba, años 40, los músicos ensayan todos los sábados para pulir sus obras bajo la dirección de Rafa Romero
La orquesta de plectro ‘Ciudad de los Califas’ de la ONCE en Córdoba suma ya 84 años de entrega a la música de púa y cuerda como instrumento de inclusión en la sociedad. Este año que termina ha publicado su cuarto disco. El primero fue X en X. Le siguió X en X, X en X y X en X. El próximo 20 de enero volverán a deleitar al público cordobés con su repertorio de bandas sonoras en un nuevo concierto en la sede la ONCE dentro de la programación de ‘Los Martes Culturales de la ONCE.
| LUIS GRESA