Firma Invitada: Gracia Rodríguez, ex fiscal delegada de violencia de género de Jaén

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Gracia Rodríguez pide a la sociedad que se involucre en la lucha contra la violencia de género

 

      No pases de la violencia de género      

Hablar de violencia de género en un año en el que, hasta final de septiembre, han sido asesinadas 50 mujeres, han quedado huérfanos 50 menores, ademas de sufrir el asesinato de una niña de 8 años a manos de su padre, no solo es conveniente, sino que es necesario y agradezco a una Organización como la ONCE que me lo permita, y muestre su sensibilidad dedicando el cupón del día 25 de noviembre a esta lucha.

Las víctimas directas de esta violencia no solo son las mujeres que la sufren sino también sus hijos, por el mero hecho de presenciar o sufrir también la violencia de su padre, que se manifiesta de muy distintas formas pero que tiene un denominador común, controlar y privar de autoestima y libertad a la mujer.

Tan solo 11 mujeres de las cincuenta asesinadas habían denunciado, esto es él 22%, y solo en 4 casos se habían adoptado medidas preventivas, en vigor en el momento de los hechos. Estos datos arrojan una realidad y es el silencio cómplice de la sociedad, de todos los que saben, conocen, sospechan, han oído, han visto, la situación de esa mujer y esos niños y se callan, por considerar que no es asunto suyo, sino un asunto familiar o privado.

Pero la violencia de género es un problema social, no es privado y afecta a todos. Se muestra especialmente cruel con los niños y personas más indefensas.

La lucha por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres está recorriendo un camino muy duro, un camino en el que desgraciadamente muchas mujeres se quedan a la mitad, pagando con su vida, y en ocasiones con la de sus hijos, esa igualdad que tan elemental debería ser.

Las humillaciones e insultos constantes, desprecios, acoso, amenazas, coacciones, encierros, violaciones, agresiones físicas, sexuales, psicológicas y económicas, actos con palabras cotidianas, como “estas loca”, “eres una inútil”, “no sirves para nada”, “si no eres para mí, no serás para nadie”, “si me dejas me mato”, o “te haré daño donde más te duele” que consiguen aislar, y paralizar a las víctimas, son más comunes de lo que parece.

No podemos normalizar el asesinato de una mujer por su pareja o expareja. Antes se llamaban delitos pasionales, “la mato por celos”, pero ¿cómo podemos ver como algo“normal” que un hombre maltrate y termine matando a su pareja?, cuándo ese hombre es o ha sido o ella pensaba que sería, su compañero de vida, su amigo, su apoyo, su refugio en momentos duros, del que se enamoró, y se convierte en su peor enemigo.

Hay que cambiar nuestra forma de pensar y actuar; simplemente se trata de defender la igualdad y el respeto al otro, algo tan simple y que parece tan lejano.

Pero en vez de esto, parece que se está retrocediendo; entre la juventud aparecen cada vez más las ideas y creencias machistas y desigualitarias; los celos se identifican con amor, los actos sexuales impuestos, no consentidos, grupales en los que muchas veces interviene el novio de la menor, son un reflejo de que estamos muy lejos de terminar con esta violencia.  Sin embargo, la juventud siempre ha sido inconformista y debería de ser también intolerante ante la violencia de género, ser un foco de idealismo, de lucha por los DERECHOS con mayúsculas de los demás, la juventud no es sumisa, no calla frente a injusticias, y no debería callar ante actitudes machistas, no debería empatizar con sus responsables, sino con la víctima y, sobre todo, no permitir que ni una sola mujer o joven superviviente de maltrato se sienta nunca sola.       

Esta lucha necesita la colaboración de todos, no es cuestión de unos pocos, necesita que toda la SOCIEDAD actúe, hombres, mujeres, jóvenes y niños.

Y hay que hacerlo desde los juzgados, en los centros médicos, también en las escuelas, en las asociaciones de padres, en la calle, en el vecindario, en el trabajo, en cualquier rincón donde se manifieste la desigualdad, la violencia de género o la violencia que sufren los hijos por su padre para vengarse de su madre.

Debemos arropar a las víctimas de estos delitos, ayudarlas a denunciar, acompañarlas, animarlas, levantarlas, porque ellas solas no pueden y necesitan esa ayuda.

Para finalizar quiero decir que NO SE PUEDE PASAR de la violencia de género y violencia vicaria, contra esta violencia hay que actuar. Tenemos que mirar en nuestro interior y preguntarnos qué hemos hecho hasta ahora y que podemos hacer en el futuro. Todos podemos hacer algo. PLANTÉATELO. NO PASES.

Gracia Rodríguez Velasco

Ex fiscal delegada de violencia de género y violencia doméstica de Jaén

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