EN PRIMERA PERSONA: Pablo Hernández, investigador bioquímico
Pablo Hernández (Granada, 1993) lleva seis años investigando cómo hacer menos agresivas y malignas las células que generan el cáncer de páncreas, uno de los más letales. Su tesis doctoral sobre esa línea de investigación recibió el pasado mes de octubre el elogio unánime de la Universidad de Jaén, donde leyó su proyecto. Pablo es una persona sordociega, una de las 50 en España que tiene el Síndrome de Wolfram, una enfermedad considerada rara entre las raras. Pero él no se siente raro por ser investigador en la España del 23. De inteligencia, normal, dice, aunque sus respuestas le delatan.
“Cuanto más conoces, más desconoces”
Pablo, ¿cómo fue su infancia?
Pues la verdad muy bien, normal. Entonces yo veía bien, fue una infancia alegre, feliz, pues todo normal, con familia, amigos y demás, muy bien.
¿A qué jugaba de pequeño?
De todo, a correr con los amigos, y a partir de los 6, 7 años con las consolas. Compaginaba todo con hacer deporte, los amigos, el ocio personal, leer, las consolas, de todo un poco.
Los primeros problemas empiezan con 10 años ya.
No, como mi pérdida de visión y audición fue muy progresiva, en aquel momento no éramos conscientes, ni yo, ni mis padres, de esa problemática. La pérdida de audición me la detectaron de casualidad. Creo que fue a los 15 años, pero fue una pérdida de audición en los sonidos agudos. Sin ser consciente había aprendido a leer los labios y podía tener una conversación sin problema. Y ya a los 18 años es cuando me pusieron mis primeros audífonos. Y con respecto a la vista, llevé gafas por miopía desde los 13 o 14. Me tenían que ir aumentando la graduación poco a poco y llegó un momento en el que no veía del todo bien. Hasta los 18 años jugaba el tenis y todavía podía ver la pizarra en primera fila o el proyector en la Universidad.
En ese momento se afilió a la ONCE.
Si, con 20 o 21 años.
¿Y ahora qué resto visual le queda?
Por el centro del ojo no veo nada. En los mejores momentos puedo ver algo por el lateral del ojo.
Todo eso que cuenta se llama Síndrome de Wolfram.
Así es, una enfermedad muy rara, pero tampoco me siento yo más raro. Simplemente, bueno, es así, en España se ha diagnosticado 50 pacientes, o sea, que es bastante rara, sí. Es una enfermedad genética recesiva.
¿Y eso le empuja a estudiar la genética y por eso se decanta por la Bioquímica?
No, no fue por eso. A mí me la diagnosticaron a los 20 años y en Bioquímica me metí porque siempre me ha gustado la Biología, pero a nivel molecular, de genética, de moléculas, lo que es más más pequeñito dentro de lo que es la Biología. Y me alegro de haber seguido por esta vía.
¿Qué es lo que más le ha sorprendido? ¿Cuál es el hallazgo más importante que haya descubierto?
Pues que es mucho más complejo de lo que parece a lo que aparenta desde fuera. Metiéndome en el mundillo de las moléculas y la biología molecular he aprendido un montón de cosas que me han gustado sobre cómo se regula las funciones del cuerpo, cómo funciona, cómo se relacionan unas con otras. La verdad es que es muy gratificante.
Esa relación es lo que más le motiva.
Sí, me gusta conocer cosas nuevas, por qué ocurren ciertas cosas o por qué ciertos fenómenos ocurren
¿Y encuentra respuestas a esas preguntas?
Encuentro respuestas a ciertas preguntas, pero me abre múltiples preguntas más. Eso es el tema de la investigación, que cuanto más conoces, más eres consciente de que desconoces mucho más.
¿Somos conscientes de lo que somos?
Buena pregunta. Yo creo que, a nivel a nivel genérico, sí. Es decir, somos conscientes de la vida, de quiénes somos y demás, aunque no lleguemos a ser conscientes a nivel intrínseco o molecular, sino a nivel de psicológico, más detallado. Eso hasta que no lo estudias no eres consciente de la complejidad que hay dentro del cuerpo.
El cuerpo humano tiene un fin. ¿Vivimos al margen de esa realidad permanentemente?
No sé si habrá algún tipo de fin, eso ya es más dentro de la teología o de las creencias que tenga cada uno. Siempre hay un porque al nivel práctico. ¿Por qué las moléculas o los órganos funcionan así? Somos animales, al fin y al cabo. En el sentido biológico de la palabra somos animales, entonces nuestro cuerpo es así por pura supervivencia.
“Creo que hay algo superior a la Biología”
Pablo Hernández considera que la financiación de la investigación en España es "bastante mejorable"
¿La ideología y la fe son incompatibles con la ciencia?
No, yo creo que la ciencia y la fe no son totalmente incompatibles. Una cosa es lo que podemos ver o podemos demostrar en el laboratorio y otra cosa las creencias que cada uno tenga. De todas formas, la Biología no niega los fundamentos de la fe, no niega la posible existencia de algo más. Simplemente la Biología puede afirmar cosas, pero no negar.
¿Y usted en qué cree?
Pues yo creo que hay algo superior a lo que es la Biología y creo en ello precisamente por mis conocimientos de Biología. Que ese algo superior sea un Dios bueno o malo, que nos vea o que no, eso ya no lo sé. Eso ya dependiendo de la fe de cada uno, pero algo superior a lo que es la propia Biología yo creo que sí.
Su tesis doctoral ‘Estudio de la eficacia antitumoral de (por)enzimas pancreáticas frente a células madre cancerígenas’, ¿qué aporta?
Pues una visión alternativa de cómo se trata este tipo de enfermedad tan temida que es el cáncer. Los tratamientos actuales más comúnmente aplicados son la quimio y la radioterapia y son eficaces hasta cierto punto, pero tienen una gran cantidad de efectos secundarios dependiendo de la persona y del tipo de tratamiento que se le ponga. Entonces está el uso de estas enzimas pancreáticas, contra el cáncer de páncreas que es uno de los más letales. Entre los tipos de tumores que se han identificado, el uso de estas pro-enzimas pancreáticas puede tener una pequeña o gran importancia en lo que es el tratamiento de este tipo de cáncer. El tratamiento convencional es bastante ineficiente y esto puede aumentar la eficacia y reducir sus efectos adversos. Es un enfoque diferente.
¿Por qué eligió esta línea de investigación?
Porque cuando entré en contacto con mi directora del máster, Macarena Perán, en las primeras prácticas me comentó los resultados preliminares que había tenido con esas pro-enzimas pancreáticas. Me llamaron mucho la atención porque no era simplemente eliminar las células cancerosas, que es lo que hacen los tratamientos convencionales, sino modularlas, hacerlas menos agresivas, menos malignas de lo que son. No las convierte en células sanas, pero sí las hace bastante menos agresivas. Eso me llamó mucho la atención por eso, porque no es un simple tratamiento que las mate y ya está.
¿Y le ha resultado muy complejo acceder a las fuentes de información?
Cuando yo empecé la tesis en el 17 todavía tenía cierto resto visual, por lo menos para trabajar con el ordenador. Me lo tenía que poner muy cerca, con la letra grande, negrita y en alto contraste, pero podía usar la vista para leer, aunque ya no podía hacer experimentos con mis manos porque no tenía ya esa capacidad. Claro, la pérdida de visión ha sido progresiva, con lo cual llegó un momento en que no podía trabajar con el ordenador por muy cerca que me lo pusiera y muy grande que pusiera la letra o en alto contraste. Eso ya no era factible. Así que, al igual que tuve que cambiar en su momento mi hábito en el día a día, tuve también que cambiar mi forma de afrontarlo y tuve que aprender braille. Y gracias a la ONCE y todo el material que me proporcionó he podido seguir y gracias a que mi directora de tesis y mi codirector Juan Antonio Marchal vieron potenciales míos y, a pesar de mi gran discapacidad, me pusieron en un laboratorio y pude hacer un trabajo útil que es leer y analizar información de artículos científicos. Gracias a la ONCE por todo el material que pusieron a mi disposición y gracias a ellos que me dieron la oportunidad de desenvolverme en el laboratorio aún a pesar de conocer de antemano mi discapacidad he podido seguir adelante con dificultad, sí, pero me he adaptado y he tenido y sigo teniendo mucha ayuda de mi entorno.
Han sido seis años de investigación.
Sí, de 2017 a parte de 2023.
Durante la carrera, la pérdida de visión ¿no fue un obstáculo?
Sí había problemas, pero no de forma tan complicada. Siempre me he tenido que sentar en primera fila para poder ver la pizarra y el proyector, pero a finales de 3º tuve que adaptarme y pedía apuntes. Ya en 4º no veía la pizarra, ni el proyector, aunque sí podía trabajar con mi portátil. Podía andar por ahí sin bastón, por lo menos por los sitios que yo conocía. Y ya para el máster tuve que acceder a los recursos de tiflotecnología de la ONCE, la línea braille la empecé a usar en 2018.
¿Tiene la sensación de que la vida se lo está poniendo muy difícil?
La vida, no. Simplemente somos lo que somos. Cada uno tiene su genética y su circunstancia. Y es lo que es. Cada uno tiene sus dificultades dentro de sus problemas y hay que adaptarse. Yo tengo esta problemática, pero, por contrapartida, en el ambiente en el que me muevo a nivel familiar, social, con la ONCE, tengo un montón de recursos, de gente que me ayuda. Soy de los que piensan que cada uno tiene sus problemas, sus dificultades y hay que sobreponerse a ellos.
“Hay que aprender a adaptarse a la sociedad”
"La Inteligencia Artifical me produce sensaciones contradictorias", sostiene el investigador granadino
Cada vez hay más cáncer que se cura y se controla. ¿Cree que veremos el final del cáncer igual tenemos el final del COVID?
Pues no lo sé, porque cuanto más te metes a investigar más eres consciente de que desconoces más cosas. Es irónico. Cuanto más conoces, más desconoces. Y en el tema del cáncer no lo sé. Es como correr una carrera, pero no sabes qué distancia tienes que recorrer. Sabes lo que has recorrido, pero no sabes si es mucho o poco porque no sabes dónde está el final. Puede estar dentro de 500 metros, un kilómetro o mil. Eso no lo sabes.
¿Qué lección extrajo de la pandemia?
¿Conclusiones? Primero que hay muchas cosas que no están en tu mano cambiar, una de ellas es la salud personal, o cómo funciona la vida. Entonces hay que saber aceptar ciertas cosas. También hay que saber qué cosas puede uno cambiar y centrarse en cambiarlas o en luchar para sobreponerse a ellas. Y tercero, que las cosas no suelen ser tan fáciles como se ven desde fuera. Es decir, que antes de sacar conclusiones, o antes de definir ciertas cosas en la vida, a nivel laboral o personal, es necesario pararse a pensar, ver qué situación tenemos y después hacer la valoración. Hacer las cosas de forma rápida o de a voz de pronto no es lo más indicado.
Vamos demasiado deprisa, digo a nivel general en la sociedad, en el mundo.
Pues eso depende de cada uno. Si la sociedad va muy deprisa con lo que sea, quedan dos opciones; o te desligas de la sociedad en la que vives o te tienes que adaptar a ello. No te queda otra tanto a nivel personal, laboral o lo que sea. La sociedad es un conjunto de millones de personas, eso uno solo, de forma singular, no lo puede cambiar. Cada uno tiene su vida y sus circunstancias así que, o te adaptas a eso o te desligas. Cada una de esas opciones tiene su punto bueno y su punto malo. Si te adaptas, pues es duro. Pero si te desligas y vives con tus propias reglas estás renunciando a muchas cosas buenas que te da lo que es la vida en sociedad. Uno tiene que aprender no a intentar cambiar la sociedad, sino adaptarse a ella.
¿Son malos tiempos para ser científico en España?
Es complicado sí, en comparación con otros países europeos. No sé de dónde sale el problema de origen. Podría ser peor sí, pero podría ser también mejor, bastante mejor. El tema de la financiación, de cómo funcionan las cosas, es bastante mejorable. Estamos bastante bien valorados fuera porque el investigador que consigue sacar adelante su carrera en España es porque la consigue con muchas dificultades. Es decir, que ese investigador lo vale.
¿Nunca ha sentido la necesidad de irse fuera?
Depende de las circunstancias de cada uno. Yo no he salido fuera principalmente por mis problemas no solo de vista, sino también de oído a la hora de hablar o de entender lo que me están diciendo. Incluso con el español, con mi lengua materna, me cuesta. Llevo estudiando inglés toda mi vida, de hecho, trabajo en inglés. Con escribir o leer en inglés no tengo grandes dificultades, pero entender cuando alguien me habla por el problema de oído que tengo es más complicado. No me he ido fuera porque lo tengo bastante complicado.
“No soy un Albert Einstein”
"Hay que saber distinguir y aceptar lo que es la vida real y la que no es real", advierte Hernández
Usted sostiene que como las moléculas que componen células y tejidos no se ven, todos los investigadores deberían trabajar imaginándose que son ciegos. Esto también valdría para arquitectos que diseñan edificios, para técnicos que proyectan las webs o para los políticos que elaboran las leyes. Sería un ejercicio muy sano y constructivo esa empatía, ¿no cree?
Eso lo tengo yo en mi estado WhatsApp, pero es más humorístico, no tanto para tomarlo al dedillo. Es que a mí me gusta mucho el humor negro. Pero el tema de la empatía sí es importante en todos los aspectos de la vida.
¿Hay razones objetivas para pensar que viviremos más?
Es algo complejo. Sí se está investigando mucho en temas de longevidad. El concepto de eternidad o de longevidad podría darse de aquí a un futuro, pero no demasiado. La vida está hecha a nivel molecular para que sea finita. Hay seres vivos que viven mucho más, como son los árboles, que pueden vivir cientos de años, pero al final acaban muriendo. Yo creo que la vida tiene un principio y tiene un final. Sí podría llegar a conseguirse eso en un futuro, vivir más. ¿Cuánto? No lo sé. No creo que pueda ser posible, por lo menos en un futuro próximo.
¿La inteligencia artificial le preocupa, le inquieta, le intimida, le atrae, le seduce?
Pues me produce sensaciones contradictorias. Por un lado, me produce curiosidad, interés en cómo evoluciona ese campo, incluso expectación. Y por otro, cierto nerviosismo porque es como todo, las cosas se pueden usar bien o se pueden usar mal. Los inventos, los hallazgos, todo a lo largo de la historia del ser humano han sido cosas que, si se usan bien, pueden tener muchas aplicaciones positivas, pero si se usan mal ha habido grandes problemas en la humanidad con inventos que iban en un principio orientados para algo bueno. Con la IA se han dado casos en ciertas empresas que hay gente que ha perdido el trabajo porque han sido sustituidos por robots. Todo hay que tomarlo con moderación y la inteligencia artificial no es una excepción, hay que tomarla con moderación y regularla bien.
¿Las redes le aportan algo? ¿Las usa? ¿Huye de ellas?
Nunca he sido muy aficionado a las redes sociales. Tenía Facebook, pero no la uso demasiado. Para mí la red WhatsApp es básica en mi vida para relacionarte. Las redes son buenas, pero fuera de las redes también hay vida. Como digo, no abusar de algo, pero tampoco negarlo de forma drástica. Todo con moderación.
¿Cuáles cree que son los desafíos, los grandes retos que tenemos por delante?
Uno de los grandes retos es distinguir y saber distinguir y aceptar lo que es la vida real y la que no es real, que puede ser un pasatiempo. Por ejemplo, las redes sociales pueden ser un pasatiempo. Puedes tener muchos amigos, pero eso al final no es tu vida real. Tu vida real es la que tú tienes al día. Y creo que la vida que se basa en las redes sociales está tomando demasiado peso para ciertas personas. O el tema de la tolerancia en el sentido de si una persona piensa diferente a ti, ya sea a nivel político o ideológico o de aspectos banales de tu vida, si piensas diferente no es malo. Y no hay ninguna necesidad de que esa persona tenga que pensar igual que tú. O el tema de la moralidad. Me siento un poco exasperado con el tema de las lecciones de moralidad. Dar algo como correcto o como moralmente correcto y que no pueda ser que una persona que opine de forma diferente es reprobable. Últimamente, de algún tiempo a esta parte, se dan demasiadas lecciones de supuesta moralidad. Y eso es algo de lo que hay que huir.
La crispación en la que vivimos, ¿se abstrae de ella?
Uno no puede abstraerse de todo lo que le rodea porque al fin y al cabo forma parte de la vida. Puedo entrar en temas más delicados y puedo salir sin ningún problema. Doy mi opinión, mi punto de vista, pero si hay una persona que no opina igual que yo no la desprecio, tampoco intento imponerle por fuerza mi opinión. Simplemente doy mi opinión y aprendo porque así es como se aprende cuando una persona opina de forma diferente a ti. Hay que saber salir de esa crispación. Hay gente que está muy metida en temas de política o de cualquier otra índole y se crispa demasiado, no saben salir de ese bucle.
Pablo, ¿se considera un tipo inteligente?
No. Inteligencia normal. Quiero decir, yo me considero un tipo, pues normal, no soy un Albert Einstein de ningún lado, ni pretendo serlo, pero tampoco me considero tonto a nivel de inteligencia. Yo puedo saber mucho de moléculas, pero me hablas de arte y no sé nada. Uno tiene que ser consciente de las cosas que sabe y las que no sabe. Cuando uno se pone a investigar en un campo que no es el suyo se va dando cuenta que lo que uno puede ver de forma sencilla desde fuera, no es tan sencillo desde dentro. Entonces soy consciente que hay un montón de cosas que no sé.
No se siente único.
Que va, no. Por muy rara que sea una circunstancia, por ejemplo, mi enfermedad. hay otros que están como tú, algunos pueden estar un poco mejor, pero otros están peor.
¿Qué ejemplo cree que da?
Que por muy grande que sean los problemas que tiene uno, ya sean de salud, a nivel laboral, social o personal, siempre hay gente que está igual que tú o incluso peor y sale adelante.
El humor negro. En su caso, ¿es una vía de escape?
La verdad es que no. Es una manera de normalizar las cosas. Es decir; Vale, no puedo ver muy bien, ni escuchar bien, pues claro que es un problema y una dificultad. Pero incluso con esas dificultades no soy partidario de hacerlas el centro del mundo o de tu vida. No hay que tener un trato especial, no me gusta eso. Yo busco la normalidad en el día a día. ¿Qué tengo problemas? Sí. ¿Que necesito ayuda para hacer varias cosas? Sí, y la acepto sin ningún problema. Yo no me enfado ni mucho menos si voy por la calle y alguien se ofrece a ayudarme. No es sentirse especial por hacer algo así, sino es sentirse uno más y ya está. Entonces el humor negro me ayuda a sentirme uno más. No es no es tanto una vía de escape, es una vía de normalización.
¿Qué meta se marca ahora, la investigación o la docencia?
Pues me gustaría ser profesor de Universidad porque me gusta la docencia y, a pesar de mi discapacidad, lo puedo hacer con una relativa eficacia. Y todo profesor universitario está asociado a la investigación. Me gustan ambas, la investigación y la docencia de forma equitativa.
| LUIS GRESA
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