EN PRIMERA PERSONA: Antonio Mateos, psicólogo

Secciones: Entrevistas
Entrevista al psicólogo y vendedor de la ONCE en Rota, Antonio Mateos

El autor de ‘La fábula de la hormiga’, Antonio Mateos (Rota, Cádiz, 1998), define a la hormiga como un animal capaz de hacer proezas heroicas para su tamaño en la inmensidad del cosmos. Y él se siente eso, una hormiguita más rodeado de otras muchas que cooperan con él. Hasta convertirse en un ser extraordinario. Grado en Psicología por la Universidad de Cádiz, Masters en Sexualidad y Psicología Sanitaria, músico, poeta, carnavalero sobre todas las cosas, ciego total y, desde el pasado verano, vendedor de la ONCE en el pueblo de Almudena Grandes. “Soy la persona que soy gracias a la ONCE”, afirma. Y apunta a la falta de comunicación como el principal mal de nuestra sociedad.

 

     “No sabemos relacionarnos ni comunicarnos”     

 

El poder conseguir todo lo que se proponga en la vida, con esfuerzo y constancia, ¿quién se lo ha inculcado más, sus padres o la ONCE?

Yo creo que mitad y mitad. Sobre todo, en el ámbito académico y laboral, es muy importante en ese aspecto, tanto esos valores que me inculcaron mis padres desde bien temprano como la labor de la ONCE, desde la perspectiva de conseguir lo que te propongas.

Ser ciego de nacimiento ¿condiciona mucho la vida?

Siempre hago la distinción entre quienes dicen que tienen una discapacidad o se consideran discapacitadas. Yo tengo una discapacidad, es una característica mía, que obviamente tiene un impacto sobre mi vida igual que lo tendría por ejemplo tener un perro. Te condiciona la vida de alguna manera, pero tú no te identificas como dueño de perro como aspecto central de tu vida. Es una cosa transversal a la vida, que la recorre de punta a punta, y hace que la vivas de una forma concreta, pero no es la etiqueta identificativa de mi vida. Yo en la medida de mis posibilidades voy recorriendo el camino.

Sus dos hermanas son también afiliadas a la ONCE. Ser el menor de tres niños con discapacidad visual ¿marca en algún sentido?

En el sentido de que el camino que puede ser complicado, impactante, de unos padres, a la hora de afrontar la educación, ya está recorrido. Conmigo mis padres se ahorraron ese momento de sorpresa. Creo que hicieron una labor fantástica tanto conmigo como con mis hermanas. La forma que influye es la misma que la de ser el hermano pequeño. Mis hermanas, que son mellizas, tienen 6 años más que yo, pero respecto a la discapacidad, como la hemos tenido desde pequeños tan asimilada, aceptada y normalizada, no creo que haya sido algo excesivamente influyente.

No tiene entonces la sensación de haber tenido una infancia llena de obstáculos.

Tengo recuerdos de mi infancia agridulces, era una balanza descompensada. A nivel familiar he tenido siempre mucho apoyo y a nivel institucional por parte de la ONCE me he sentido bastante respaldado en el apoyo educativo. Pero si es verdad que en mi infancia lo verdaderamente complicado fue mi entorno social. En los primeros años los niños se relacionan mediante el juego, es lo más sano de hecho. ¿Qué pasa? Que el juego que primaba en el colegio era el fútbol y yo en el recreo no podía jugar al fútbol, estaba en cierto modo excluido de esa relación social y en ese aspecto sí que fue difícil. Ese es el mayor obstáculo que ha repercutido en mi vida hasta hace relativamente poco. En ese juego aprendes a relacionarte con los demás y yo esos aprendizajes los he realizado de una manera más tardía.

¿Qué diría que ha hecho la ONCE por usted?

Pues la ONCE tiene gran culpa de que yo tenga a día de hoy una carrera y dos máster y siga con esa ambición e inquietudes por los diferentes ámbitos artísticos que me mueven. La educación y la cultura es un área muy importante de la personalidad. Y en mi caso soy una persona con muchas inquietudes hacia la cultura y si no fuera por la ONCE, con el Servicio Bibliográfico, no podría haberme leído ni la mitad de los libros que he leído a día de hoy, que me han enriquecido y me han enseñado. Si no fuera por la ONCE no hubiera tenido las adaptaciones que he necesitado en todo el proceso educativo desde el colegio a la Universidad fomentando también esa autonomía. Soy la persona que soy gracias a la ONCE.

Su situación personal, el contexto familiar, ¿influyó en su elección de la Psicología?

La idea de estudiar Psicología nace tras una reunión con el Servicio de Orientación y Apoyo Educativo y el psicólogo de la ONCE. Vimos qué carrera se ajustaba más a mi situación y entre todos consensuamos que era la que más se adecuaba a mí. Y afortunadamente es una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida, porque el aprendizaje que he tenido a nivel vital creo que es fundamental. Y eso es gracias a esa orientación de esos profesionales.

 

“La falta de comunicación es el mayor mal de la sociedad”

Antonio Mateos con su guitarra en el Paseo Marítimo de Rota

Antonio Mateos reconoce que las relaciones basadas en WhatsApp no son sanas

¿Se ve más en una consulta clínica que en un departamento de Recursos Humanos?

Si, a mí me gusta muchísimo la sensación de hacer bien a las demás personas y aunque en un Departamento de Recursos Humanos también puedes tener esa sensación no es comparable a lo que se siente cuando una persona te llega a una consulta y te dice: “Gracias porque lo que me dijiste la semana pasada lo he puesto en práctica y he notado una mejora significativa de la semana pasada a hoy”.

En su caso la pérdida de visión está resultando bastante progresiva. ¿Ser sicólogo ayuda a adaptarse mejor, o cuando le toca a uno, la perspectiva cambia mucho?

El hecho de ser psicólogo quizá no tanto, el hecho de ser usuario de Psicología muchísimo, fundamental. Yo también he buscado atención psicológica por supuesto para aceptar este proceso. Y es verdad que, quieras o no, ser psicólogo es el primer paso de ese camino, en el sentido de no tener miedo de asistir a una consulta psicológica, tener la garantía de que eso es útil, porque muchas veces hay muchas personas reticentes a asistir a una consulta porque consideran que uno no se cura con palabras. Pero es que no son palabras lo que se lleva a cabo en una consulta psicológica. Son pautas y tareas que te llevan a la salud mental.

Hizo dos master. Uno de Psicología General Sanitaria por la Universidad de Granada y el de Sexología y Terapia de Pareja por el Instituto Andaluz de Sexología y Psicología. ¿Por qué se decantó por la Sexología?

Porque al final la sexualidad en general es un aspecto transversal que recorre todos los ámbitos de tu vida, es un tema apasionante, igual que la Psicología. Es la matriusca, la muñeca dentro de la muñeca. Si hay algo que lo engloba todo en la Psicología es la Sexología.

¿Cuándo el sexo comienza a ser un problema como para ir al psicólogo?

No necesariamente cuando es algo brutal que te tiene preocupado todo el tiempo. En el momento en el que hay algo de tu vida sexual que no terminas de comprender o de encajarte hay que ir. Siempre defiendo que es muchísimo mejor prevenir que curar. De hecho, ahí está el área de la promoción de la salud dentro de la Psicología. Es mejor una sociedad a la que le aporten las herramientas para no caer en una depresión o gestionar su ansiedad que tener que tratar a una sociedad de un trastorno de ansiedad generalizada. Por eso soy tan defensor de la educación, la psicoeducación y la educación sexual en las etapas educativas.

Ahí las redes lo estropean todo.

Si. Hay una labor encomiable de muchos profesionales por utilizar las redes como una herramienta para llevar esa educación sexual pero el algoritmo parece que está en contra y te lleva a todo lo contrario. Te lleva a ese capitalismo sexual del que somos presos, esas imágenes sexualizadas que no hacen ningún bien por nuestra sociedad, esas expectativas que crea la pornografía de unas relaciones sexuales idealizadas. Ahí las redes sociales vuelven a complicarlo todo.

¿Cree que la sociedad está de psicólogo?

(Se ríe). Es algo que nunca viene mal. Por grandes o pequeños que sean los temas hay que hablarlos y solventarlos porque van acumulándose. Vivimos en una sociedad que no paramos, que vamos siempre a mil, y si no paras a solucionar una cosa pequeña se va haciendo grande y lo peor es que se acumula a las diferentes cosas que van viniendo. Si tienes un problema con tu pareja y no lo solucionas eso va a acabar repercutiendo en áreas de tu vida por pequeño que sea. Si no buscas la forma de solventar ese problema eso cada día se va a ir haciendo más grande y va a acabar acumulándose a estrés laboral, problemas de salud o de familiares que van a acabar haciendo la bola de nieve más grande.

¿Cree que la falta de comunicación es uno de los grandes males de nuestro tiempo?

Yo creo que la falta de comunicación es el mayor mal de la sociedad. No sabemos relacionarnos, comunicarnos adecuadamente, cuando lo hacemos no lo hacemos de una forma asertiva, tenemos miedo a comunicarnos. Es fundamental aprender a comunicarse y es por eso por lo que considero que la Psicología debería ser algo que se estudiara desde pequeño, que nos enseñaran a gestionar nuestras emociones, a comunicarnos y a saber cómo hacerlo, bajo la influencia de esas emociones. Cuando sabemos gestionar esas emociones sabemos cuándo es el momento de hablar o no de una cosa.

Andamos cortos en formación de inteligencia emocional y educación emocional en este país.

Totalmente. El otro día vi en Instagram un vídeo que decía: “Mamá me dijiste que en el colegio me iban a enseñar todo lo que necesitaba en la vida. Pues no me han enseñado qué es una nómina, a presentar la declaración de la renta, a gestionar mis emociones, pero bueno el Teorema de Pitágoras me lo sé”.

Es un fracaso del modelo.

Yo creo que sí. No porque no haya que enseñar el Teorema de Pitágoras, ni muchísimo menos. La sintaxis me encanta y a todo el mundo se le atraganta. Y el sentido que tiene es que en el momento en que tú comprendes cómo se organiza tu lenguaje puedes organizar tu mente y tus ideas, esa es su función. Igual que se enseña sintaxis ¿por qué no se habla de emociones, de comunicación, de ansiedad, de depresión y tantos otros problemas de salud mental que nos acechan y que todos sufrimos en algún momento de nuestras vidas?

Hay mucha soledad no deseada entre la juventud. ¿Cree que es un problema reconocido?

Es por la forma de relacionarnos, no aprender a relacionarnos y el intentar paliar esas relaciones con las redes sociales y el uso del móvil. Hay un montón de relaciones interpersonales a día de hoy que se basan en el chat de WhatsApp y creo que no es sano. El contacto físico directo y estar presente uno delante del otro cara a cara eso es irremplazable por nada.

¿En la balanza de las redes sociales qué pesa más las ventajas o sus consecuencias?

Es como cualquier tipo de instrumento. Es beneficioso o perjudicial en la medida del uso que tú le des. Es un cuchillo beneficioso en tanto en cuanto tú lo uses como una herramienta. Si lo usas como un arma no lo es. Las redes sociales son lo mismo. Es una herramienta, pero puede ser también perjudicial. Cuando lo conviertes en un escaparate en el que muestras lo feliz que eres y lo bonita que es tu vida cuando realmente no lo es, es que estás idealizando una vida que no tienes y para colmo te estás creando unas expectativas a ti mismo de lo que estás viviendo que no estás cumpliendo y no están ajustadas a lo que estás viviendo. Tú mismo estás deteriorando tu salud mental.

¿Y eso cómo lo corregimos?

Con Educación. La Educación tiene que ser dinámica y adaptarse a las necesidades. Pero es mucho más importante ahorrar costes y orientar la Educación en el sentido de hacer autómatas y personas que no se pregunten que sienten porque están mal. Es mucho más sencillo.

 

“Como vendedor se ejerce un poco de psicólogo”

Antonio Mateos con el chaleco de vendedor mostrando sus manos con el Oncelio pintado en sus uñas

Antonio Mateos, vendedor de la ONCE en Rota, lleva pintado el Oncelio en sus uñas como un gesto de gratitud y de reclamo

¿Qué le preocupa como ciudadano?

En materia política me preocupa como la política se ha convertido en la prensa rosa del s. XXI. Todo es política barata del “Y tú más”. No tenemos una clase política adecuada a la sociedad que tenemos. Afortunadamente sigo creyendo que a pesar de todos los problemas que tenemos -no saber identificar nuestras emociones, no estar educados emocionalmente- seguimos teniendo en nuestro país una sociedad muy provechosa y de la que se puede sacar muy buen partido con las herramientas adecuadas. En mi etapa educativa la ONCE me aportó esas herramientas para poder sacar todo el provecho y creo que nuestra sociedad tiene ese jugo para exprimir, pero cada vez se van deteriorando más esas herramientas que el Estado debe garantizar a sus ciudadanos, y cada vez son más precarios.

No es optimista.

Quiero ser optimista porque quiero pensar que en algún momento diremos ¡Ya basta! y tomaremos parte activa en la política y renovaremos la clase política, ya no de siglas, de partidos, hablo en general, y habrá una renovación de personas que verdaderamente se metan en los partidos políticos con verdadero afán y carácter prosocial y no con el carácter egoísta e individualista con el que lo hacen tanto en las altas esferas como a niveles locales.

Aspira a tener consulta propia, pero ha comenzado a trabajar como vendedor de la ONCE desde este verano. ¿Siente que se ha desviado de su trayectoria?

Si y no. La alternativa de ser vendedor de la ONCE siempre ha existido para mí. Es la elección que tomo por la situación en la que me encuentro. Más allá de la Psicología yo soy una persona que tiene como diferentes pompitas de jabón que forman su vida. Y una de esas pompitas es el Carnaval. Y ahora mismo la Psicología no me permitiría seguir con el Carnaval porque requeriría salir de Rota y si tuviera que trabajar en Castellón dudo mucho que encontrara una comparsa en Castellón para seguir saliendo, eso salvando los vínculos afectivos y emocionales que tengo con mi grupo. Estoy supercontento porque también se ejerce un poco de psicólogo con algunos clientes y también me permiten otros aspectos de mi vida que me hacen feliz.

Se lo iba a preguntar, si los vendedores de la ONCE tienen alma de psicólogo.

Al final en el punto de venta en el que yo estoy es un barrio de gente humilde con sus preocupaciones, personas mayores, hablamos antes de la soledad en los jóvenes, pues imagínate en las personas mayores que tienen a veces carencias afectivas. Y muchas veces se apoyan en esa figura del barrio como el vendedor, el panadero, la cajera del supermercado, en ese aspecto que no encuentran porque necesitan hablar

¿Y qué es lo más gratificante de su trabajo?

Exclusivamente hablando de la venta es cuando ves a una de estas personas que llega con esa ilusión de poder encontrar una solución, aunque sea a corto plazo y transitoria, o te llega con una situación económica complicada, y ver esa cara de ilusión cuando les toca algo y darle esa posibilidad a esa persona es gratificante e ilusionante.

¿Cuál cree que es la clave para ser un buen vendedor de la ONCE?

Pues creo que tratar a las personas como quisieras que te trataran. Simplemente. No, es más. Ser simpático, amable, ser emocionalmente inteligente, saber qué necesita cada cliente en su trato y con eso creo que se puede llegar a tener unos buenos números. Y sobre todo ser conscientes de que estás repartiendo una ilusión y una posibilidad de darle un cambio sustancial a algunas vidas.

La música y la literatura forman parte de su vida. Toca el piano, la guitarra, la flauta travesera, la trompeta, el banjo, ukelele, es usted el hombre orquesta. ¿De dónde sale esa vena artística?

En mi casa, el arte yo creo que es algo que nace casi de forma espontánea. Me viene en los genes la tradición artística porque mi padre es muy aficionado al flamenco y desde pequeño he escuchado flamenco, copla, mucha música. Mi padre me leía un cuento todas las noches para dormirme. Esa afición por la lectura ha estado siempre presente y cuando no había cuentos había música clásica. Mi pasión por el arte ha sido una necesidad. Y de ahí nació la creación y la ejecución activa del arte.

¿Y eso como lo encauza?

Principalmente toco la guitarra, en un segundo plano otros instrumentos de cuerda y el piano, y en un tercero otros instrumentos como la flauta travesera o la flauta dulce. Tengo una colección de instrumentos curiosos como la calimba, la melódica, la armónica. La música me aporta gran parte de lo que soy, la forma de entender el mundo y la vida es gracias a la música porque siempre ha sido un elemento de socialización muy importante. Sobre todo, la guitarra que es un instrumento muy social. No entiendo mi vida sin la música. Mi aspecto social está basado en la música. Mis grandes amigos son músicos o amantes de los carnavales. Es un pilar fundamental.

 

“Verbalizar un problema es el primer paso para solucionarlo”

Primer plano de Antonio con la diadema de su comparsa puesta

"Mi pasión por el arte ha sido una necesidad", sostiene Mateos 

Lleva casi 13 años, media vida, saliendo en los carnavales de Cádiz y Rota. En el año del Coronavirus le cantaron una copla en el Teatro Falla su propia chirigota. Ese es un honor del que no todos pueden presumir. ¿Qué significa para usted el carnaval?

Si la música es un pilar fundamental, el carnaval es el corazón de ese pilar, es la base de todo. De hecho, mis primeros recuerdos de las primeras chirigotas que escuchaba es un tesoro, es el medio por el que he ido construyendo mi autoestima, mi fe en mí mismo, en mis propias capacidades musicales. Es el medio por el que he construido esa fe en mí mismo.

Es una forma de ser ante la vida.

Totalmente. Yo creo que también tiene mucho que ver el carnaval con la resiliencia. Porque esa actitud que tiene Cádiz y su carnaval de satirizar e ironizar y criticar mediante esa sátira y esa ironía los problemas que sufre y que vive y que ve alrededor suya es algo que va calando en tu actitud ante la vida y en tu forma de ver la vida.

En 2021 publicó su primer libro, una recopilación de poemas. ¿Qué es ‘La fábula de la hormiga’?

Es mi primer poemario. Publicar un libro era uno de esos objetivos vitales. En algún momento empezó a interesarme los sonetos, a interesarme por la métrica y la forma de escribir sonetos y me empezó a apetecer. Ahora hay un segundo en camino, que está presentado a los Premios Tiflos, que es un libro de décimas donde voy descubriendo los diferentes tipos de estrofas y voy investigando.

Es una prolongación de su yo.

Claro, al final es una forma de dejar constancia por escrito de ciertas vivencias y ciertas emociones. Y también es un ejercicio un tanto terapéutico, poner nombres a esas emociones, expresarlas e identificarlas de forma escrita conmigo mismo. Verbalizar de alguna u otra forma un problema es la forma de hacerlo más tangible y el primer paso para poder darle una solución.

Quiere decir que este libro es una terapia.

Si. Totalmente. Y me parece muy bonito porque se llama ‘La fábula de la hormiga’. Es una pequeña fábula en realidad, la hormiga es un animal capaz de hacer proezas heroicas para el tamaño que tiene, para lo que realmente significa en este inmenso cosmos, pero lo que es verdaderamente fascinante de ella es la organización social y como cada una de ellas, individualmente, es una pequeña heroína, pero a nivel global son un auténtico flipe. Además, hay un trabajo detrás de este libro, más allá de mi poesía, de gente que ha estado cerca de mi en el que muchas personas han puesto su granito de arena que ha llevado a que yo cumpla un sueño.

¿Se siente una hormiguita en este mundo?

Me siento una hormiguita en este mundo rodeado de muchas hormigas que cooperan conmigo.

Con tantos frentes abiertos en su vida, ¿ya tiene claro qué quiere ser de mayor?

(Más que una risa, una carcajada). Creo que hay tiempo para todo y se puede llevar todo para adelante. Lo que tengo claro es que no quiero ser pensionista (responde entre risas).

¿Me da alguna clave para triunfar en la vida?

(Ríe de nuevo). No sabría decirte. No te voy a dar una, te voy a dar dos. Una es creer en uno mismo, siendo consciente de las posibilidades de uno mismo. Tener una creencia acorde a tus posibilidades, pero creer en que puedes hacerlo. Llevarte a buscar esos límites sobre qué puedes y no puedes hacer.  Y resiliencia es la otra clave; el saber aceptar los golpes y reponerse. Eso es algo por su puesto la resiliencia no es algo que se tenga o no se tenga es algo que se trabaja y para eso estamos los profesionales de la Psicología también.

| LUIS GRESA

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