EN PRIMERA PERSONA: Juanjo Montiel, programador informático

Secciones: Entrevistas
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“No soy un fuera de serie”

Luis Gresa | Juanjo Montiel (Málaga, 1984) no se reconoce como un ser excepcional, pero toda su trayectoria indica justo lo contrario, un cráneo privilegiado de los que describiera Valle-Inclán. Su pasión por los ordenadores comenzó de forma autodidacta y ya a los 16 años diseñó sus primeras webs. Sabía que si aprendía a programar lograría ser capaz de hacer que el ordenador hiciera lo que yo quisiera. Y el tiempo le ha dado la razón. Su primer gran éxito fue Litersoft, el programa para acceder a la biblioteca digital de la ONCE, tan apreciado por el colectivo de personas ciegas. En la actualidad, trabaja como programador con dos perfiles de gran exigencia profesional; en un sistema para el manejo de reservas e interconexión entre líneas aéreas para una multinacional y como responsable de Accesibilidad de Pasiona, en Barcelona. Juanjo es ciego de nacimiento y se declara muy crítico con el cumplimiento de la Accesibilidad en España y muy consciente de los riesgos que el desarrollo de las tecnologías pueden generar en la sociedad de hoy. Pero él insiste, “no soy un fuera de serie”, sostiene. Quizá no lo sea, pero es, en todo caso, un buen ejemplo de capacidad.

¿Cómo, cuándo y dónde comenzó su pasión por las tecnologías?

Desde muy pequeño. A los 8 años me encantaban las videoconsolas y los ordenadores. Por ahí por ahí empezó la cosa.

¿Y a qué jugaba de pequeño?

En aquella época no había nada accesible. No había por dónde cogerlo. Mi primera experiencia con tecnología accesible fue con el braille hablado, sería por el 95.

A los 16 años comenzó ya a programar. ¿Por dónde empezó?

Cuando tenía 12 o 13 años mis padres nos compraron un ordenador a mi hermana y a mí. No había Jaws, en el 99 empezó la primera versión que funcionada con Windows 98 y empecé con cosas muy básicas. Aún recuerdo cómo antes de JAWS, me aprendí de memoria los menús más importantes de Windows 95 para poder abrir algunas aplicaciones y manejar lo básico. Luego ya en el 2000, con Internet empecé a leer artículos y a programar páginas web muy sencillitas, para mí mismo, hicimos la web del Instituto en HTML puro y duro, madre mía. Y luego me metí con Tiflolibros, que es una biblioteca digital para ciegos. Me pidieron unas modificaciones para ofrecer otros servicios y empecé a trabajar con eso y con cosas más complejas leyendo muchos tutoriales. Y en 2005 me hice un ciclo superior a nivel más profesional para pulir lo que ya conocía, desde un punto de vista más académico.

¿Y cómo se forma una personalidad tan emprendedora desde tan joven?

Hay un poco de todo. Creatividad, querer hacer muchas cosas, yo sabía que si aprendía a programar lograría ser capaz de sacarle el jugo al ordenador y programar aplicaciones que me ayudaran a mí mismo y a otros. Y eso fue mi motivación, quiero hacer mis programas y ayudar a otras personas a hacer programas que les sirvan a ellos y no solo a mí. Yo he sido siempre muy cabezón.

Ese perfil ¿conlleva una cierta dosis de individualismo? Porque no son prácticas que exijan socialización.

No lo son, no lo son. De hecho, tengo un punto antisocial en según qué momentos. No he sido un niño introvertido, ni mucho menos, pero cuando me siento a programar me abstraigo totalmente y da igual lo que pase que ni me entero. Sobre todo, cuando haces programas propios, sí que puede ser un trabajo muy individualista y solitario. Luego aprendes a compartir y a trabajar en equipo, que a nivel empresarial es una habilidad importantísima. Cuando publicas tus códigos en la comunidad ya colaboras con más gente. Pero es un trabajo muy virtual, el cara a cara no es tan necesario. Es verdad que no he sido el estereotipo de friki que mucha gente se piensa, siempre me ha gustado socializar, salir con los amigos y la familia, pero sí que es cierto que cuando te pones a programar el mundo se convierte un poco en eso.

“No estamos acostumbrados a empatizar”

Juanjo Montiel con su perro guía Whost

Ser ciego, ¿le ha conducido en algún sentido en esa dirección?

Seguro, seguro, por su puesto. No tengo la menor duda de que si no hubiera sido ciego posiblemente no me hubiera interesado la accesibilidad ni ayudar a otras personas ciegas. Tienes que estar dentro de ese mundo, conocer a alguien muy cercano que esté en esa situación, y ser capaz de empatizar. Desgraciadamente en esta sociedad no estamos acostumbrados a empatizar o a tener en cuenta ciertas cosas si no las conocemos. Me ha condicionado muchísimo en el sentido de centrarme en la accesibilidad, en difundirla, en intentar que la gente entienda su importancia, intentar hacer software para ciegos para mejorar su día a día. Y eso viene por mis propias barreras.

Usted sostiene que la programación es un lenguaje que se puede entender y afrontar viendo o sin ver. ¿Quiere eso decir que es también una salida de formación y profesional más que adecuada y recomendable para las personas ciegas?

Al 100% o al 1.000% si eso fuera posible. Estoy totalmente convencido de que hay muchísimas personas que tendrían esta salida, al igual que yo estoy trabajando. Yo no soy un fuera de serie y estoy trabajando en este mundo. Muchas personas ciegas pueden trabajar en esto igual que yo. Es un lenguaje totalmente escrito. Evidentemente no vas a poner a un usuario ciego a hacer un diseño gráfico, pero hacer una página web, unos algoritmos, cualquier cosa que no implique trabajar con imágenes es totalmente factible siempre que las herramientas de desarrollo sean accesibles. Si la tecnología se desarrolla pensando en todo el mundo, pensando que un montón de perfiles pueden trabajar con ella, al 100% es una salida totalmente adecuada para usuarios ciegos. Ahora solo falta que las empresas en vez de tener tanto miedo empiecen a creer que somos capaces como cualquier otro. Cuando se den cuenta de que la interfaz entre el ordenador y el ser humano va más allá de los ojos empezaremos a tener más oportunidades laborales y se darán cuenta de que podemos trabajar igual que ellos, como cualquier otro.

Creó Litersoft, que es un programa para acceder a la biblioteca digital de la ONCE. Al final se trata de hacer la vida más fácil a las personas ciegas. Fue un éxito, ¿no?

Ha tenido muchísimo éxito, hay un montón de gente que la utiliza y estoy muy contento, porque es una aplicación que les ha sido útil. Al final tú, cuando programas algo, lo que más deseas es que la gente lo use, y le sea útil y lo utilice. Y en este caso es una barbaridad. Es una alegría.

Ahora es responsable de Accesibilidad de Pasiona, una consultora de negocio, especializada en tecnologías Microsoft, movilidad, usabilidad y accesibilidad, con oficinas en Barcelona, Madrid, Bilbao, Londres y México. ¿En qué consiste su trabajo?

Tengo dos perfiles. Como senior developer estoy trabajando para una multinacional que trabaja con líneas aéreas, similar a Amadeus, el mayorista de interconexión entre líneas aéreas para agentes de viajes, y estoy haciendo un sistema para manejo de reservas e interconexión entre líneas y de automatización de procesos. Y por otro lado soy el responsable del área de Accesibilidad de la parte de consultorías, auditorías, servicios al cliente para diseño de aplicaciones accesibles.

En un puesto de esa envergadura, ¿cada día es un reto nuevo o también hay espacio para la rutina en una responsabilidad así?

Quizá hay momentos de rutina, porque siempre hay incidencias fáciles de resolver, pero es complicado que un producto como este sea muy rutinario porque todos los días son problemas y retos nuevos. Nunca me he sentido dentro de una rutina dentro de este trabajo, salvo momentos puntuales. El 95% del tiempo para mí no es rutinario en absoluto. El lenguaje es el mismo, pero como tú construyes las palabras que dan forma al programa, siempre tienes que estar pensando en la mejor forma de enfrentarte a un problema. Además, el proyecto sigue muy vivo, siempre tienes retos diferentes y, sobre todo, espacio para mejorar lo ya escrito.

¿Cuál es la situación más compleja a la que se ha tenido que enfrentar?

Pues también con el lenguaje. Pero en este caso con el inglés quizá. Porque el 100% de la comunicación es en inglés al trabajar con Estados Unidos, Reino Unido, Australia o la India, y me ha costado ser capaz de ser más o menos fluido. En la programación hay fases complejas de desarrollo, trabajando a contrarreloj con mucha presión, pero esa complejidad de la programación ha sido casi, casi, muy natural, siempre me ha gustado y se me ha dado relativamente bien. Quizá lo más complejo sea a nivel idiomático, y tengo que seguir mejorando, porque a veces me cuesta.

¿Qué le asusta más, el Brexit o la guerra comercial entre Estados Unidos y China?

Lo segundo, la verdad, el Brexit ya viene de largo, y al final no deja de ser un “no me toques mi soberanía y deja que yo haga mis políticas como mejor me venga” aunque esté en Europa, pero ya llevan tanto tiempo con lo mismo que al final me cansa. La guerra comercial es más que una guerra comercial. Son dos potencias enormes, cada uno con sus líderes muy prepotentes (en el caso de China directamente es que es una dictadura, y en el caso de Trump diría que lo suyo es algo más cercano a la idiocia y no a la prepotencia), y es fascinante y aterrador ver cómo manejan esa situación.

¿Sorprende a sus clientes un desarrollador ciego?

Sí, siempre. No están acostumbrados. No hay una normalización en este tipo de cosas. Por dos razones; la principal es que no hay tantos ciegos como para convertirse en una normalidad, y la segunda es que no hay concienciación. La gente no comprende cómo un ciego pueda estar programando, los ve en profesiones muy típicas como fisios, abogacía incluso o vendedor del cupón, por supuesto. Sí sorprende y me da pena que no se conozca que podemos hacer este tipo de cosas, por eso creo que es tan importante la concienciación.

 

“La legislación sobre Accesibilidad es ambiciosa pero irreal”

Juanjo en la sede de Pasiona en Barcelona

¿Qué cree que falla?

Básicamente falla la educación. Desde bien pequeños se nos debería a enseñar en la diversidad, que hay gente diversa, que el mundo es muy grande, que hay muchas personas con diferentes capacidades, ni mejor ni peor, solo diferentes, y, sobre todo, que lo vean y lo vivan, que no solo sean palabras en una pantalla o en un papel. Y luego en la etapa superior que haya formación en la accesibilidad. Debería ser obligatorio que trabajáramos en accesibilidad cuando estamos en una carrera universitaria. Esto ayudaría a normalizar la situación y a que la gente sea más abierta de mente y no les sorprenda que una persona ciega o sorda o con discapacidad intelectual hagan cosas que para ellos son impensables porque, simplemente, nunca han tenido que hacerlo así.

¿Y por qué cree que el empresario recela todavía del talento de las personas con discapacidad?

Porque no han sido educados en pensar que la tecnología es accesible, que existen formas de hacer las cosas. Estamos acostumbrados a rodearnos de personas de nuestras mismas capacidades y formas de hacer las cosas y cuando llega una persona que es tan diferente, la empatía se convierte en un arma de doble filo; porque empatizas, pero desde tu falta de experiencia con el tema; y eso provoca miedo, porque ellos creen que si estuvieran en tu lugar no sabrían hacerlo, por lo que no creen que en realidad tú vayas a ser capaz de hacerlo igual de bien que los demás. Teniendo a un montón de desarrolladores sin discapacidad que “van a hacer el mismo trabajo que tú”… pues imagínate: ¿para qué arriesgarse? Falta mucho por aprender y asimilar, hasta que las empresas entiendan que la diversidad es sinónimo de riqueza.

En la España de hoy, 2019, de 0 a 10, ¿cómo cree que estamos en términos de accesibilidad?

Buf... 4.

Sin embargo, tanto en Andalucía como en España contamos con un marco legislativo muy ambicioso en esa materia. ¿Qué está pasando, falta voluntad, de conciencia, medidas más coercitivas para exigir el cumplimiento de la ley?

Tú lo has dicho. No hay medidas coercitivas suficientes. Es un marco legislativo muy ambicioso pero irreal, inalcanzable porque no hay sanciones, porque realmente no se ha puesto sobre la mesa; o te vuelves accesible o te pongo una multa de 50 millones de euros y si no lo haces te cierro la web. No hay esa coerción. No hay esa sensación de amenaza. Suena muy feo, pero es que parece que hay que obligar a la gente a hacer las cosas bien. Es muy ambiciosa pero no se aplica en absoluto. Seguiremos en suspenso hasta que la gente realmente tenga que hacer sus webs accesibles o tenga consecuencias porque la empatía no funciona, al menos a nivel empresarial en absoluto.

¿Quién incumple más, las administraciones o las empresas?

Fifty-fifty. La administración quizá empieza a darle más importancia porque tienen sus guías de estilo y codificación, pero aun así a veces se limitan a decir que cumplen con las normas de accesibilidad, pero luego entras y no es cierto. Las grandes empresas de telefonía, de telecomunicación, de suministro eléctrico, de comercio, están bastante peor. Y si lo tienen en cuenta es en un día concreto en el que tienen que sacar su certificado web, pero luego no hay nadie que vele porque esa accesibilidad se cumpla a lo largo del tiempo. No hay un equipo de accesibilidad en la empresa que sea transversal y que ayude a los desarrolladores, no hay formación para que los contenidos sean accesibles, y al final esa web empeorará. Soy pesimista porque veo que la ley no se cumple.

Pero admite que España ¿está mejor que muchos países de su entorno?

En concienciación estamos por el buen camino, aunque sea muy poco a poco. El problema es la falta de sanción. A nivel europeo no sé cómo está la cosa, pero aquí a nivel empresarial está muy mal.

¿Qué debería cambiar para mejorar la convivencia de las personas ciegas y la tecnología?

Bueno, la convivencia no es un problema siempre que las aplicaciones sean accesibles. El problema es por qué no hay más software accesible, más tecnología accesible a nuestro alrededor, porque los desarrolladores tienen que pensar en la accesibilidad desde cero, desde la fase de la concepción.

 

“Siento vértigo de lo que avanzan las tecnologías”

"La única certeza que tengo es lo que quiero a mi hijo y a mi mujer", reconoce Montiel

¿No cree que estamos creando una sociedad demasiado dependiente de las nuevas tecnologías?

Sí, pero no solo a nivel de personas con discapacidad, al final es una evolución natural, la tecnología nos permite hacer más cosas, pero a la vez nos hace dependientes. A veces pienso que la tecnología nos puede hacer un poco tontos, porque confiamos en ella para cualquier cosa y dejamos de memorizar, pero es complicado ese equilibrio entre evolución tecnológica y dependencia. Imagínate dentro de tres siglos, si ya es hoy y nos quitan Internet, y no sabemos qué hacer. Sí, pero no veo una solución sencilla a esa dependencia.

¿Se entiende mejor el mundo en el que vivimos desde la perspectiva de un desarrollador tecnológico?

Si, sin duda. Sí tienes un conocimiento, aunque sea superficial, y te ayuda a entender cómo va evolucionando el mundo, la tecnología y cómo puedes hacer que esa tecnología te beneficie a ti.
Harari sitúa a las tecnologías disruptivas, el desarrollo desmesurado de los algoritmos, la inundación de la información, entre los desafíos del siglo XXI al mismo nivel que los peligros del cambio climático o las amenazas del terrorismo y las guerras nucleares.

¿Tenemos razones para preocuparnos?

Esa pregunta es muy difícil. Aún nos queda mucho para que la inteligencia artificial suponga una amenaza, pero cada vez hay más ciberdelincuencia, y una guerra cibernética sería horrible si consiguieran atacar puntos clave. Estamos más expuestos de lo que pensamos porque la tecnología cada vez es más compleja y por tanto más susceptible a tener vulnerabilidades, la información está disponible, pero los usuarios medios no tienen el conocimiento para entender cómo nos puede afectar si nos hackean algún dispositivo, o sobre cómo protegernos, hace falta concienciación. La tecnología en sí no es una amenaza sino la desprotección que tenemos los usuarios finales ante muchos ataques que se están produciendo cada vez más. Y luego infraestructuras críticas que están conectadas a la red y que son susceptibles de ser atacadas y provocar un caos brutal. Es complicado, peligroso y deberíamos pensar más en ello, pero es una amenaza más de concienciación, de que haya más seguridad y por supuesto, de que los fabricantes mantengan dispositivos antiguos también actualizados.

En usted, ¿todo son certezas o también hay dudas?

Por Dios, sí, de hecho, soy una persona que tiene pocas certezas. Yo puedo dar una opinión, pero me pueden convencer de lo contrario. La vida es tan complicada que no es de blanco o negro. La única certeza que tengo es lo que quiero a mi hijo y a mi mujer.

Juanjo, ¿de qué siente vértigo?

Quizá de lo que avanza la tecnología y de lo fácil que sería que me dejaran atrás si no tenemos cuidado de cómo se hacen las cosas.

Y Málaga, para terminar, ¿qué lugar ocupa en su vida ahora mismo?

Hombre, pues un lugar muy importante, tengo a casi toda mi familia allí. Desde que nací hasta los 20 años viví allí, tengo un montón de amigos y de buenos recuerdos. Eso hace que sea la ciudad más importante para mí, aunque estoy viviendo en Barcelona, pero tener gente a la que quiero tanto allí, hace que cada vez que voy me encante y lo disfrute.

 

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