EN PRIMERA PERSONA: José Soto, historiador y novelista
“Lo que más atenta a la convivencia es el desconocimiento”
Luis Gresa | José Soto (Santa Fé, Granada, 1971) es licenciado y doctorado en Historia Medieval por la Universidad de Granada. Un coleccionista enamorado de las antigüedades arqueológicas y apasionado de Mesopotamia y las primeras civilizaciones, además de investigador en el Centro de Estudios Bizantinos, Neogriegos y chipriotas de Granada. Un accidente en acto de servicio truncó su carrera militar el 19 de marzo de 1996. No lo olvida, y desde entonces, ciego total, vuelca su vida en la investigación histórica, la literatura y la poesía. Como bizantinista e iranólogo, es todo un referente en España.
Siento recordárselo pero ¿podría contarnos qué pasó en ese accidente de Cerro Muriano para perder la vista en acto de servicio?
Sí, no tengo problemas porque para mí fue como volver a nacer. No fue un momento de alegría evidentemente, porque fue algo traumático, pero sí de esperanza. Yo era militar profesional, artificiero, y en unas prácticas con explosivos una de las personas que estaba en las maniobras cometió un error montando una carga explosiva y estalló antes de tiempo. Esa persona murió y las otras quedamos heridas, perdiendo, en mi caso, la pierna izquierda y la vista, además de una importante sordera. Estuve en coma quince días, y cuando ya nadie lo esperaba, cuando se descartaba cualquier indicio de supervivencia, afortunadamente, me desperté.
¿Y cómo se afronta la vida después de un episodio así?
En mi caso, hay que tener en cuenta algunas consideraciones. Yo estuve en Bosnia-Herzegovina, donde me di cuenta qué era lo sustancial en la vida. Para mí, eso fue una inyección de vitamina que me ayudó a afrontar luego el accidente. Por otra parte, el apoyo que tuve por parte de mi familia, de mis amigos, y también en aquel momento de mi novia. Todo eso ayuda. Yo cuando entré en el hospital daba por asumido que estaba muerto, entonces cuando vuelves a la vida, lo último que quieres es quejarte de algo. Lo que quieres es vivir. No tuve que hacer nada especial, solo vivir lo más intensamente que se pueda.
En Bosnia Herzegovina, en 1995, también estuvo cerca de la muerte a diario, ¿eso marca en algún sentido?
Evidentemente. Cuando ves la muerte cara a cara y destroza la vida de mucha gente, y sobre todo la de los niños, que es lo más me marcó. Niños que lo habían perdido todo, que habían sido objeto de violencia, de maltrato, de violaciones, que habían perdido sus piernas al pisar una mina, y sin embargo los ves sonreír, jugar o ilusionarse con un simple caramelo, pues todo eso te quita cualquier derecho a quejarte de tu suerte.
¿Y cómo llega a la literatura? ¿Le ayudó en alguna medida para superar las dificultades a las que tuvo que enfrentarse?
Yo siempre había escrito desde pequeño. Siempre había sido una persona apasionada de la historia y la literatura. Cuando me quedé ciego tras el accidente, tuve muy claro que tenía que comenzar un nuevo camino. Para mí la historia era una pasión y tan solo nueve meses después del accidente comencé la carrera de historia. A la literatura, en concreto, me acerqué haciendo mi tesis doctoral. El proceso de realizar una tesis es muy agobiante, y recuerdo que en ese periodo me sobrevolaba la mente la frase “Desde mi ceguera, como desde una roca, contemplo todas las cosas”, y ahí nació la primera de mis novelas, Tiempo de Leones.
¿Supone esa frase para usted una ley de vida?
Sí. El personaje que cuenta la historia, en cierta manera, es un alter ego mío. Para mí, ser ciego, no es solo una contingencia del destino, sino que creo que si puedes aprovecharlo, se puede convertir en una actitud positiva frente a la vida.
“Nuestro pasado islámico es un tesoro”
Y su pasión por Mesopotamia ¿dónde tiene su origen?
Yo soy bizantinista, por un lado, lo que hoy sería el mediterráneo oriental, y por otro lado soy iranólogo. Entonces, Mesopotamia es lo que hoy es Irán, la antigua Persia. Pero donde yo me identifico es en la relación entre ambos imperios, en el surgimiento del primer Islam.
Discúlpeme la expresión pero, ¿se siente un “bicho raro” por declararse bizantinista e iranólogo?
Sí (risas), porque cuando yo empecé hace ya veinte años había pocos bizantinistas, y prácticamente ningún iranólogo en España. Hoy en día, hay dos grandes asociaciones, pero cuando yo comencé a escribir sobre esto, no es que fuera raro, sino que era lo siguiente. De hecho, cuando yo planteé mi tesis doctoral me dijeron, “no puedes hacerlo”, y, sin embargo, lo hice.
¿Qué es lo que más le fascina de ese Imperio?
Me centré en esas civilizaciones, porque, en primer lugar, Bizancio es la continuación de Roma, que, en cierto modo, somos nosotros. Yo sostengo que somos lo que fuimos. Conocer este pasado romano-bizantino explica muchas cosas de nuestro mundo actual. Y en cuanto a Irán, para mí es el primer gran imperio universal, es un depósito de cultura. Cosas que creemos que son árabes o que atribuimos al islam, realmente, las tomaron de Persia, por lo tanto, Persia está presente, por ejemplo, en Granada. Mucha gente desconoce que las pinturas que hay en la Alhambra, los pigmentos vinieron de Persia. O los jardines de la Alhambra, son jardines persas.
¿Es Granada la mejor ciudad para estudiar Bizancio en este país?
Granada tiene una conexión muy extraña con Oriente. Hay algunos bizantinos que escriben sobre Granada, que visitan la ciudad en el siglo XIV y XV. Hubo cuatrocientos bizantinos que cuando cae Constantinopla son enviados a Granada como regalo al sultán, y que se quedaron. Y es cierto que es una ciudad con un toque oriental muy significativo. De hecho, cuando uno viaja por Grecia o Turquía, se siente uno muy cómodo porque parece que estás en Granada.
¿El cruce de culturas de esta ciudad, se pone en valor lo suficiente en el conjunto de España?
Hay que tener en cuenta dos cosas. Hay una Granada literaria, que sí se pone en valor, y luego hay una Granada con una historia impresionante desde la antigüedad ibérica hasta la actualidad que no se está aprovechando nada. Por resumirlo, nuestro pasado islámico tapa todo nuestro pasado restante y no nos permite ponerlo en valor y potenciarlo. Y se debería de hacer porque es un tesoro.
“España debe mantener una actitud abierta de acogida cultural”
¿Cuáles son los valores que reivindica de aquella etapa de la historia para la sociedad del siglo XXI?
En primer lugar, toda civilización debe ser consciente de sus valores. Si se reivindican los valores propios, se logra ser más tolerante con los valores de los demás. Pero si se reniega de los valores, probablemente no entiendas los de los demás. Es decir, primero hay que tener un conocimiento de tu pasado, de tus valores, en definitiva, sentirte orgulloso de quién eres. Pero ese orgullo no puede ser excluyente, debe ser acogedor con el otro. Mi principal área de estudio de Bizancio y de Persia se centra en que son dos civilizaciones muy seguras de sí mismas, pero al mismo tiempo muy abiertas a las influencias de los demás.
Yo sostengo que España debe mantener esa actitud abierta, de acogida cultural, que le caracteriza. Pero al mismo tiempo, ser consciente de algo que, desgraciadamente, desde hace ya más de dos siglos perdimos con la leyenda negra, y es valorar nuestro pasado como algo increíble.
¿Qué lección deberían aprender los políticos de hoy de un personaje histórico como Heraclio, el último emperador romano por el que usted siente tanta fascinación?
En primer término, ser capaces de construir un proyecto colectivo que ilusione a la gente. Heraclio, en un momento de crisis tremendo que abarcaba lo político y lo económico, generó un proyecto colectivo en el que todo el mundo se sentía partícipe. Y, en segundo lugar, logró anteponer lo colectivo a su proyección personal. Heraclio transmitió que la gente era realmente lo que más le importaba.
Yo le llamo a Heraclio “el emperador de las botas negras”, porque en Bizancio el emperador estaba en un plano divino, por encima de cualquier mortal, y él cuando se presenta a su ejército, lo hace con unas botas negras, que era el símbolo del soldado raso, en vez de las botas púrpura que era el símbolo del emperador. Fue un gesto de cercanía, de transmitir que era uno más, que venía a sufrir y a pelear como todos ellos.
El problema es que en este país se lee muy poco, ¿usted cree que, si se estudiara más historia, el mundo sería mejor?
Sin duda. Aparte yo creo que el problema de nuestros políticos es que no tienen ni idea de historia. No conocen la historia de su país, ni la historia de Europa, ni la del mundo. Por tanto, sus decisiones son, a menudo, extemporáneas. Yo recuerdo que me quedé alucinado cuando en el Congreso de los Diputados, un presidente español dijo: “Van a culparnos hasta de la derrota de Lepanto”. Cuando si hay alguna victoria significativa en nuestra historia es, precisamente, la de Lepanto.
“Necesitamos mucha gente políticamente incorrecta”
¿En qué es usted de pensamiento políticamente incorrecto?
Yo soy políticamente bastante incorrecto, de por sí, y eso me ha traído, en ocasiones, algunos problemas. Yo pienso que ser políticamente incorrecto es una garantía de sanidad. Necesitamos mucha gente políticamente incorrecta. Y creo que, precisamente, uno de los problemas de libertad que estamos teniendo en España es que las personas que son así están cada vez más excluidas.
Mezclar el género negro y el histórico con toques de terror ¿es una combinación explosiva o una estrategia estrictamente comercial?
Yo creo que funciona muy bien. A mí me divierte bastante hacerlo. Actualmente los libros tienen que competir mucho con el sector de los videojuegos, YouTube, etc. Entonces hay que ofrecer productos que enganchen y que sean explosivos, porque si no, la gente deja de leer porque hay demasiada oferta. Ahora el libro tiene que tener un plus añadido a su servicio habitual, y ese plus hay que buscarlo en aspectos como mezclar géneros.
¿Cómo busca la emoción del lector?
A mí me encanta leer, y yo pienso que el lector lo que quiere es meterse en el libro, que te atrape, te coja del cuello y te meta dentro. Entonces, creo que la narrativa debe ser ágil, y, ante todo, debe ser capaz de absorberte. Un libro debe conseguir que, si vas leyendo en un autobús, te olvides de que estás ahí viajando, y creas que estás en otro lugar, en otra época, en otra situación o en otros sentimientos.
¿Aspira a ver su ‘Tiempo de Leones’ o ‘El paraíso de las batallas’ convertido en otro Juego de Tronos?
Eso estaría muy bien (risas). Ojalá. A mí siempre me dicen que mis libros son cinematográficos. De hecho, he tenido algunos diálogos con amigos, algunos de ellos escritores, y todos me dicen que es increíble que sean tan visuales. Y siempre respondo que, quizás, sean la expresión de la necesidad que yo tengo de ver.
“Un historiador debe transmitir la riqueza de la historia”
El hecho de ser historiador, ¿le condiciona mucho la ficción de sus novelas? Lo digo por su afán de aportar datos, de transmitir información veraz sobre una época concreta, o la precisión y el detallismo en la objetividad de los hechos.
Siempre tengo esta discusión con mis colegas académicos. Los historiadores hemos hecho dejación de funciones. Un historiador no solo está para escribir artículos y libros para sus colegas historiadores, sino que debe transmitir la riqueza de la historia a la gente. Y este contexto, la novela histórica es un vehículo precioso. Ahora bien, una buena novela histórica tiene que ser fiel a la historia, ya que lo que busca el lector es viajar a esa época. No obstante, eso nunca debe estar reñido con el entretenimiento. Debe tener una trama, debe tener carne y sangre, es decir, no basta con ir a Bizancio o a Persia, o a la antigua Roma, no basta con que la creación sea fidedigna, sino que también hay que hacer sentir al lector. El éxito radica en mantener el equilibrio entre la realidad y la emoción.
¿Qué le conduce a la poesía? ¿Qué le aporta?
La culpa la tiene mi amiga Mari Jose Muñoz, poetisa y pintora, porque yo siempre había escrito poesía desde pequeño, pero siendo muy cuidadoso, ya que me daba mucho pudor. Y ahora, por primera vez, en un libro en el que ella me invitó a participar, voy a hacer mi estreno como poeta. Estoy empezando a hacer algunas cosas con una agrupación, y ciertamente me siento muy cómodo.
¿Se siente más libre haciendo poesía?
La poesía te exige ser muy sincero con lo que sientes. En la novela tienes más margen, puedes ilusionar más, despegarte más de tu propio ser. Pero la poesía te obliga a ser tú mismo en cada verso.
¿Piensa usted que las religiones han hecho mucho daño a la convivencia global?
Yo creo que no. En mi opinión lo que más atenta contra la convivencia es el desconocimiento y la ignorancia del otro. Y, por supuesto, la política y la ideología. Yo me di cuenta en Bosnia-Herzegovina. En ciudades como Mostar, donde había un 40% de matrimonios mixtos, es decir, conformados por serbios y croatas, o croatas y musulmanes. Y de repente, el nacionalismo comenzó a agitar aquello y en tan solo unos años se estaban asesinando compañeros de universidad o familias.
Lo que daña la convivencia es el odio y el desconocimiento, y estos se pueden encarnar en una ideología, ya sea política o religiosa.
¿Y qué le parece la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca?
Preocupante. Pienso que Trump es un indocumentado. Es una persona que conoce muy poco a su país y al mundo. Una persona con tan poco conocimiento de la realidad internacional puede ser una complicación.
“Temo un nuevo conflicto mundial”
¿Usted teme un nuevo conflicto mundial a largo plazo?
Desde mi posición de historiador, te diría que sí. Tenemos por delante muchos conflictos, uno de ellos con el Islam radical. Pero esto no es ninguna novedad. Yo soy un experto conocedor en cómo surge el Islam, y el Islam radical tiene un componente que todavía no ha cambiado. El cristianismo, por ejemplo, sí. Hizo una reconversión a partir del siglo XVI, y sobre todo a partir del XVIII, con la Ilustración. Sin embargo, el Islam no lo ha hecho, y ahí reside un germen de conflicto evidente. Hay que procurar que el Islam se reconvierta hacia un componente más humanista.
Y por otro lado está China o Rusia. Entonces, claro que hay motivos para pensar en un conflicto, y no solo en Oriente Medio. Nuestro mundo es más conflictivo que hace unos treinta años, porque no existe un solo núcleo de poder.
Vivimos en un mundo radicalmente distinto al de hace unas décadas, ¿no han ayudado las nuevas tecnologías en unir y crear diálogo entre personas diferentes para converger en objetivos comunes?
Si leemos lo que los ensayistas escribían hace treinta años, nos encontramos con el concepto de Aldea Global, de una mezcla de culturas. Sin embargo, desgraciadamente, el nacionalismo está surgiendo con mucha fuerza en la propia Europa, donde pensábamos que ya estaba superado. Y también antiguos movimientos radicales como el comunismo, el anarquismo, el fascismo, el nazismo, … están resurgiendo entre nuestros jóvenes.
Por tanto, estas herramientas que deberían ser una base de conocimiento mutuo, están desembocando en todo lo contrario, en bases para el desconocimiento mutuo, para la propaganda y para el odio. Espero que en los próximos años esto se rectifique. También es pertinente decir que, si se hace un buen uso, son herramientas muy útiles para todo lo contrario.
Mi sorpresa es que hace treinta años pensaba que iríamos a ese Aldea Global, y lo que vamos es a una aldea donde cada uno tiene su terruño. En España está Cataluña, en Bélgica los valones y los flamencos, en Italia la Liga Norte, en Alemania el partido neonazi, Francia con Le Pen, … Entonces, lo que veo es lo contrario.
Desde su perspectiva histórica, ¿ve factible una Cataluña independiente?
Factible, no. Posible, sí. En Yugoslavia, en el año 1989, nadie pensaba que ese país pudiera saltar por los aires, y saltó. Siempre mantengo el mismo lema: si no somos conscientes del peligro, después nos enfrentaremos a las consecuencias.
No sirve de nada negar la evidencia. Hay un problema grave. Casi un 50% de personas quieren un estado independiente, y la otra mitad pidiendo que esa locura se detenga. Por tanto, hay un conflicto, y la solución pasa por la educación y por los medios de comunicación. Si no se toman estas cartas en el asunto, el conflicto irá a más.
¿Y ahora qué? Después de la Trilogía de ‘Tiempo de Leones’, ¿cuál es la siguiente página de su vida?
Estoy trabajando en dos novelas. La tercera parte de Tiempos de Leones, y una nueva novela llamada: Donde el mundo tiembla. Aparte, también estoy trabajando en un libro de historia que me ha encargado una editorial, y en el proyecto que comentaba antes con la pintora y poetisa Mari Jose Muñoz, donde vamos a intentar recrear la maravillosa gloria de la antigua Grecia. Será una mezcla de obras de arte y de poemas. Cada obra de arte llevará su poema. Va a ser un paseo desde la Puerta de los Leones de Micenas, hasta el Faro de Alejandría.
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