EN PRIMERA PERSONA: Ana Olmedo, asesora jurídica de Acogimiento Familiar y Adopción
“La administración no está preparada para desarrollar el potencial de las personas con discapacidad”
La suya ha sido una vida de muchas horas estudio, un alto grado de autoexigencia y algún que otro sacrificio. Fruto de tanto esfuerzo, Ana Olmedo (Azuaga, Badajoz, 1984) es hoy una mujer independiente y feliz. Cordobesa de corazón, la pérdida repentina de la visión desvió una carrera que le hubiera llevado, seguro, a la adjudicatura, hacia una vocación de fuerte compromiso social. Funcionaria del Cuerpo Superior de Administradores Generales de la Junta de Andalucía en Córdoba, comenzó su trayectoria laboral en el ámbito de la violencia de género, donde forjó un carácter fuerte, y continuó en los servicios jurídicos adopción de menores, donde se emociona cada vez que una adopción se resuelve después de un proceso tan largo de forma favorable. Siempre quiere más. Cuestión de perseverancia. Y ahora, consciente de que “la administración no está preparada para desarrollar el potencial de las personas con discapacidad”, Olmedo trabaja por impulsar su carrera administrativa.
¿La suya ha sido una vida de muchos sacrificios?
Ha habido sacrificios, pero el balance siempre es positivo. Ha habido muchos más momentos felices que sacrificios. Lo siento así, aunque es verdad que he atravesado etapas complicadas y ha habido que hacer un esfuerzo extraordinario.
Son muchos días en vela, muchas horas de estudio, mucho sacrificio personal para trazar la trayectoria que ha realizado hasta ahora.
De eso mucho. Ha sido constante superar etapas siempre. Desde pequeña tenía muy claro que quería una independencia y eso solo lo podía conseguir teniendo la capacidad de desenvolverme por mi misma, teniendo un puesto de trabajo que reportara esa autonomía y sentirme realizada. Eso sí me ha supuesto muchas horas de estudio, tanto en el colegio, en el Instituto y por su puesto en la Universidad y en las oposiciones. Quizá conforme iba creciendo más y más intenso. En las oposiciones he llegado a estudiar como 12 horas al día sin fines de semana y me he perdido muchos momentos por esa independencia.
Usted se quedó ciega por un accidente en una piscina en el verano de 1º a 2º de Derecho. ¿Debió ser un impacto enorme en su vida?
Si mucho, fue completamente inesperado. Yo tenía una discapacidad visual, creo que desde que tengo uso de razón estoy afiliada a la ONCE, y hacía vida de una persona vidente con mis limitaciones, y perdí la vista por un desprendimiento de retina. Cuando es algo inesperado es complicado asimilar, cambia todo tu mundo, porque antes veías y ahora no, y te cambia todo. Fue una etapa muy difícil.
¿Y cómo se supera ese trance a esa edad?
Con apoyo. Es fundamental. Mi familia, mis padres, mi hermano, que entonces tenía 13 años, -yo tenía 18 años para 19 - se volcaron conmigo en todos los sentidos. Son mis tres pilares, pero también tuve el apoyo de mis amigas del Instituto que luego vinieron conmigo a la facultad y en ese momento tomé la decisión de pedir ayuda a la ONCE, te van orientando para asimilar la nueva situación y adaptarte y tirar hacia adelante, pero veía que no podía descolgarme de mi gente porque ese sostén social, con 18 años, no quería perderlo. Y mis amigas tuvieron un papel muy importante pasándome apuntes que luego mi padre me los pasaba al ordenador o escaneaba. Me apoyaron mucho. Y superación personal, sabía que tenía que seguir y tirar hacia adelante, que hay que plantearse pequeños objetivos para superar la situación.
“Con esfuerzo se puede conseguir cualquier objetivo”
¿Y cómo le ayudó la ONCE a seguir adelante?
Me ofrecieron apoyo sicológico, que fue fundamental en ese momento quizá por la edad, aunque no hay ninguna edad buena para perder la vista, pero es verdad que cuando tienes 18 años empezando en la Universidad es complicado gestionarlo. Mercedes la sicóloga, Auxi la TR e Iñaki el Tiflo fueron las tres personas más importantes para poder desarrollarme de una forma más adecuada; ser lo que hoy soy, la ONCE me apoyó. Recuerdo que tuve el bastón guardado en un cajón no sé si un par de años o tres porque me costaba asimilar que yo tenía que ir sola con bastón y ese paso fue para mí el más duro.
El recuerdo que usted dejó en los Servicios Sociales de la ONCE fue el de un ajuste ejemplar y de una madurez y una capacidad de adaptación extraordinarias. ¿Se reconoce en ese perfil?
Tenía muchas ganas de vivir, de intentar superarme, y me agarraba a todo lo bueno que pudiera haber entonces. Es verdad que se pasa mal. No sé si soy ejemplo, no lo sé, sí opte por el camino que era la única salida que había, que era intentar seguir con mi vida y conseguir el objetivo de sentirme muy bien conmigo misma y, por qué no, sentirme realizada con lo que estaba haciendo.
Tuvo que desarrollar estrategias para lograr el expediente brillante que consiguió curso tras curso.
Mi padre tiene mucho que ver en cuanto al nivel académico porque me escaneaba los libros y mi madre un apoyo emocional. Luego mucho estudio y muchas granas de mostrar que podía conseguirlo y conforme obtenía resultados me motivaba a seguir superándome personalmente. Y los profesores veían que una persona invidente podía conseguir buenos resultados, siempre a posteriori, pero me sentía reconocida. Estoy muy orgullosa de donde estoy, no solo a nivel académico, que fue una motivación para ver que conseguía resultados y que el esfuerzo merecía la pena, sino a nivel de poder mirarme al espejo todos los días y sentirme muy bien conmigo misma y que no le debo nada a nadie, que lo he conseguido lo he conseguido por mis propios méritos.
Su experiencia ¿sirve de ejemplo en algún sentido para otras personas con discapacidad?
Cada persona es un mundo, pero sí que creo que es importante, por si alguien se puede sentir identificado, pensar que aunque tengas este bache o esta circunstancia, que vean que con el esfuerzo se puede conseguir cualquier objetivo que se quiera. La haremos de forma distinta, cierto, pero se consigue.
El grado de auto exigencia que usted se ha impuesto en su vida ¿tiene que ver con esa pérdida de visión?
He sido bastante autoexigente conmigo siempre, aunque no me haya dado cuenta. Lo miro con la perspectiva y creo que sí, que he sido muy exigente, sí. Quizá con la pérdida de visión era ‘No puedes hacer esto’, ¿No, por qué? ‘Si puedo. Por qué no voy a poder hacerlo, voy a intentarlo’. Y al intentarlo a la primera no sale, pero a la tercera sí. Más que exigencia, que también, creo que es perseverancia. Seguir intentándolo, luchar por cada día ser mejor, estar mejor.
Cree que la perseverancia es la clave para triunfar en la vida.
Hay muchas claves, pero a mí sí me ha funcionado. Hay momentos que uno flaquea o te falta la motivación y si sigues adelante, ves que la luz está al final del túnel, y que lo estás consiguiendo, poquito a poco alcanzando el objetivo. A mí me ha ido bien.
¿Cambiaron mucho sus expectativas en la vida?
Mira, ahora tengo la suerte de verlo con perspectiva. Cuando empecé la carrera no sé si hubiera estudiado Periodismo, porque siempre me ha gustado escribir y creo que es un medio de transformación social, pero como tampoco lo tenía claro, opté finalmente por Derecho. Y tenía muy claro, muy claro, muy claro, desde el principio, que no quería ejercer la abogacía. No me gustaba, no me veía defendiendo según qué causas, o estando litigando en un juzgado por algo que no creía firmemente. Creo que me hubiera gustado haber sido jueza y ese es el ámbito que quizá cambió. Y tenía claro que tenía que preparar unas oposiciones. Cuando aprobé la carrera escribí una carta al ministerio de Justicia para ver si podía ejercer la judicatura una persona ciega, me remitieron al CGPJ, y no esperé la respuesta, opté por Administradores Generales de la Junta de Andalucía.
“Pensar que la justicia está politizada es pernicioso”
¿Cree que la justicia está demasiado politizada en España?
Qué terreno más pantanoso estamos entrando... #8211se ríe-. Creo que están muy politizados los nombramientos de los magistrados. El cáliz de esos nombramientos, sobre todo de cara a la ciudadanía, da pie a pensar que la justicia está politizada. Y creo que es peligroso y pernicioso porque el poder judicial tiene que ser completamente independiente. Y quizá ahora mismo, con el panorama político, cualquier cuestión social se politiza demasiado en exceso.
¿Tiene alguna debilidad por algún juez en particular?
Por supuesto Emilio Calatayud, el juez de menores de Granada, controvertido, pero también ciertamente ejemplar en cuanto a las penas que aplica y las sanciones que impone. A nuestros niños les ponemos ejemplos de estos tipos de penas que impone para que consigamos hacer un clic, un cambio en su mentalidad, y podamos conseguir un cambio de actitud. Pero si me preguntas por mi preferencia, me gusta mucho el ámbito de familia.
La justicia ¿es igual para todos?
-Se ríe-. Hombre, quiero creer que sí. Y soy una firme defensora de la justicia y quiero creer que sí, lo que pasa es que es un tema controvertido y puedo entender que respondan que no, porque muchas veces la justicia a nosotros nos llega por la trasmisión de los medios de comunicación, pero lo que es en sí el poder judicial puro y duro y las resoluciones judiciales entiendo que son completamente acordes a Derecho. No es igual aplicar la justicia igual para los iguales y desigual para los que son desiguales.
Toda su trayectoria ha estado vinculada al ámbito social. Es usted una mujer de principios solidarios.
Firmemente considero que sí. Sí, sí. Tengo esa vocación social y la vivo. El ámbito en el que yo me he movido profesionalmente está muy ligado a temas francamente sociales, tanto en el ámbito de la mujer, como las personas desempleadas o la infancia.
¿Feminista en algún sentido?
A ver. Sí me siento feminista, pero con precaución y cautela, porque está muy politizado, y no quiero una identificación política porque manifieste un sentimiento o un comentario. Sí que creo que aquí hay que conseguir una plena igualdad entre hombres y mujeres que todavía no se ha alcanzado. Y desde ese punto, sí que me considero feminista. Pero hay que hacer una defensa del feminismo sin ese brazo político.
“Tenemos que educar en igualdad desde Infantil”
Comenzó su etapa laboral con una relación directa con las víctimas de género. Los inicios de su trayectoria laboral no debieron resultar fáciles.
Antes de estar en la atención a víctimas de violencia de género estuve trabajando en el Servicio Andaluz de Empleo y cuando llegué al Instituto de la Mujer en Córdoba, quisieron que les dieran un apoyo laboral a estas mujeres. Y sí, ves dramas, porque son mujeres que desconfían de todo el mundo. Es complicado ganarte su confianza cuando tienen la autoestima tan mermada.
¿Qué falla en esta sociedad para no que no plante cara definitiva a esta otra pandemia?
No tengo la varita mágica, me gustaría tener esa lámpara mágica que nos pudiera a todos iluminar. Sí tengo claro que nos tenemos que concienciar todos que es una lacra y hay que erradicarla. Eso es lo primero. Luego la educación, desde los estratos más básicos, desde que los niños van a Infantil, tenemos que educar en igualdad y de ahí se puede ir construyendo, pero se tiene que construir desde el principio. Y por supuesto luchar, sensibilizar y condenar y tener claro que esta lacra tenemos que eliminarla.
Trabajar en el ámbito de las víctimas de género y situaciones de maltrato infantil ¿exige un carácter fuerte?
Sí, sí, si... Exige un carácter fuerte y ser muy fuerte mentalmente. En la parte de violencia de género veía la parte laboral. Estas mujeres te contaban sus debilidades, sus miserias y sus dramas, pero el drama realmente complicado y duro es el de los menores que no tienen capacidad para poder defenderse de las situaciones que están viviendo. Y la realidad supera con creces a la ficción de forma exagerada. Veo situaciones situaciones de desamparo, casos de maltrato físico, drogadicción, abusos sexuales, y a veces pienso que hay que ser de una pasta bastante dura. Yo me lo planteo como que les estoy dando a estos niños una oportunidad mejor y cuando voy al trabajo pienso que hoy le estoy dando a este niño una oportunidad de vida y que cuando sea mayor piense que gracias a este trabajo ha tenido la posibilidad de tener una vida feliz con sus padres adoptivos. Y a mí eso me motiva mucho y me ilusiona desde esa perspectiva.
Y ser la responsable jurídica de una propuesta favorable de adopción o de la suspensión del procedimiento ¿supone una carga en algún sentido?
Supone una responsabilidad, sí. Sin duda. De alguna forma el juez o la jueza que esté trabajando tu expediente se basará en los argumentos que tú les aportes. Pero más allá de esa responsabilidad, tendrías que vivir la satisfacción con la que todo el equipo del departamento de adopción de Córdoba vivimos la alegría, a veces se nos han salgado las lágrimas, cuando les hemos llamado y les hemos dicho que nos ha llegado la firmeza, hemos llorado juntos con esa familia porque para nosotros en cierto sentido son nuestros niños y creo que es una satisfacción tan grande que los sinsabores del camino te los hace más fáciles. (La firmeza es el documento que declara que el auto de adopción es firme y a partir de ese momento el niño o niña es hijo legal de los padres adoptivos).
¿Cómo reaccionan esos padres cuando se encuentran en frente a una persona que es la responsable de un momento tan importante en sus vidas?
Ha habido un poco de todo, tanto los padres adoptivos como con las familias biológicas. Hay que gente a las que les choca muchísimo, que se quedan paradas sin saber cómo actuar. Otras lo tratan con mucha naturalidad. Intento hacer mi trabajo lo mejor posible, que a ellos les queden claros los trámites a seguir o las dudas jurídicas que les puedan surgir, y a partir de ahí, pues tratar de no minimizar. Yo no oculto mi ceguera, pero tampoco me comporto con ellos de forma diferente a si viera. Quiero que sea una interactuación normal y en la mayoría de los casos se consigue.
Porque su función ¿es meramente administrativa, de tramitación, de asesoramiento, de intervención?
Son tres funciones distintas; de tramitación, de intervención en situaciones conflictivas que se puedan producir y de asesoramiento. En la primera no hay ninguna complicación porque es redactar, aunque el programa es completamente inaccesible para una persona ciega. La aplicación informática que se usa en la Junta es totalmente inaccesible para una persona ciega. Requiero el apoyo de una persona que luego me pueda subir la resolución. En asesoramiento, hacemos un acogimiento previo a que la adopción se envíe al juzgado, y entro yo a explicar cuál va a ser la tramitación a partir de ahora, tanto en el ámbito administrativo como luego judicialmente hablando. Y luego la de intervención, mediación, regulación de visitas, de pensar en los menores.
Un poquito de sicóloga.
Hombre, con respeto a los sicólogos, porque tenemos también sicólogos en nuestros equipos. Pero sí que hay que tener al menos empatía hacia las distintas posturas que presentan las familias porque si no se cierran.
¿Qué es lo más gratificante y lo más duro de este trabajo?
Lo más duro situaciones, lo que peor llevo es ver expedientes de abusos sexuales. Puedo entender situaciones muy difíciles de maltrato, de negligencia, que es lo más habitual, pero cuando me llega un caso de abuso sexual a mí eso me toca mucho, me toca mucho... Y lo más gratificante es ver cómo casos que inicié acaban en resoluciones firmes, y ves cómo han evolucionado los niños, como han ido creciendo, como les ves la felicidad, y que les estás dando un futuro. A mí eso me llena.
“Tenemos falta de recursos humanos en la administración"
¿No cree que el proceso de adopción sigue siendo complejo, farragoso y cargado de trámites burocráticos? ¿No se puede agilizar más la tramitación y acortar plazos?
Más que farragoso es lento. Ahora mismo se están valorando familias que iniciaron el procedimiento en 2015 y 2016. Al menos en Córdoba que es lo que conozco. Son familias que solicitan menores de 0 a 3 años. Aquellas familias que piden niños de circunstancias especiales, mayores de 7 u 8 años, que necesitamos ese tipo de familias, o un grupo de tres hermanos, o menores que tienen alguna discapacidad visual o síquica, no esperan tanto tiempo. Y luego creo que tenemos falta de recursos humanos en la administración. Falta personal. Harían falta mayores recursos humanos para poder gestionar el volumen de situaciones que tenemos, sin duda.
Pero el hecho de que sea un proceso tan garantista, no justifica que los plazos se prolonguen a varios años, ¿no cree? Es una espera desesperante para las familias.
Entiendo que es desesperante. Lo comprendo. ¿Se puede agilizar? Con recursos humanos se puede agilizar. Se podrían hacer tramitaciones más rápidas. Pero también hay un hecho, que el noventa y tantos por ciento de las familias solicitan un niño de 0 a 3 años sano y el procedimiento es muy garantista y cuando llevamos a cabo un desamparo a los padres biológicos se les dota de herramientas y habilidades para que puedan atender las necesidades de su hijo siempre va a ser preferible. Y trabajar esa reintegración, los niños van cumpliendo edad, entonces no hay tantos niños
¿Quién lo tiene más difícil una unidad familiar monoparental, una pareja homosexual, unos padres mayores o una persona con discapacidad?
Qué pregunta más interesante. A nivel internacional te digo que la persona con discapacidad y la pareja homosexual lo tienen complicado, aunque yo no sigo las estadísticas de adopciones internacionales. A nivel nacional por cuestión de orientación sexual no lo veo un problema para nada, no percibo que exista ese problema. De hecho, hay muchas situaciones de valoraciones de idoneidad de parejas homosexuales. Monoparentales he visto menos. Y personas con discapacidad en adopción nacional, hasta ahora no me encontrado ningún caso de una adopción nacional de dos personas con una discapacidad sensorial al menos.
Y ser menor con discapacidad ¿es un inconveniente a la hora de acceder a una familia adoptiva?
Absolutamente sí.
¿Hay rechazo?
Claro, mira, es que la mayor parte de las familias quieren un niño sano de 0 a 3 años, cuanto más pequeño mejor, y los niños de más de 7 años o que tenga una discapacidad por desgracia no es atractivo para una familia. Si el perfil que pidieran estos padres fuera de un niño con discapacidad lo tendrían muy fácil porque no tardarían ni dos años, tienen preferencia, irían por delante de los demás expedientes, porque estos niños necesitan unos padres. Ojalá. Necesitamos ese perfil.
¿A qué conclusión le lleva esa realidad? ¿A que vivimos en una sociedad muy hipócrita?
Creo que todos tenemos idealizada la maternidad. Todos los solicitantes quieren vivir su maternidad desde el principio y si no han podido ser padres por vía natural les gustaría como vivir todo el proceso. O quizá piensen que un niño de una edad superior o con una discapacidad conlleva mayores problemas. Y partiendo de la base de que todo menor procedente de una adopción viene con su mochila a cuestas de su maltrato, de su historia de vida pasada, bueno, si es verdad que tener una discapacidad conlleva situaciones en la vida más complicadas pero que no dice que no se puedan superar. Más que hipocresía es ilusión por vivir la maternidad desde el principio y por pensar que un niño con discapacidad va a traer más problemas.
Y lo que traen son otros valores enriquecedores para la familia.
Sin duda, sin duda. Pero tú tienes que estar preparado. Las valoraciones de idoneidad son muy completas con un estudio bastante riguroso y tienes que tener unas capacidades y habilidades especiales y por supuesto tener esa motivación importantísima de ser madre o padre pese a que tenga el niño una discapacidad o si tiene riesgos de enfermedades hereditarias. También hay rechazo cuando son hijos de padres con enfermedades mentales. Es complicado encontrar.
Invitaría a superar esas barreras.
Por supuesto que sí. Es una satisfacción ver a esos papas y mamas que vienen con esa cara de felicidad al ver a sus niños, eso a nosotros nos llena. Más allá de las dificultades que puedan tener un hijo, para los padres o madres tus niños son el mayor orgullo. Creo que hay que animar a que adopten y presenten la solicitud o al menos a informarse de que los perfiles de estos menores no son tan complicados y también están esperando a esos papas.
¿Y después de todo esto, no se siente ejemplo de nada y modelo para nadie?
Me sentiría muy feliz si alguien leyendo la entrevista o escuchándome le puedo dar un pequeño impulso realmente. Pero es verdad que todo lo que he hecho hasta ahora ha sido pensando cuál es el camino para lograr mi objetivo y ser feliz. En la vida hay que intentar ser feliz siempre y buscar esa pequeña felicidad en lo que a uno le gusta y para eso hay que superar los malos momentos.
¿Su ilusión a medio, largo plazo?
Me gusta mucho viajar, me encanta conocer distintas culturas porque me enrique mucho. Eso a nivel personal. A nivel profesional tengo un objetivo entre manos, quiero trabajar para impulsar la carrera administrativa de las personas con discapacidad porque se ha trabajado mucho en cuanto al acceso, pero la administración no está preparada para desarrollar el potencial de las personas con discapacidad. Tiene muchas carencias y ahora mismo estoy enfrascada en eso.
¿Qué plantea exactamente?
Se ha creado una comunidad de práctica a través del Instituto Andaluz de Administración Pública y estoy haciendo un mapeo de personas que puedan estar interesadas en el ámbito de empleo, función pública, para analizar las carencias que tiene la administración, las necesidades que tienen las personas con discapacidad en el ámbito del empleo público y proponer mejoras para que conforme se pueda ir adaptando y haciendo accesible para personas de todo tipo de discapacidad hacer accesible el trabajo de la administración.
Se siente plenamente integrada.
Si, sí, pero me encuentro con muchísimas trabas. Pero nunca tiro la toalla., aunque haya días que flaquee me sigo sintiendo con ganas de luchar por mejorar y que, aparte de integrada, me sienta más satisfecha y más cómoda o mejor con la vida que tengo.
LUIS GRESA
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