EN PRIMERA PERSONA: Adriana Pérez, jefa de Servicios Sociales de la Delegación Territorial

Secciones: Entrevistas
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“Nuestra misión es mejorar la vida de las personas”

L.G./C.D. | La nueva jefa de Servicios Sociales de la Delegación Territorial de la ONCE en Andalucía, Ceuta y Melilla, Adriana Pérez (Algeciras, 1987), es un torrente de entusiasmo y vitalidad, una mujer apasionada por lo que hace y muy convencida del regalo que es ser, como dice, afiliada a la ONCE. Diplomada en Trabajo Social, máster de Mediación Familiar, grado de Educación Primaria con inglés y máster en Neurosicología de la Educación, se declara una enamorada de la Neurociencia y en la actualidad se plantea ya el doctorado de Sicología además de ultimar su primera novela. Con este currículum abrumador, Adriana defiende el Plan ONCERCA como “una bocanada de realidad”.

¿Cómo ha sido su trayectoria hasta llegar hasta aquí?

Ha sido larga. Cuando era pequeña y me preguntaban qué quería ser de mayor yo decía que quería ayudar a gente como yo. Desde muy pequeña, tenía muy claro que quería hacer algo como psicología o Educación Especial. Hice dos inscripciones porque no sabía si quería estudiar Trabajo Social, allí en mi ciudad, o Psicología en Granada y, en el último momento, como ese año me tuvieron que hacer dos intervenciones en la vista, decidí quedarme en mi ciudad e hice Trabajo Social. Me encantó. La carrera la disfruté un montón. Luego hice un Máster de Mediación Familiar, me especialicé en eso y, al poco tiempo, me llamaron para trabajar como trabajadora social en la ONCE de Cádiz. Seguí estudiando el Grado de Primaria con la mención de inglés e hice un máster de Neuropsicología Educativa porque yo entendía que está genial saber cómo le enseñas tú al niño, pero quería saber cómo el cerebro del niño adquiere el conocimiento. Me especialicé en el Master de Neuropsicología con la vista de hacer el doctorado en un futuro de Psicología o Neuropsicología. Después salió el Proyecta, hice las pruebas y me escogieron.

Es usted una mujer inquieta.

He estudiado mucho. Y sin pensarlo, siempre he querido dedicarme a lo que hago. Para mí, es un orgullo estar aquí porque, realmente, todos los pasos que he dado en mi vida se centran en atender a las personas con discapacidad, visual en este caso. Siempre he querido ayudar a gente que tenía el mismo problema, que tenía yo. Nunca he dejado de trabajar por estar estudiando y ahora veo que ha merecido la pena porque el trabajo que estoy haciendo me llena al 200 por cien. Sin darme cuenta, cada una de las cosas que he ido haciendo me han traído al sitio en el que estoy ahora.

¿Por qué se decidió por Trabajo Social?

Porque yo tenía súper claro que quería ayudar a gente que tuviese los problemas que yo podía tener. Yo nací completamente ciega. Llevo 12 intervenciones y a lo largo de mi vida, la ONCE me ha ayudado muchísimo. Pero yo quería formar parte de esa ayuda para otras personas. Así que siempre tenía muy claro que quería dedicarme, y ahora que lo pienso, a los Servicios Sociales de la ONCE.

¿En qué medida la discapacidad visual le ha condicionado la vida?

Te condiciona la vida en la manera de ver la vida. Me ha condicionado en lo que yo he estudiado, en mi empatía. Me considero una persona empática. Si no tuviese la discapacidad visual no tendría tanta empatía tanto con mi discapacidad como con otras discapacidades diferentes o con ninguna otra discapacidad. Yo pienso que soy una persona que le es muy fácil conectar con los sentimientos de otras personas. Lo que yo tengo en la vista es algo que viene heredado. Hay personas que heredan fincas y yo he heredado esto. A mí, la discapacidad visual me ha fortalecido mucho a lo largo de mi vida, que, lejos de echarme para atrás y resignarme, a mí, me ha dado siempre ese impulso para superarme cada día.

¿Tiene un fuerte componente de compromiso y responsabilidad social?

Yo creo que sí. Si no, no estaría aquí. Yo creo que todos tenemos que poner nuestro granito de arena y tener esa responsabilidad, en base a la sociedad y a las personas que forman parte de la sociedad, para mejorar la vida de cualquier persona., con y sin discapacidad.

Gestionar los Servicios Sociales en el centro más grande de Andalucía, la Delegación Territorial, ¿da vértigo?

Da vértigo. Si dijese que no da vértigo, estaría mintiendo. En el momento en el que me dijeron que venía como jefa de departamento, sentí un orgullo muy grande porque la confianza que están depositando en mí es enorme, pero también un poco de presión porque es un centro muy grande, con muchos profesionales, con una ratio de afiliados bastante importante. Vértigo da, pero ese vértigo es un poco de adrenalina porque es tanto lo que hay que hacer, que lo que yo me auto exijo va en proporción a lo que este departamento necesita.

Se considera una mujer ambiciosa.

Sí. Soy muy ambiciosa, en el buen sentido de la palabra. No soy una persona conformista. Siempre me voy poniendo retos, con cabeza y asequibles para mí. No me gusta examinarme, pero sí me gusta aprender y superarme. En ese sentido, sí me considero una persona ambiciosa.

¿Qué es lo que más le ha sorprendido de este puesto de responsabilidad?

En el Proyecta siempre nos decían que tenemos que estar súper preparados para gestionar el estrés, a las personas. Y me ha sorprendido que, al final, sí tengo un puesto de responsabilidad, pero, sin el equipo que hay en Sevilla, sin las personas que están aquí, yo, realmente, no funcionaría. Me sorprende que yo me tengo que adaptar a este centro y a las personas... lo rápido que todo mi equipo se ha adaptado a mí. Eso me ha sorprendido gratamente. Me han acogido muy bien.

 

“El plan ONCERCA es una bocanada de realidad”

La jefa de Servicios Sociales de la Delegación Territorial considera que ser afiliado a la ONCE es "un regalo"

El nuevo afiliado ¿responde a un perfil similar?

Según. Depende un poco de la edad y de las circunstancias que tengan. Una persona que se afilia con 60 años, a lo mejor, no se equipara tanto a como yo puedo vivir la vida. Pero, desde que yo estoy aquí, que ya son cuatro meses, en todas las cogidas que he ido haciendo he notado la actitud de superviviente, una actitud de las personas de querer, con lo que tenemos, mejorar y avanzar. Siempre digo en las acogidas que perdemos una parte de nosotros para siempre, que no deja de ser un duelo la pérdida de visión, y que vamos a hacer lo que estábamos haciendo, aprendiendo a hacer las cosas de otra manera. Esa es un poco la clave.

¿Con qué ánimo inician su vínculo con la ONCE?

La mayoría de las personas, obviamente, vienen un poco mal. Cuando termina la acogida se van sabiendo que hoy se les abre una puerta, que se inicia el camino con un montón de posibilidades que, hasta ahora, no tenían, y que, lejos de que se acabe su trayectoria vital, hoy empieza un mundo nuevo. Yo creo que eso y el acceso a los servicios sí que está ayudando mucho a que se lo tomen con otra actitud.

¿Cuál es la principal barrera que deben derribar?

Obviamente, a nivel de accesibilidad en las calles, cuando vas al banco... Hay un montón de obstáculos. Pero la principal barrera es que las personas nos pongan limitaciones. Nosotros sabemos qué limitaciones tenemos y no debemos permitir que alguien nos diga tú no puedes hacer esto por tu discapacidad visual. Yo creo que la principal barrera que hay que eliminar es la nuestra y es la mental.

¿Es consciente el afiliado de la magnitud social de la ONCE?

Pienso que no. Cuando el afiliado llega en estas acogidas es muy desconocedor de toda la labor que hace la ONCE. La ONCE hace mucho más que vender cupones. Es un regalo vivir en España y ser afiliado a la ONCE porque vas a tener una vida digna, vas a tener un empleo, vas a vivir como una persona que no tiene ningún tipo de discapacidad.

¿Cómo valora el impacto del Plan ONCERCA entre los afiliados?

Es positivo al cien por cien. Hacer el Plan ONCERCA para todos los departamentos es una bocanada de realidad. Tú estás trabajando y tu objetivo, al final, y la misión de la ONCE, es mejorar la vida de las personas. El Plan ONCERCA es ese espejo o ese reflejo que te está diciendo por qué estás tú aquí cada día. Y debe ser también un trabajo en equipo, siempre con la posibilidad de tener esa cercanía con el afiliado, mejorarle la vida y hacerle más cercano a los servicios, que es de lo que se trata, de que todos los afiliados conozcan los servicios que tenemos.

¿Ve al afiliado suficientemente implicado en la cultura institucional de la ONCE?

Sí hay afiliados que están súper implicados. El que se acerca a la Casa se implica porque, al final, esto te engancha y te lo pide el cuerpo. Pero es cierto que hay un porcentaje que no conocen la institución y que, por ende, no se pueden implicar en ella. Por eso, hablando del Plan ONCERCA, es fundamental transmitir esa información a los afiliados porque es la manera de acercarnos e implicarlos con la institución.

Los mecanismos de información que recibe el afiliado ¿son los adecuados?

Se manda información a través de correo electrónico, se hacen llamadas telefónicas, ahora tenemos la opción del WhatsApp. Poco a poco, vamos avanzando en contactar con el afiliado que es de lo que se trata. Siempre de tú a tú. Cada vez hay más medios para contactar con el afiliado y creo que la ONCE, y cada día más, se preocupa porque la información le llegue al afiliado.

Como joven que es, ¿cómo valora la disposición de los jóvenes afiliados a participar en la vida cultural de la institución?

En ese sentido hay mucho por hacer. Lo entiendo. Yo, que he sido más joven, hay un momento en la vida que, a lo mejor, con 18 años, con 19, que tú te tienes que demostrar a ti mismo que no necesitas a nadie, que eres independiente... Es un punto en el que debemos trabajar porque ahí es cuando se diluye esa cercanía. Con los jóvenes tenemos que ponernos manos a la obra.

La soledad, para los mayores, es un problema.

Sí.

¿Cree que la sociedad, las administraciones, están dando respuestas adecuadas al colectivo de mayores?

Seguramente, sí se están dando respuestas acertadas, pero si nos basamos en los datos, es insuficiente. Aquí el servicio de voluntariado, en Sevilla funciona fenomenal y tiene mucho que decir y que hacer en este sentido.

Y dentro de nuestra Organización, ¿ser mayor en la ONCE es menos problema que fuera de la ONCE?

Sí. La gama de actividades, de excursiones, de vacaciones sociales, de viajes. Ser mayor y afiliado a la ONCE es un privilegio. La atención que se da desde aquí es mucho más cercana, que la que se puede dar fuera.

¿Cuál es el sello que le gustaría impregnar en su paso por la Delegación Territorial de Andalucía?

Me gustaría dejar la motivación y la ilusión que yo siento. Aquí hay personas que llevan trabajando 33 años, y me gustaría contagiar esa ilusión a los que llevan trabajando muchos años o contagiar esa motivación. Me gustaría dejar huella, sintiendo esa alegría que yo siento por trabajar en la ONCE y en lo que me gusta porque realmente es una satisfacción.

¿Qué meta se propone para este mandato?

Llegar a más afiliados, atender al máximo número de afiliados en el ámbito, y mejorar. Nuestra misión es mejorar, en la medida que tú puedas, la vida de las personas. Nuestra meta no debe desviarse de esa misión. Siempre, mejorar los servicios, que la gente que trabaja aquí trabaje en equipo y trabaje bien, con ganas, y que el servicio al afiliado aumente siempre en calidad.

 

“Escribo para sacar fuera lo que siento dentro"

"La discapacidad visual me ha fortalecido mucho a lo largo de mi vida", afirma Adriana Pérez

Escribe... ¿Qué es lo que le lleva a escribir?

La manera que yo tengo de sacar afuera todo lo que yo voy sintiendo porque soy una persona que tiene mucha empatía, que conecto demasiado con algunas personas, y la manera que yo tengo de gestionar eso es escribiendo. Escribo desde pequeña, mucho sentimiento. Puedo ser fuerte y sensible a la vez, pero que, al final, siento mucho. Ahora tengo una vida que estoy tan feliz que hay veces que me asusto de lo bien que estoy. Pero he pasado momentos en la vida en los que no aceptaba lo que tenía y quería tener otra vida que no era la mía. También me llevaba eso a escribir. También es verdad que leo mucho y, el leer, me crea la necesidad de escribir cosas diferentes. Puedo escribir desde una canción o una poesía... Ahora mismo, tengo una novela terminada que estoy ahí para apuntarme a los Premios Tiflos. Pero me da cosa porque son cosas muy mías. Es una parte de mí que está un poco oculta, que nadie ha leído, y sería como desnudarme, el yo sacar eso de mi ordenador, que lo tengo todo ahí escrito.

¿Y su pasión por los caballos, de dónde viene?

Desde chica. No me hubiese importado haber nacido hace unos cuantos de siglos e ir moviéndome a caballo. Cuando me monto a caballo me da una libertad que no me la da nada más. Solamente el caballo. Es esa adrenalina, el sentir que no necesitas nada más. Me pasa. Con mi caballo, que se llama Pegaso, conecto, llevo muchos años y hay veces que me sorprendo porque no hace falta que le diga ni para dónde queremos ir. Es una parte más del cuerpo cuando estás montando. Es muy guay.

De Algeciras a Sevilla, ¿echa de menos el mar?

Echo mucho de menos el mar. Lo que más echo de menos es la familia y el mar. Algeciras es una ciudad costera y, desde pequeña, me he dormido con el sonido del mar.  Lo echo de menos y en el momento que puedo me voy a pasear por el paseo de la Cornisa porque se ve todo el peñón y toda la bahía. El mar me da mucha paz.

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