En mi piel
Encontrar la libertad en el escenario, desnudarse por dentro, ver siendo ciegas, sentir. Sentir y compartir una pasión con el público. Son las emociones que transmiten las bailaoras que conforman el cuerpo de baile de Flamenco Inclusivo, la Compañía de José Galán, un Dios en las tablas para mujeres ciegas como Lola García-Baquero o Pepa Polidoro que han encontrado en él toda una fuente de vida. Espectáculo tras espectáculo cautivan al espectador con una puesta en escena que no deja indiferente a nadie. Ahora han dado paso más en su hermosa trayectoria, con un guiño en el cine que cautivó en el reciente Festival de Cine Europeo de Sevilla.
El cortometraje ‘En mi piel’, estrenado en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, el pasado 9 de noviembre en el Teatro Alameda de la capital hispalense, y ‘Tejiendo alas’, un alegato sobrecogedor contra la violencia de género, son los dos últimos pasos de baile que ha dado Flamenco Inclusivo, la Compañía de José Galán, en su firme camino de hacer del flamenco una cuna para la inclusión de las personas con discapacidad a través del arte. Su compromiso con la igualdad no conoce límites y en ese empeño se ha dejado la piel a lo largo de toda su carrera artística. Hoy, por fin, con el reconocimiento ya de la profesión flamenca, del público y de las administraciones. Los aplausos que recibe allí donde actúan y los ejemplos de dos de sus bailaoras, las dos mujeres ciegas, certifican el éxito humano y artístico de su proyecto.
Lola García Baquero: “Estoy volando libremente”
A Lola García Baquero, la Lola de Torreblanca, le diagnosticaron retinosis pigmentaria en 2012. Con el ojo izquierdo perdido y un resto visual ínfimo en el derecho se afilió a la ONCE en 2014 y ahí empezó a renacer. “Venía de una vida un poco dura, luego vino la ceguera, y la vida no era vida -explica todavía con emoción-. Pero llegué a la ONCE y me enseñaron a volver a empezar, a vivir, a valorar lo que tenía”. Enseguida se apuntó al taller de flamenco impartido por José Galán en la Delegación Territorial. “Ahí me agarré totalmente a la vida”, resume gráficamente.
Hubo, efectivamente un antes y un después en la vida de Lola cuando entró en el universo de Flamenco Inclusivo creado por José Galán. “En la sociedad pasamos desapercibidos, no nos ve nadie, no nos escucha nadie -se lamenta-. Solo en la ONCE es donde nos sentimos personas y libres. Pero el Flamenco Inclusivo de José Galán me hizo sentirme que estaba viva, que con el cuerpo podía expresar tantísimas cosas y reflejarlo en mi cara, en mi sentir. Y todo eso me ha aportado tantas sensaciones bonitas que todavía estoy agarrada a ello. Me siento empoderada y queriendo cada día aprender más”.
“Cuando te subes a un escenario -añade apasionada-, cuando vamos a las clases, a los talleres, no uso el bastón, me siento totalmente libre. Me dejo guiar por la voz, por el sentir, la piel, me tocan, aprendo tocando -que antes no tocaba, porque no sentía-. Y ahora José Galán me ha hecho sentir todo eso. Descubrirlo a mí misma. Y eso es el mayor regalo que me ha podido dar el universo”.
La García Baquero ha participado en varios de los últimos espectáculos de la Compañía de José Galán con Flamenco Inclusivo como ‘Detrás del telón’ (2018), 'Gozo y Llanto’ (2021), ‘Tejiendo alas’ (estrenado este 2022). En todos ellos protagoniza un momento mágico, envuelta en su mantón de manila, con el que vuela y sobrevuela el escenario de una forma que cautiva al espectador, en unas maneras dignas de la mejor bailaora. “Yo nunca he cogido un mantón y ahora me siento libre con el mantón”, dice con la misma dosis de humildad que de orgullo. “El mantón es mis alas. Y siempre le doy las gracias a Pepe y le digo que yo tenía alas, pero las tenía recogiditas, que no me dejaban abrirlas. Y cuando tuve la oportunidad de salir libre y ser dueña de mi vida, abrí las alas y estoy volando libremente”.
Pepa Polidoro: “Siento que no soy ciega”
Pepa Polidoro es otra mujer profundamente vitalista. En 2007 perdió la visión por una retinopatía, pero, lejos de hundirse en un callejón sin salida a los 64 años, cambió sus pinturas de óleos por el taichí hasta que en 2016 entró, también de las primeras, en el taller de flamenco impartido por José Galán en la Delegación Territorial de la ONCE.
El tránsito de la visión a la no visión fue difícil, reconoce. “Desde muy pequeña tengo la mentalidad de reciclarme, por eso en seguida me apunté al taichí y luego al flamenco. Pensaba que era para los ciegos y resulta que hay más ciegos que ven. La ceguera no está en los ojos, la ceguera está en el corazón”, dice ahora, orgullosa de cumplir en pocos meses 80 años.
“Ahora que no veo no me da vergüenza hacer lo que sea -subraya sonriendo-. Me ilusiona. Entonces me arriesgo a hacer mil cosas distintas. Me he dado cuenta de que la ceguera es una cosa que aporta más que quita. Porque aporta actualizar los demás sentidos que no los echamos en cuenta. Como vemos, nos conformamos con lo que vemos, somos flojos. Ahora no veo, lo siento, me nutro, y me ha abierto un mundo diferente y más rico”.
Con ese talante afronta los ensayos con la Compañía de Flamenco Inclusivo que dirige José Galán. “Con el flamenco siento eso, el sentir. Expreso lo que siento en ese momento; si estoy triste lo comunico, esto es puro sentimiento. Yo las ilusiones las tenía perdidas. Me gustaba pintar, conducir, hacer muchas cosas, y eso se me chafó, pero a mí no me importa porque estoy mucho mejor que antes. La visión nos equivoca, nos confunde porque nos dejamos llevar de lo bello que significa el ver, y perdemos el sentir que es la belleza, porque hay otras bellezas mucho más grandes”, explica.
Sobre las tablas, Pepa siente que no es ciega. “Mido la distancia y no soy ciega porque al tener a Pepe cerca estoy como protegida. Nos ha enseñado una manera de hacer las cosas que te garantiza mucho y te trata con mucho cariño, es una persona muy dulce. Hay pocas personas así, tan sensibles, nos quiere, nos está enseñando, él se pone en nuestra situación y nos enseña cómo solo puede comprender una persona que no ve, sintiendo”.
No hay palabras para agradecer al director de la Compañía su entrega y su compromiso con la discapacidad. “Te hace feliz -reconoce Pepa-. A mí me ha hecho recobrar las ilusiones a mi edad. Yo pensaba que esto que me quedaba era bastón palante, bastón pa fuera, pero no, me estaba reciclando, intentando aprender las líneas de autobús para afrontar las cosas, pero de esta manera que te enseña él es fabuloso”. “Mi madre se fue con 98 años -concluye-. Si Pepe es capaz de aguantarme a eso, pienso llegar a la edad de mi madre en Flamenco Inclusivo porque nos da vida, nos da ilusiones, nos hace vivir de una manera tan diferente, que llega una comida de dolores, pero allí ni me los siento”.
Pepe Galán: “Bailan con el alma”
El bailaor, coreógrafo y director de la Compañía José Galán, premio Solidarios ONCE 2016, prendió una mecha en 2010 para convertir al flamenco en un instrumento de inclusión en la sociedad y, 22 años después, sigue siendo un referente único en el mundo por la magnitud y la dimensión de su proyecto, que ha contado, desde el principio, con todo tipo de discapacidades para sacar a flote el talento artístico que llevan dentro.
Como demuestran los testimonios de Lola García-Baquero o Pepa Polidoro, la relación que ha establecido con sus alumnas y alumnos constituye una declaración de amor en toda regla. “Es algo mutuo, nos damos vida mutuamente”, dice con un brillo en sus ojos apenas conteniendo la emoción. “Me da mucha felicidad. Aunque me da también muchos nervios y ansiedades, merece la pena, es muy gratificante el proceso y sobre todo el resultado y el día a día, ver cómo evolucionan, cómo se olvidan de la discapacidad, de los dolores, de los problemas. No solo ellos, yo también”, explica un punto acelerado.
Galan sabe que su magisterio no deja indiferente a nadie. “Sea una ponencia, un taller, un espectáculo, la gente cuando nos conoce y nos ve vibran -subraya con énfasis-. Y sobre todo las personas con diversidad que se suben encima de un escenario son tan alegres y felices, y expresan tanto desde dentro, que desnudan su cuerpo y es como el alma. Bailan con el alma y eso le llega al público y es maravilloso”, dice gráficamente.
El bailaor sevillano se reconoce cansado de gastar energías en la burocracia que conlleva una subvención. “Son caramelos envenenados”, denuncia. Y reconoce que cuenta con el apoyo total del panorama profesional del flamenco. “Antes se veía como una labor más social que artística pero cada vez nos respetan más”, asegura con satisfacción. Aunque admite que todavía cuesta mucho entrar en la programación normalizada de los grandes festivales.
Para lograr ese grado de excelencia que tanto admira su cuerpo de baile, Galán se ha puesto un antifaz y se ha sentado en una silla de ruedas cuando ha hecho falta, se ha metido en la piel de la discapacidad hasta donde ha podido. “Me exige ponérmelo difícil, salir de la zona de confort, y realmente esa estrategia metodológica, que no es otra cosa que la empatía, es el resultado de la experiencia -explica ahora más pausado-. Ha sido como a través de los años como esa metodología se ha desarrollado y da la casualidad de que sirve para todas las personas, por ejemplo, para los niños más pequeños, para acercar el talento de una manera más sencilla y esencial”.
De lo que más orgulloso se siente es de mantener intacto su compromiso con la misma ilusión que al principio. “¿De qué me siento más orgulloso? De no tirar la toalla porque difícil es bastante y me he encontrado muchos obstáculos de todo tipo, pero esa fuerza me la dan ellos. Por seguir un eslogan con la ONCE, la ilusión de la ONCE, en el momento que pierdes la ilusión estás muerto en vida. Y la ilusión no se me ha ido. A veces me ha costado lágrimas, a veces muchísimas risas, esto es un vaivén constante -vuelve a acelerarse-. Pero es que la vida es así, lloramos de alegría y de emoción y es maravilloso”.
Ahora solo se plantea seguir y continuar. “Es como el duende, solamente aparecerá cuando lo sientas, cuando dejes de buscarlo constantemente, la suerte, si es que existe, es el trabajo constante. Soy ambicioso en mi trabajo, pero no soy una persona avariciosa y por eso creo que tengo suerte”, afirma.
Pepe Galán se sabe único, pero todavía se sorprende cuando una asociación de arte del Camerún, en África, contacta con él para felicitarle por su labor y conocer sobre su obra. “A mí me han tocado los cupones, será porque estoy muy cerca de vosotros. Soy muy afortunado y siempre agradecido a la vida”, concluye.
Un estreno de cine
Pepa y Lola coinciden en las mismas palabras a la hora de describir su primera experiencia en el mundo del cine, como protagonistas. “Ha sido brutal, maravillosa”, subrayan sin matices. Bajo la dirección de Sandor M. Salas, de Anandor Producciones, y con la dirección artística de José Galán, los integrantes de la compañía de Flamenco Inclusivo conquistaron el aplauso unánime del público, rendido, entregado, y puesto en pie, en el estreno de ‘En mi piel’, en el marco del Festival de Cine Europeo de Sevilla, el pasado 9 de noviembre en el Teatro Alameda de la capital hispalense.
“Vivimos en una sociedad habitada por cuerpos plurales y diversos, aunque muchos de ellos viven sometidos bajo parámetros homogeneizadores -dice el cortometraje-. Pero el flamenco utiliza el poder subversivo del arte para dar empoderamiento e insumisión de los cuerpos posibles en escena”. Con una fuerza visual que atrapa al espectador, las secuencias de los distintos planos de los integrantes de la Compañía, expresión de una variedad diversa de talentos y capacidades, y voces en off, en el impresionante escenario de las naves de la antigua Artillería de Sevilla, demuestran que, efectivamente, el flamenco no tiene límites.
En el cortometraje participa también la cantaora onubense María Rodríguez, que pone el cante a momentos de emoción con la belleza y el arraigo de su voz. Rodríguez, ciega total, es premio a los Jóvenes Valores de la Bienal de Flamenco de la ONCE de 2012, en la modalidad de artista con discapacidad.
Esta propuesta innovadora de Flamenco Inclusivo se enmarca en una investigación coreográfica con movimientos corporales nuevos y pasos de baile adaptados a la diversidad de los cuerpos individuales, que la compañía lleva realizando desde 2010. Ajustando los ritmos musicales a la velocidad del lenguaje corporal de cada uno, para extraer el máximo potencial artístico y la mayor fuerza expresiva de un baile auténtico, con pertenencia al grupo y representando su propia seña de identidad.
A día de hoy la compañía Flamenco Inclusivo de José Galán es única en el mundo en abarcar todo tipo de grupos de personas con y sin diversidad funcional, utilizando el baile flamenco como instrumento de cohesión social e integración, y enmarcándolo dentro del arte expandido y de la construcción de nuevos discursos de identidad y de imágenes del cuerpo dentro del panorama internacional de las artes.
| LUIS GRESA
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