Relatos de Soledad

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Los testimonios sobre la soledad en primera persona coinciden en pedir más sensibilidad a la sociedad hacia las personas mayores que viven solas

Afiliados a la ONCE hablan de su experiencia con la soledad en primera persona

En ‘Relatos sobre la soledad, más allá de lo visible’, el escritor de Sanlúcar de Barrameda, Rafael González, ciego total, describe la soledad como “un sentimiento que se siente aun cuando no se está solo y trasciende a lo visible”. Hoy hablamos de soledad en primera persona.

 

Carmen Contreras: “Hay días que ni como”

Mari Carmen Contreras tiene 62 años. Es afiliada a la ONCE de Jaén desde hace una década y no tiene estudios. Se casó con 17 años, con 18 fue madre y con 59 años se separó. Su marido le dejó en 2019. Desde entonces vive de alquiler, con una mínima pensión no contributiva y solo mantiene relación con una de sus tres hijos, sus amistades y la vida que gira en torno a la ONCE.

“Lo único de lo que me alegro es de haber tenido tres hijos y tres nietos -relata con la voz entrecortada-. Cuando me afiliaron a la ONCE no le tendría que haberle hecho caso a él (su exmarido) y haberme puesto a trabajar con la ONCE, porque hoy me hubiese alegrado muchísimo porque vivo de la caridad y principalmente por parte de él. Él le dijo a la trabajadora social que a mi jamás me haría falta el trabajar, que qué iba a hacer yo con el frío, con el calor, y que no tenía necesidad. Pues sí la he tenido -se responde tajante-. Y la tengo. Pero bueno, no pasa nada. Os tengo a vosotros, que es la ONCE, que os merecéis lo más grande, de verdad. Si no estáis conmigo no estaría aquí como estoy”.

Carmen Contreras

La jienense considera que las administraciones deberían estar más pendientes de las personas mayores

Mari Carmen no encuentra palabras de gratitud suficientes para agradecer lo que la ONCE hizo con ella en el momento más amargo de su vida. Separada, sin casa, sin recursos casi para comer, le arregló los papeles para acceder a una ayuda. “Os lo agradezco de corazón”, dice con los ojos húmedos cuatro años después.

Ella siempre ha sido una mujer alegre, muy amiga de los suyos, pero muy condicionada también por la soledad que le rodea. “Se aprende a estar sola -reconoce-. Pero es muy triste levantarte por la mañana, no tener un apoyo, no tener nadie quien decirte ¿cómo estás? Hay días que ni como. Soy fumadora y hay días que con dos o tres descafeinados paso el día”, se lamenta.

Cuando se mira al espejo Mari Carmen piensa que se merecía más de lo que la vida le ha dado pero sigue valiente hacia adelante. “Las administraciones tendrían que estar más pendientes de las personas mayores, después de estar toda una vida luchando por tus hijos y tu familia y por todos. Y ahora que te vean como si no hubieses valido para nada, despreciado por la vida, ya vamos de estorbo”, denuncia.

 

Francisco Olmedo: “Hemos ido a peor”

Paco Olmedo nació en San Fernando en el año 40. Después de una vida como delineante electricista naval en Puerto Real, se quedó ciego a los 59 años, estando ya prejubilado. Fue por un infarto ocular en los dos ojos. Divorciado, sin relación alguna con sus dos hijas, vive desde hace cinco años en Logroño, una ciudad en la que nunca ha terminado de encajar.

“Las canteras es un sitio donde los ciegos no pueden entrar tan fácil porque no hay referencias -narra con determinación-. Allí me peleé conmigo mismo. Nunca quise ser un estorbo para nadie. Me metí en el mundo de los ciegos y empecé a luchar. Aprendí braille, me hicieron la rehabilitación para manejar el bastón y tuve la gran suerte de meterme en el teatro, y he andado toda España con Orozú”. Su vida cambió de 0 a 1.000, dice gráficamente. “Cuando uno es ciego tiene pues que aprender muchas cosas y tener paciencia que yo nunca la he tenido”, reconoce con naturalidad.

Francisco Olmedo

"Lo interesante es tener algo que hacer", reconoce Francisco Olmedo

Paco no se achica ante la adversidad. No lo ha hecho nunca. “Yo siempre he sido muy activo, y saco de tripas, corazón, y palante -afirma-. Pero la soledad no se la deseo a nadie, eso es horroroso. Eso es hablar contigo, estar siempre contigo. Lo interesante es tener algo que hacer y cuando no tienes nada que hacer te deprimes, empiezas a llorar y te baja la moral. Eso es increíble”. A su juicio, la clave para superarlo es una actitud positiva ante la vida. “Como estés vacío la soledad es como si te cayera una gran piedra encima y te hundiera en la tierra. Estar sin hablar con nadie, sin tener una comunicación íntima con nadie es horroroso. No se la deseo a nadie”.

Paco se muestra extremadamente crítico con la sociedad actual. “Hay muchas personas que están solas y agradecen una pequeña visita y los hijos cada día están más separados de los padres. La sociedad se ha revertido en contra de la propia familia. Antiguamente la familia eran una piña, ahora, si hay dinero hay piña, si no hay dinero no hay nada. Y la verdad es que los abuelos se ven solos. Hasta que sirven con los nietos. Una vez que no sirven para los nietos no sirven para nada. Cuando uno no tiene nada de calor de humanidad -añade-, a veces, si tienes una pistola al lado eres capaz de pegarte un tiro”. En resumen, concluye, “hemos ido a peor como sociedad”.

Aunque, eso sí, tiene palabras de gratitud infinita hacia la ONCE. “Tengo que agradecer mucho a la ONCE, mucho -reconoce-. Primero porque me dio vida. Si no llego a entrar en la ONCE no estoy aquí. Yo tengo una pensión muy guapa, no he sido vendedor, pero me puso una TRB, una profesora para braille, entré en el grupo de teatro, las excursiones y todas esas cosas. Y la ONCE me ha dado la vida”, reitera sin permitirse una sonrisa.

 

Alegría Murciano: “La sociedad es falsa hipocresía”

La melillense Alegría Murciano es muy joven todavía, 55 años, pero siente la soledad desde los 23. A esa edad perdió a sus padres en un intervalo de un mes, le echaron de su casa y se quedó sin trabajo. Ha sido educadora social durante 35 años y ha llevado muy mal perder la visión del ojo derecho y quedarse solo con un 0,05 de resto visual en el izquierdo por culpa de una diabetes que asomó sin avisar. Es afiliada a la ONCE en la ciudad autónoma desde hace 8 años.

“Dios cierra una puerta y abre mil ventanas que es más que una puerta -explica-. Se sufre muchísimo, se llora muchísimo, pero también encuentras gente buena en la calle que te abre puertas, y te ayudan mucho. Yo he sido muy activa, me he criado en la calle, no me puedo quejar”, resume con una mezcla de resignación y de orgullo íntimo. El proceso de adaptación a la ceguera lo vivió muy mal, admite. “Porque vas por la calle y te caes, y caerte, y caerte, y llorar, y mermando tu actividad, coges miedo, y lo arreglo buscándome la vida, lo tengo todo en la cabeza, todo lo memorizo, todo lo pienso, es como un almacén, anulo todo menos la memoria de mis pastillas, mis médicos y mis cosas”, relata deprisa.

Alegría Murciano

Murciano se muestra muy crítica con la sociedad: "No quiere estar preparada para ayudar", sostiene

Alegría recibió la afección castellana del nombre judío de su abuela y asegura que hace honor a su nombre, al menos lo intenta. “Siempre lo he hecho. Ahora estoy un poquito más triste desde que me empezó a mermar la vista, mi genio ha cambiado, todo me sienta mal, estoy como recopilándome otra vez,”, afirma.

Por lo que ella ha vivido, la perspectiva de la soledad cambia mucho en función de la edad. “Es un mal social muy grande en España”, subraya. Y defiende que la mejor fórmula para combatirla es hacer todo por sí misma tratando de no depender de nadie. Y, eso sí, hablar mucho con todo el mundo. Aunque se muestra muy pesimista y crítica con que el futuro vaya a ser algo mejor para quienes se sienten más solos.

“La sociedad es falsa hipocresía total -denuncia-. Tanto tienes tanto vales, si no eres tal no te mira nadie a la cara, y luego no tienes derecho a que te mimen. ¿Qué somos? ¿Perros? ¿Personas? ¿Qué somos? Que un banco te diga a ti que tienes caja de 8.30 a 11 de la mañana cuando el dinero es tuyo. ¿A qué estamos jugando? ¡Hágalo por la web!, ¿Pero qué web? ¡Si no lo veo! ¿Quién te ayuda? No tienen la obligación de levantarse a ayudarte pero sí de manejar mi dinero y jugar con mis intereses. La sociedad no quiere estar preparada para ayudar a la gente. La cosa está muy cruda para todo el mundo, vienen muy duros, no puedes ni manejar tu dinero”, lamenta.

 

Luciano González: “La vida es confiar en las personas”

La vida de Luciano González, 89 años, ha transcurrido siempre en solitario, entre Extremadura, en el campo, y Cataluña, en la construcción. Luego vino una trombosis que le arrebató la vista.

González también considera que vivir solo cambia mucho según la edad. “Sí cambia mucho claro, cuando tienes cierta edad vivir solo va muy bien porque te defiendes por todos los sitios pero cuando llegas a cierta edad necesitas ayuda. Y se puede ser feliz viviendo solo -argumenta-. Lo que pasa es que hay personas que lo hacen todo al revés, se meten al vicio y ya no viven bien”.

Luciano González

Luciano cree que la actitud positiva y confiar en las personas ayuda mucho en la vida

En su opinión, la única fórmula para combatir la soledad es llevarse bien con las personas y ser obediente. “No ser una persona conflictiva, el talante hace mucho, con una actitud buena tienes amigas y amigos y si tienes una actitud de mala follá no tienes nada, todo el mundo te da de lado. Yo con todo el mundo me llevo bien. Al final la vida es cuestión de carácter y confiar en las personas”, advierte.

 

Carmen Cabrero: “El mando lo manejo yo”

La madrileña Carmen Cabrero, 72 años, afiliada a la ONCE desde 1992, vive sola desde que se separó en 2005, y sin apenas resto visual ya, distingue entre lo que es sentirse sola y estar sola. Ella, simplemente, está sola, pero se interesa por todo lo que hace y mantiene una vida cultural muy rica que le llena.

Aprender a ser feliz solo es la mejor manera de ser feliz”, decía Mario Benedetti. “Es que la felicidad es algo muy difícil en estos tiempos -responde Cabrero-. Todos estos escritores dicen muchas cosas pero luego la realidad es otra. La soledad hay que saber encajarla. Porque si no la encajas es cuando representa un problema”.

Carmen Cabrero

"La clave es encontrar algo que de verdad te guste", dice Carmen Cabrero

Carmen encuentra incluso algún efecto positivo de la soledad. “El mando lo manejo yo. Aunque ahora la televisión es una porquería, puedo hacer en cierta medida lo que quiero, ir a donde quiero, cosa que con mi exmarido era imposible. La clave es encontrar algo que de verdad te guste y yo lo he encontrado, en el Ateneo y en otros sitios”, afirma.

La soledad es el imperio de la conciencia”, decía el poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer. Es, Es, "como el vacío de la nada" en palabras del sanluqueño Rafael González. en palabras del sanluqueño Rafael González.

| LUIS GRESA

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