EN PRIMERA PERSONA: Guadalupe García, maestra y mujer

BOLETÍN 195 MARZO 2025

Entrevista a Guadalupe García

Guadalupe García de la Torre (Sabiote, Jaén, 1953) se resiste a decir que “ha sido” maestra. Mantiene que enseñar es algo que, como ser mujer, forma parte inherente a su persona y que a veces, da clases sin querer. Llegó hace 50 años a Málaga y casi 30 a la ONCE, y desde entonces no ha parado de hacer lo que más disfruta: ayudar en lo que pueda. Un esfuerzo que se ve reflejado en el trato que recibe en la sede malagueña, donde apenas puede andar unos metros sin que la paren.

 

  "La educación es el único camino hacia la libertad"  

 

Estamos en vísperas del 8M. ¿Aún hay razones por las que luchar?

Por supuesto. Pero hoy en día ya no es solo por conseguir cosas. Hay que apreciar dónde estamos, dónde hemos llegado. Aunque todavía hay cosas que conseguir, lo más importante ahora, en los tiempos que corren, es plantar pie y no dar un paso atrás. Aunque sean más transparentes, los techos de cristal están ahí.

¿Ha apreciado un cambio en lo que significa ser mujer, a lo largo de sus 72 años?

He vivido épocas distintas, y claro que ha cambiado. Sobre todo, en el ámbito doméstico. Cuando yo empecé de maestra, que mi marido me ayudara en casa era un rara avis. Mis compañeras, ocho o diez años mayores que yo (empecé a trabajar en el 75) tenían asumido que, aunque trabajaran al igual que su marido, el trabajo de (ama de) casa era cosa suya. No había nada que negociar, y los hombres de aquel tiempo evidentemente también tenían interiorizado que aquello no iba con ellos. Yo les decía que no era que tuviese suerte, que los niños eran de los dos y que los dos trabajábamos así que era una responsabilidad compartida, pero simplemente no podían entenderlo.

Hoy en el ámbito doméstico la cosa ha cambiado mucho y damos por hecho que eso siempre ha sido así, pero realmente es un cambio que yo he vivido y por el que ha habido que luchar. Al menos en eso sí he notado evolución, aunque hay otros aspectos en los que aún no se ha progresado tanto.

¿Y cuáles son esos, por ejemplo?

El trabajo, sin duda. Los techos de cristal son una realidad que muchas veces ni nosotras mismas nos hemos parado a contemplar, pero ya no sólo eso, incluso cuando se aplican medidas a nivel político, cuesta que lleguen a la realidad. Recuerdo en el 83, cuando tuve a mi primera hija, que quise pedir el permiso de lactancia. Todo el mundo me decía que las maestras no podían dar el pecho, aunque la legislación estaba ahí, estaba aprobada.

Es más, cuando me puse a indagar, resulta que, en los primeros años de la democracia, estábamos rescatando derechos de la segunda república, hacía entonces ya bastantes años, pero el tiempo de por medio había hecho que la gente olvidara lo que se había conquistado. Nunca se puede dar nada por hecho, desgraciadamente siempre se puede ir hacia atrás.

"Ni las mujeres vemos muchas veces los techos de cristal"

Guadalupe reivindica el papel de las actividades de la ONCE como integradores sociales

¿Qué opina de la representación de las mujeres en el material educativo y la Historia oficial?

Pues fíjate, yo, que he sido maestra de preescolar, creo que es donde más claramente se puede apreciar el sesgo. Los cuentos y las ilustraciones de los libros eran a veces terribles. Es verdad que es algo que se ha ido corrigiendo (un poco) con los años, pero el estereotipo del hombre valiente y proveedor y la princesa cuyo único papel es ser guapa y esperar al beso para despertar aún está muy arraigado.

Para los niños, estas historias son una forma muy importante de relacionarse con el mundo, y todo esto lo absorben, y luego se ve reflejado en sus valores, cuando son más grandes.

¿Es verdad que se aprendía más en EGB? ¿Se idealiza la enseñanza tradicional?

Yo creo más bien que las personas mayores, como yo (ríe) tendemos, cuando llegamos a un punto, a mirar hacia atrás, muy hacia atrás, y empezar a apreciarlo. Ni siquiera valoro la enseñanza cuando yo crecí al mismo nivel que la de hoy porque el mundo para el que nos preparan no es el mismo. Antiguamente, el sistema se basaba mucho más en la memoria. Pero es que ese sistema tenía sentido en el mundo de antiguamente. Ahora, la enseñanza se centra en darle al niño herramientas. Incluso yo memoricé en su día menos que mis compañeras que tenían diez años más que yo.

Hoy, por ejemplo, se trabaja mucho más alrededor de proyectos o trabajos para que se apliquen los conocimientos, o para que pueda llegar a obtener esos conocimientos sin la necesidad de exámenes o recitar de memoria la lista de los reyes visigodos. Además, creo que para esto es muy importante la irrupción de la tecnología. Cuando empecé, los ordenadores eran una cosa que apenas si había un par de ellos en los organismos públicos. Hoy están en todos lados, y no tiene sentido que eduquemos a los niños ignorándolos, cuando pueden ser una gran baza para facilitar la enseñanza.

Como maestra, ¿piensa que el aprendizaje siempre es bidireccional?

Por supuesto. Un error común entre los maestros, y por lo que a veces los niños no siguen bien las clases, es porque se diferencia demasiado la figura del profesor, como cuando antiguamente estaban en una tarima. Hay que ponerse a nivel del niño, y escuchar.

A veces, un niño y tú tenéis soluciones totalmente diferentes para algo, pero, escuchando su razonamiento, resulta que tiene lógica. Es su verdad, independiente de la tuya, y comprender eso te abre la mente y te da una perspectiva preciosa para mirar tu día a día desde la distancia.

Y en las aulas, ¿ha avanzado la inclusión?

Bueno, al final los maestros hacemos lo que podemos. Por supuesto que ha cambiado la mentalidad, pero siguen faltando recursos. Cuando llegas a una clase y hay alumnos a los que su padre no pueden ayudar, o que tienen un cultural más bajo, realmente no están en igualdad de condiciones de sus compañeros.

Como profesionales, nuestro deber es reforzar a ese niño para que tenga las mismas facilidades que su compañero a través del trabajo en clase. Pero claro, esto se puede hacer en países como Suecia, con una ratio de 8 o 10 alumnos. Aquí es mucho más difícil, con los números que manejamos. Se necesitan recursos para que en las aulas se pueda llegar a la igualdad real, compensando las inequidades de los alumnos.

La educación, ¿cada uno en su casa o una responsabilidad de la sociedad?

Esto es otra cruzada. Si queremos que los niños estén bien educados, no se puede dejar a los maestros solos, y menos con la escasez de recursos que muchas veces tienen. No se puede soltar a los niños en el colegio y pretender que vuelvan totalmente adecentados.

Educar en valores es algo más ambicioso que la escuela, y aunque los maestros, los “buenos” nos implicamos en ello, en la casa el niño tiene que continuar con ello. Por muchas horas que el niño pase con nosotros, tienen que verlo reflejado en sus padres también.

¿Qué opina de los nuevos planes de “conciliación” que incrementan las horas de colegio?

Creo que es reducir la escuela a un almacén de niños. A sujetarlos mientras los padres tienen que trabajar. Yo misma hago de “abuela sin fronteras” como yo digo, y le hago el favor de recoger a mis nietas a veces a la hora de comer, pero si no, hay muchos padres que los tienen en actividades extraescolares toda la tarde para hacer tiempo hasta que pueden ir a por ellos.

Realmente es muy triste además de ineficiente, mi nieta pequeña, que tiene 3 años, cuando le pregunto si ha jugado en el comedor, me dice que no, que ha dormido en un banco. Son niños, no pueden estar desde las ocho de la mañana hasta la tarde, necesitan descansar.

Incluso con las dinámicas de los trabajos o deberes, por más de que sea bueno que se apliquen los conocimientos, también debería de haber una revisión. A veces entre el tiempo que el niño está en la escuela y el que pasa haciendo cosas para la escuela, no le queda espacio para jugar, para ser niños y hacer cosas de tales.

"Si queremos niños educados, no podemos dejar a los maestros solos"

Nuestra afiliada defiende que "siempre que se enseña, se aprende algo también"

¿Qué le diría a las mujeres que dicen no sentirse representadas con el feminismo, o que ya han bajado los brazos?

Que no den por hecho las cosas. Entiendo que en los tiempos que corren es difícil apuntarse a las luchas, se han olvidado muchos valores y hay enfrentamientos que no tienen sentido y dan miedo. Pero es peligroso olvidar que cualquier derecho es susceptible de perderse.

Siempre hay motivos para luchar, y si no es por nosotras, por las que vienen detrás. Lo más importante y lo que me gustaría decirles es que no den ni un paso atrás.

¿Quiénes han sido para usted sus referentes femeninos?

Pues fíjate, yo tuve la suerte de criarme en un matriarcado, una cosa rara. Mi bisabuela quedó viuda pronto, pero gracias a sus nociones básicas de escritura y matemáticas la nombraron la telefonista de mi pueblo (Sabiote). En su casa siempre ha habido mujeres independientes y allí, la mujer nunca ha sido criada para ser una esposa y ama de casa.

Esas son mis referentes. No creo que ni siquiera lo supiera de pequeña, pero ahora me doy cuenta primero de lo raro que era y segundo de la influencia que tuvieron en mí. Fueron inspiradoras.

¿En qué cree que ha influido esta educación en su manera de ver el mundo?

Bueno yo creo que mi educación, más que una manera de ver el mundo como tal, ha sido una herramienta para verlo a mi manera. Mi madre siempre me decía que estudiara para que no tuviese que depender de ningún hombre, y creo que es importante reivindicar la educación como camino a la libertad. No solo a nivel financiero, porque estudiar te permite tener mejores trabajos que te ayuden a ser independiente, sino a nivel mental, configura tu perspectiva de manera que se vean horizontes más allá, se tenga una mejor comprensión del todo y unos argumentos incluso para defenderse cuando tu condición de mujer lo requiere, que desgraciadamente ahora cada vez son más veces.

De hecho, mientras más mayor me hago, más me doy cuenta de la suerte que tuve de crecer en ese ambiente, poniéndolo en perspectiva fui muy afortunada.

¿En qué le ha ayudado la ONCE a usted?

Si yo te dijera... (ríe) Yo vine aquí como te digo, hace ya más de 20 años. Fue un poco triste para mí, bueno, como para todas las personas que no son ciegas de nacimiento. Mi entrada en la ONCE fue darme cuenta no de que hubiera otra vida, sino de que había más vida.

En mis primeros días me sorprendí con la autonomía y la independencia que tienen todos aquí. Me costaba identificar cuando alguien era ciego y cuando no, y sobre todo me sorprendió todo lo que se hacía aquí. Conforme entré, sentí que aquí, más que ayudarme, me estaban dando un sitio, y creo que eso es muy importante.

Desde el principio participé en la Comisión de igualdad, y me he implicado lo más que he podido, sólo intento devolver ahora lo que ellos me ayudaron, pero aún no llego.

¿En qué actividades participa?

Pues mira que bien que me has preguntado, porque yo me apunto a todo (ríe). Aparte de mi papel en la directiva, que ya he dado el relevo a los que vienen, siempre que no me toca hacer de “abuela sin fronteras” como yo digo, estoy aquí en la sede, tenemos muy buen grupo.

En octubre empezamos uno que se llama “nos ponemos en marcha” que era simplemente para andar, para que los “séniors” como nos llamamos los jubilados, podamos tener compañía y andar por la ciudad. Yo aún tengo a mi marido en casa, pero una de las cosas en la que más ayuda la ONCE es en sentirte parte de algo y, sobre todo a las personas mayores, darles algo que hacer. Una agenda vacía es muy triste, aterradora.

También soy parte del grupo “Tejedoras solidarias”, aunque bueno podemos decir que tejo poco, ¡pero animo mucho! (ríe). Poca gente podría imaginarse que las personas ciegas pudiesen tejer, pero mira, cada uno en sus posibilidades aporta su granito de arena y hacemos de todo, desde gorros a mantas, y tenemos un grupo muy bueno. Además, nuestras piezas se donan a gente que lo necesita, tanto la ropa de bebé que hacemos como las mantas, y también nos donan mucha lana, formándose un círculo muy bonito.

¿Qué le preocupa de cara al futuro?

La paz. Parece una tontería, pero vuelve a ser una cosa que damos por hecho y que quizá no lo esté tanto.  Veo a mi alrededor como está todo cada vez más tenso y me da un poco de miedo.

Creo que siempre y cuando haya tolerancia, se pueden alternar las ideas en democracia. Hoy estoy yo, al día siguiente estás tú, pero siempre desde el respeto. Cada vez veo más con Trump, con Milei, que lo que prima es hacer un espectáculo, la agresividad. Incluso puede que no piensen así realmente y todo sea un show, pero me parece terrorífico que recurran a esos discursos para movilizar a la gente. Cualquier cosa es una trifulca y deberíamos recordar que ese no es el camino. Ojalá la cosa cambie y nos demos cuenta de que tenemos que convivir todos.

 

| CRISTÓBAL ANGULO

Publicador de contenidos

GRUPO SOCIAL ONCE
ILUNION

Visualización del menú

Enlaces de Utilidad

Publicador de contenidos