Mané Ortega, exatleta: "Ahora tengo la confianza suficiente para ser yo"
Es difícil hacer que Mané Ortega (Málaga, 1981) se quede quieto en un sitio. A duras penas, nos reunimos con el en su "oficina" dentro de la protectora de aves exóticas que regenta junto a su tía en la amenazada Vega de Mestanza, en Alhaurín de la Torre, Málaga. El lugar es un reflejo de lo que Mané es: un collage de elementos aparentemente inconexos que, sin embargo, tienen una personalidad propia como conjunto que resuena con el entrevistado. Y es que Mané, antes María Vanessa, dos veces atleta paralímpica e hija predilecta de su pueblo, es eso: la acumulación de las cosas que pudo hacer. Y en una balda aparte, con especial cariño, las que le dijeron que no podría hacer y aun así consiguió.
¿Quién es Mané Ortega?
Pues una persona normal, un poco como una cabra pero normal. Aunque me costó llegar a lo de ahora. Yo nací ciego. Ahora tengo un 25% de visión en un ojo y un 2% en el otro, pero creo que lo aprovecho bien. Yo hago de todo lo que puedo por aquí. Si hay que hacer arreglos, pues el taladro, la radial, montar desmontar... a mí no me da miedo nada. Soy un chico para todo. La verdad es que aquí me apaño muy bien porque es la finca de mis abuelos de toda la vida, me conozco cada bache. Si voy fuera por ejemplo, con los suelos modernos y sus estampados de colores, sí que cojo bastón. Pero es más un tema de inseguridad y sobre todo que gano tiempo. Yo creo que me defiendo muy bien porque no es lo que veas, sino cómo utilices la vista que tienes. No tengo miedo a pegármela. Esto a veces es incluso malo porque cuando no me queda otro remedio que pedir ayuda la gente me dice que por qué, si yo veo, cuando la realidad es que con un 10% de visión hay cosas que se me escapan por más que lo intente.
También he tenido “suerte” en recorrer el camino al revés. Yo nací ciego y con operaciones recuperé algo de vista, así que es difícil echar de menos algo que nunca has tenido, no es como el que pierde visión de mayor. La vista y el oído son los sentidos que más nos engañan porque nos gusta entregarnos por entero a ellos.
Bueno, también tuve la mala suerte de nacer con un hueco en el ventrículo. Se me mezclaba la sangre venosa con la arterial, la sucia con la limpia, así que tuvieron que ponerme un bandit con 3 meses hasta que crecí lo suficiente, a los 5 años, para corregírmelo (cuando tenía las dimensiones torácicas como pa hacerlo). Tengo un corte que me cruza todo el costado que me lo recuerda,
¿Y a día de hoy, tiene secuelas?
Claro, sufro dolores crónicos desde esa misma intervención. Mi corazón funciona perfectamente, de hecho he he hecho atletismo y no ha habido problemas nuncas. Pero la cicatriz de los costados son jodidas porque te crean “doble costuras” y duelen. Me cortaron el serrato con tres meses: músculo, nervio y todo, y eso me crea neuralgia. Además de eso también he heredado fibromialgia, así que tengo el bingo.
¿Y cómo es convivir con esos dolores crónicos?
Los primeros años muy muy muy mal. Estaba frustrado por completo y además encabronado con el mundo. Desde que empezaron, a los 28 hasta los 40 o así, pasé una época muy larga y muy mala. Pero luego los acepté, tienes que aprender a aceptarlo. Gran parte de todo mi mal humor y eso fue porque yo tomaba mucha medicación muy fuerte. He pasado por la morfina, por el tramadol... Además estuve cinco años con anorexia y raquialga porque la medicación me destrozaba el estómago. Además, yo en concreto lo pasé muy mal porque pensar que yo, que había sido tan fuerte, que había hecho con mi cuerpo lo que quería, de repente estaba casi inválido.
Luego paré de tomármela en seco porque me operé de la vista, y con la tensión ocular podía perderla. Pasé incluso por la unidad del dolor como último recurso y ahí con las pruebas encontraron algo. Yo recurrí a remedios naturales, a todo, no sabíamos qué hacer, pesaba 45 kilos midiendo 1.72. Me echó abajo verme así, pero ahora estoy mucho mejor.
¿Por qué dejaste el deporte?
Bueno, realmente porque empecé a trabajar y ya no tenía el mismo tiempo. Estaba quemado también, porque eran muchos años haciendo lo mismo y consume mucho. Son épocas de tu vida. El deporte además de que me gustaba, satisfacía lo competitivo que había sido desde chiquillo. Y si ya no podía entrenar y competir al máximo, para mí perdía un poco la gracia. Yo creo que además fue una manera de encontrarme a mí mismo
¿Cómo?
Es que era la manera que tenía de ser más masculino y a la vez disimulado. Si haces deporte y haces el cafre es porque estás haciendo deporte, si tienes conductas masculinas es por el deporte. Así no me llamaban ‘macho perico’ como todo el mundo me discriminaba entonces, cuando era mujer. Era un escape hacia mi yo más masculino.
"El deporte era un escape hacia mi yo más masculino"
¿Cómo recuerda su infancia en líneas generales?
Muy feliz. Yo es que hacía lo mismo que todos los niños. Yo no temía al no, por mucho que me dijeran. No me daba pena de muchas cosas, yo me subía a los árboles, subía en bici aunque no viera, aunque me fuese a dejar los dientes, porque antes de cegato yo era libre. Es que cuando eres niño no eres consciente de tu realidad. La vives, pero no eres consciente de ella.
¿Qué significa para usted el deporte, visto en retrospectiva?
Pues muchas cosas, pero sobre todo fue una etapa de aprendizaje, te enseña a ser persona. Te da muchos valores que puedes extrapolar a la vida.
¿Qué valores crees que ha llevado el deporte a su vida?
Lo primero tener paciencia. Aprendí que quien no siembra no recoge. Que cuando se es joven se es muy impaciente, queremos las cosas ya, pero el deporte te enseña a esperar primero, a trabajar y después a conseguir resultados. Y que si no es este año, sigue entrenando y a lo mejor el que viene.
También a enfocarte y a subirte la autoestima.Es muy importante ver que te propones algo y pueds conseguirlo. Te hace crecer por dentro estando orgulloso de ti mismo. Crees de verdad que puedes llegar a los sitios que te propones. También me enseñó a ser más extrovertido, por tener que convivir.
Además, me hizo coincidir con mi entrenador, que fue como un padre y eso que me pilló en una época muy convulsa la adolescencia. Él me guió mucho, en muchos aspectos dentro y fuera de la pista, incluso me ayudaba a estudiar, y me obligaba, jaja.
¿Cuál ha sido en estos años su relación con la ONCE?
Pues muy estrecha, porque cuando yo nací, nos íbamos al colegio de la ONCE, interno allí en Sevilla. Soy afiliado desde los cuatro o los cinco años, tan pronto mi madre pudo resolver los papeles. En cuanto me dieron la discapacidad, además de afiliarme, comencé a ir a asociaciones que había en málaga como ASPADIF.
¿Qué aprendió ahí?
Buah, fue la época más feliz de toda mi vida. El colegio era una maravilla, allí teníamos de todo, podíamos hacer de todo. Además, ¿sabes lo que pasa? Que mi madre siempre ha sido sobreprotectora. No quería que me moviera para que no me pasara nada, y yo he sido hiperactivo. No tiene sentido que a un niño con hiperactividad lo tengas todo el día sentado, y así fui yo, rebelde, muy rebelde. Así que desde muy pequeño siempre quería salir de casa, porque si salía de casa podía hacer lo que yo quisiera, ya no me limitaban porque yo no me ponía ningún límite. Yo he tenido épocas en las que he estado muy enfadado con mi madre justo por eso, no me dejaba ser lo que yo quería.
Yo estoy dispuesto a que me pase de todo pero por hacer cosas, si me tengo que dejar los dientes lo haré. Ahora ya me llevo mejor porque por fin lo ha comprendido. Tuve que ir al psicólogo con ella y sentarla delante, y que él se lo explicara. Yo he estado 32 años fuera de casa. En esos años salí del internado, vendí cupones, me pasaron cosas, hasta me atracaron un día. Pero he vivido y estoy muy contento, y por eso he vuelto ahora, porque la vida ya me ha formado y siento que es el momento. Ahora tengo la confianza suficiente para ser yo y eso es muy importante.
"Ahora tengo la confianza suficiente para ser yo y eso es muy importante"
Mané ahora se confiesa feliz, reconciliado consigo mismo
Por eso transicioné ahora. El covid me hizo darme cuenta de lo que estaba pasando. De hecho, durante el COVID mucha gente salió del armario o rompió el cascarón. Eso me liberó mucho. Ahora soy otra persona, mucho más calmado. Antes estaba encabronado conel mundo, porque no sabía lo que me pasaba hasta que lo he entendido. Es que no me aceptaba a mí mismo. No estaba contento con quien era. Pero ojo, eso no quiere decir que reniegue.
Muchas personas transgénero se hacen las redes sociales desde cero. Yo sigo en la misma cuenta. Lo único que ha cambiado es el nombre, si bajas, incluso están mis fotos siendo mujer, porque yo no puedo negar a mi parte femenina, porque sin ella no sería yo.
¿Y cómo lo lleva la gente que te ha conocido siempre?
Bueno la verdad es que para algunos era un secreto a voces. Yo siempre he sido un cafre. Aunque fuese una muchacha tenía lo que la gente dice de energía masculina, estaba poniendo a todo el mundo patas arriba, osea que yo era lo mismo, pero con ropa más femenina. Mis compañeros y la gente que me conoce, sobre todo desde pequeño, me lo dice, mi comportamiento era de un Manolo total. Cuando iba a algún sitio y tenía que ponerme, no sé, tacones, era un show: me sentía en una fiesta de disfraces.
¿Te reconoces en ella?
Por supuesto que sí. Mi vida deportiva la hizo Vanessa como mujer, y eso queda ahí de aprendizaje. Yo no puedo negar a Vanessa que exista, porque gran parte de lo que ha sido la mayoría de mi vida, la ha vivido ella. Sí, cambié de nombre, de apecto, pero es como el envoltorio de un caramelo. Tunéalo lo que quieras, pero el interior es el mismo y soy yo.
¿Cuál fue el clic para "salir del cascarón"?
Pues mira, una cosa importante para mí fue darme cuenta que se podía ser así. Quiero decir, hace 40 años los unicos referentes eran la Veneno, Vivi Anderson... nunca el caso contrario. Hasta 2015 o así no empecé a ver en redes sociales ejemplos de muchachos, normalmente jóvenes, que estaban haciendo su transición. Me llamaba mucho la atención y no sabía por qué. Pero sin embargo no estaba conforme conmigo mismo, eso me doy cuenta a posteriori porque yo estaba muy enfadado, era muy rebelde contra el mundo precisamente porque yo no estaba cómodo con quien era.
Fue mi psicólogo el que me ayudó a verlo. Todo, desde cómo hablaba de mí hasta las posturas que adoptaba, eran... sospechosas, por así decirlo. Hasta que simplemente me lo preguntó. Cuando te haces la pregunta de si estás cómodo con tu cuerpo, y te das cuenta de que era eso... hice click. Me di cuenta de que eso explicaba muchas cosas.
"No voy a pedirle permiso a nadie para ser feliz"
Mané tiene ahora la cabeza llena de pájaros. Literalmente.
¿Cómo se lo tomó tu familia?
¿El ser transgénero? No se extrañaron, jaja. Dijeron ah ya, normal. A mis hermanos no les cuesta llamarme Mané, a mi madre un poco a veces, pero es normal, no lo hace a malas y a mí no me importa.
Fue mucho más dificil salir la primera vez del armario que la segunda. Ten en cuenta que un transgénero sale dos veces, en mi caso, cuando dije que era lesbiana y más tarde para decir que era trans. También es verdad que eso lo hice más de joven y hoy ya estoy más asentado y no me cuesta tanto. Pero recuerdo la primera vez con miedo al rechazo, aunque no hubiera motivo. Era viendolo después, un autoboicot .
Así que decidí hacer la transición y me tiré primero dos años mentalizándome y pensando en si lo hacía por mí y solo por mí, aunque eso fuera por encima de todo el mundo. Ten en cuenta que yo tenía pareja. Reuní el valor y le dije: yo necesito hacer esto. Y sabía que haciendo la transición, tarde o temprano iba a perderla. Es simple si mi pareja es lesbiana y le gustan las mujeres y yo transicionaba hacia hombre, habrá un punto en la transición en la que dejaremos de ser compatibles, y así fue. Pero este proceso es para ti mismo, hay que mirar hacia adentro, y más a los 42 años con los que empecé yo.
¿Cuáles fueron tus principales apoyos?
No me apoyé en nadie, no esperé a que nadie me apoyara. Osea sí, la gente estuvo ahí, pero si lo decidía por mí mismo, también tenía que hacerlo por mí mismo. Por ejemplo en ese momento estaba viviendo fuera y sí, mi pareja me decía que me apoyaba pero con la boca chica. Para ir a comprar ropa y eso bien, pero después, “ay, no te irás a dejar barba”, “ay, no te irás a poner cosas ahí abajo”. Eso ya me estaba limitando. Y yo tenía claro que no lo iba a consentir. Llevaba ya cinco años con ella. Decía que me apoyaba, pero ves que ella se va alejando porque te empieza a salir pelillo con las hormonas, o porque tu cuerpo cambia, yo estaba más seguro.
Esto al final ha sido como todo en mi vida. Yo hago las cosas como puedo, a mi manera, puede que más despacio, pero las hago.
Siendo una persona trans y discapacitada, ¿las vulnerabilidades se suman?
Todo lo contrario; yo me considero más fuerte que los demás. Y lo que piensen ellos no es mi problema. Yo he decidido ser feliz por encima de todo el mundo. Yo puedo ser empático con la situación de los demás, pero no puedo hacerlas mías. Tu mochilas es la tuya y la mía es la mía. A los que me dicen que no entiendo como naciste mujer y ahora eres hombre es que no lo tienes que entender. El problema es tuyo. Los prejuicios que tú tengas a mí me la traen al pairo. Yo no voy a pedirte permiso para ser feliz.
¿Cómo vas a negar lo que se ve? Hay gente que pretende tapar el sol con el dedo. Negarse. La persona homosexual, la transgénero, a la larga se ve. Es absurdo negarte a ti mismo, vívelo con Orgullo. Yo soy hija predilecta. Bueno, María Vanessa Ortega Godoy es hija predilecta de Alhaurín de la Torre. Ahora en diciembre voy a donar todos mis trofeos deportivos al Ayuntamiento. Y voy a pedirle al alcalde que se cambie mi título.
¿Se considera un referente? ¿Quiere serlo?
Bueno no lo siento como una responsabilidad o una obligación, no siento esa presión. Ser referente sí que me da un poco de miedo porque yo no me considero una persona perfecta, un ejemplo a seguir, como cualquiera tengo mis defectos y gordos. Pero no voy a negar mi papel, si puedo hacer que el mundo LGBT tenga mayor visibilidad, ¿por qué no?
"Si puedo ayudar a dar visibilidad al colectivo, ¿por qué no hacerlo?"
Paseamos con él por el emblemático 'Parque de los Patos' de su pueblo; como él, ha cambiado con los años, pero mantiene su esencia
¿Se ha politizado con tu transición?
No en el sentido de partidos. En cuanto a la lucha del colectivo, recién ahora estoy entrando. Los grupos de apoyo me parecen una iniciativa espectacular, y estoy descubriéndolos poco a poco. Aún no he ido a nada de lo que organizan, pero por ejemplo me han invitado a Casa Diversidad en Torremolinos, que hacen cosas muy buenas por las personas. Eso me da fuerzas para reivindicar y protestar en la medida en la que pueda. Lo estoy haciendo por los animales, por qué no voy a hacerlo por las personas.
¿Teme al retroceso de sus derechos?
Sí, como todo el mundo. Estoy viendo en el planeta un retroceso mental un poco peculiar en cuanto a la diversidad sexual. Y es absurdo porque esto no es nada nuevo. Existe desde que el hombre es hombre, y no hay tu túa. Lo que pasa que hoy por ejemplo tenemos medios para transicionar de manera más evidente y satisfactoria.
Y si es cosa de la Iglesia, pues me la paso por el arco del triunfo. Nunca me he llevado bien con ella antes, ahora no iba a ser menos. Por lo menos con los curas.
¿Ha tenido alguna experiencia negativa en ese sentido?
Pues la verdad que he de decir que no, todo lo contrario, la gente me ha sorprendido. Yo antes era vendedora en Écija, y no me escondía, pero tampoco pregonaba que era lesbiana. Hasta que un día me cogió la televisión local en el día de san Valentín, dije que sí que tenía pareja, y era la mujer que estaba a mi lado.
Pues yo creía que me iba a repercutir a mal, y luego el pueblo, incluso personas mayores, se volcaron conmigo diciendome que era super valiente. Que tampoco lo entiendo porque yo simplemente me preguntaron y respondí, no pretendía reivindicar nada. Fue una cosa muy bonita que me hizo sentirme muy querida.
¿Qué le diría a su yo del pasado, si tuviera una conversación con María Vanessa?
Gracias. Por vivir tanto. Por haber creado tanta base. Por hacerme ver hasta donde podía llegar y no escatimar en esfuerzos para ello.
A día de hoy, ¿es feliz?
Sí. Estoy contento con quien soy y con lo que hago. Aquí, en la protectora de aves y con la gente que me rodea.
¿Qué le pide al futuro?
Muchos años para vivir con salud y vivir como yo quiera. Como siempre he hecho.
| CRISTÓBAL ANGULO