Una bodega que se huele, se toca y se escucha
Un grupo de afiliados a la ONCE tuvieron la oportunidad el pasado 11 de octubre de recorrer este edificio centenario de la mano de la directora de Comunicación y Relaciones Públicas de la Fundación Osborne, Carla Osborne. Además, el encuentro contó con el apoyo del técnico rehabilitador de la ONCE en Cádiz, Francisco Pérez. La visita terminó con una cata a ciegas de tres vinos de la prestigiosa marca andaluza.
Para la quinta edición de la International Sherry Week que se celebra en todo el mundo durante la semana del 8 al 14 de octubre de 2018, la Fundación Osborne se había planteado que todas las personas, independientemente de su discapacidad, pudieran contemplar sus bodegas y, con el apoyo de la Fundación 'La Caixa', éste es un ejemplo de las experiencias sensoriales que organiza la compañía en sus recintos.
Sobre el mediodía, Carla se introducía en la bodega y tras ella varios afiliados a la ONCE. La guía llamó la atención acerca de la textura del suelo. Sobre el empedrado se adivinaba tierra. En realidad, se trataba de albero que se riega a diario para mantener, en el interior de la nave, unas condiciones adecuadas de temperatura y humedad.
En las instalaciones, todo se podía tocar. Por lo tanto, las personas ciegas y con discapacidad visual grave que participaron en el recorrido pudieron hacerse una idea bastante exacta de las dimensiones del lugar y de lo que había allí.
Nada más entrar, Carla indicó que frente a los asistentes había unas maquetas del edificio. En la parte delantera, los visitantes palparon la fachada, mientras que en la trasera se podían acariciar los recovecos internos de las bodegas y la disposición de los elementos existentes en la misma.
A continuación, los visitantes llegaron a una instancia rodeada de estantes provistos de botellas. Carla mostró una de cada modelo y explicó que los más sencillos pertenecían a vinos crianzas y reservas. Después, sacó vidrios más distinguidos, con formas similares a frascos de perfume o con relieves intensos. Estos botes se dedicaban a caldos de lujo o ediciones especiales.
“En la primera fila tenemos las soleras”, señaló Carla, llevando la mano de un ciego sobre la hilera inferior de botas de roble americano. Encima de esta barrica se ubicaban dos más que correspondían a las criaderas. Cada tinaja puede albergar 500 litros de bebida. La oscuridad del recinto sorprendió a las personas con discapacidad visual severa. Carla describía las paredes altas, oscuras, teñidas por la humedad de la bodega, las ventanas recubiertas con esparto, las imperfecciones de las maderas de los barriles y los escudos que presidían los contenedores más antiguos y grandes de la bodega.
Los ciegos deslizaban sus dedos por cada rincón del edificio, preguntaban sus dudas, se atrevían a puntualizar detalles desconocidos, hasta para la propia cicerone y percibían cada fragancia, cada rugosidad, cada sonido con admiración y curiosidad. Carla se aproximó a un miembro del grupo con una venencia y llenó, desde las alturas, una copa con una facilidad pasmosa.
Antes de terminar, el grupo se introdujo en una sala iluminada de paredes blancas. En ella, un mapa de España localizaba en qué puntos de la geografía se podían encontrar toros de Osborne en la carretera. Era un museo con el emblema de la marca como protagonista. Allí se podían ver cuadros con interpretaciones variopintas del astado y réplicas, a tamaño original, del único tablón publicitario que aún permanece en las vías españolas, eso sí sin el nombre de la compañía, así como maquetas a una escala inferior para que los visitantes puedan percatarse de su contorno.
En ese instante concluyó la visita, pero mientras nos trasladábamos a otra bodega, habilitada para celebrar eventos y catas, de aspecto moderno Carla nos confesó que la Fundación Osborne, con la colaboración de Fundación ONCE y ‘La Caixa’, habían tardado más de seis meses en conseguir que el edificio fuese accesible. Además, la directora de Comunicación contó que habían formado a los profesionales de enoturismo para que pudieran atender a las personas con discapacidad visual y ceguera.
Por último, los afiliados disfrutaron de una cata de vinos profesional. Degustaron los caldos instruidos por la directora de Comunicación de la Fundación Osborne que se despidió de ellos pidiéndoles que lo recomendaran en su entorno.
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