Una batalla ganada
“En general desde que empezó la situación de confinamiento, las trabajadoras sociales, aunque atendemos a toda la población sea cual sea su edad, hemos puesto nuestros esfuerzos en los mayores y de forma prioritaria en los que viven solos”, explica María del Carmen Domínguez, trabajadora social en Huelva. “Estamos contactando con todos ellos para que no se sientan solos, ofreciendo nuestros servicios desde la distancia, hablando con sus familiares en caso de que los tengan, haciéndoles sentir que no están solos”.
Si detectan que la persona precisa apoyo psicológico, las trabajadoras sociales derivan el caso a las psicólogas; si se trata de dudas que planteen ante gestiones de recursos que quedaron pendientes, las orientan y resuelven directamente en muchos casos; y para aquellos afiliados que hacen uso de su móvil, ordenador o tablets y plantean dudas de cómo hacerlo, se derivan a los instructores tiflotécnicos. Además, desde Servicios Sociales se coordina también toda la labor de atención de los voluntarios. A juicio de Domínguez, la implicación activa de los voluntarios “alivia enormemente la situación de soledad que muchos afiliados están viviendo durante esta pandemia y es un servicio que está enormemente valorado por nuestros afiliados”.
Entre los afiliados que ha atendido María del Carmen Domínguez en las últimas semanas destaca Carmen González, una afiliada de Huelva. A sus 51 años el impacto del coronavirus le ha roto todos los esquemas, como a tantas personas en los cinco continentes. Mari Carmen afrontó el confinamiento social con gran pesar. Afiliada a la ONCE desde hace dos años tras la pérdida de visión completa en un ojo y gran parte del otro vive este estado de alarma acompañada de su hermano y su hermana.
Pero la situación dio un giro de 180 grados con la ayuda de los trabajadores sociales de la ONCE y, de la noche a la mañana, ha pasado de sentirse poco útil por las limitaciones de su discapacidad visual a liderar a un equipo que conforman sus hermanos para hacer mascarillas y poner en valor su experiencia como modista de trajes de flamenca. Uno corta, ella cose y la otra hermana desinfecta el resultado final antes de envasar la mascarilla. Hasta mil unidades entrega por semana a la Hermandad del Rocío de Huelva. Y ahora se plantea incluso coser batas para el hospital Juan Ramón Jiménez de la capital onubense. “Esto me ha dado vidilla, la verdad”, reconoce.
Mari Carmen se emociona cuando habla de la trabajadora social de la ONCE que le atiende. “No tengo puntuación que darle porque no hay número para darle #8211afirma-. Se sobrepasa de todos los esquemas, es excelente, máximo, no hay número posible, no lo hay. Una persona de gran corazón que se desvive por su trabajo y por las personas. Y para mi es lo más grande, desde que la he descubierto a mí me ha cambiado la vida, me ha ayudado muchísimo”. “Creo que otras personas afiliadas deben saber que todo el mundo tiene algo que aportar #8211añade- aunque haya momentos en los que uno no crea que es útil y se sienta una carga para los demás”.
Isabel García, afiliada a la ONCE desde 2017, recibe también la atención profesionalizada de los Servicios Sociales de la Delegación Territorial de Andalucía y reside, junto a otras afiliadas, en un centro de mayores de Sevilla. Periódicamente recibía la visita de Pilar Caba, trabajadora social, para detectar, entre otros motivos, posibles necesidades derivadas de su déficit visual. Ahora, desde el inicio del confinamiento, su intervención como profesional se ha visto condicionada por las circunstancias y los contactos con el centro, con ella y con su hija Concha han pasado a ser telefónicos. “No hay posibilidad de esos abrazos y amplía sonrisa con los que me recibía cada vez que llegaba al centro #8211cuenta Pilar-. Isabel tiene a su favor ser una persona muy resiliente y está llevando la situación lo mejor que puede, mientras que yo intento dar la mejor respuesta profesional a cada una de sus preguntas y la mejor solución a los problemas que está teniendo en su día a día”.
Para Pilar Caba ha resultado “especialmente emotivo” saber que Isabel dio negativo en el test del Covid-19, informarle sobre la favorable evolución de su compañera de habitación, hospitalizada por el coronavirus, o poder acompañarla en el dolor por el fallecimiento de su amigo Miguel, un residente al que le presentó a finales de febrero. “Me emociono cada vez que me dice que está muy agradecida a la ONCE, que mis llamadas y las de los voluntarios le dan vida”, reconoce.
Mayor demanda de las nuevas tecnologías
Julio Rodríguez es instructor de Tiflotecnología en el Centro de Recursos Educativos de la ONCE en Sevilla, desde donde se atiende a los 1.800 alumnos ciegos o con discapacidad visual de Andalucía, Ceuta y Melilla en todos los ámbitos educativos. Su actividad habitual ha cambiado forzosamente por el impacto de la pandemia.
“Lo que ocurre ahora es que hay una mayor demanda en el empleo de las nuevas tecnologías porque la gente está confinada en casa, tiene más tiempo y necesita modos de ocios alternativos, lecturas y películas con adaptaciones. Esa demanda siempre ha existido, pero ahora se ha incrementado”, explica. A las peticiones de los afiliados sin actividad se suman ahora, y en cantidad, la de los que teletrabajan desde sus casas y necesitan que los equipos y adaptaciones funcionen perfectamente para que todo marche como es debido.
“Estamos desbordados, pero no por cuestiones de disponibilidad sino porque la demanda se ha incrementado muchísimo y eso supone que ahora mismo hay que dar prioridad a la gente que tiene una necesidad urgente de ser asistido”, comenta Julio. Los primeros, teletrabajadores y estudiantes. “Los alumnos de la UNED que tienen que examinarse virtualmente suponen un desafío #8211reconoce-, o los estudiantes que han continuado las clases por videoconferencia de las Escuelas de Idiomas, son los que generan mayor número de demandas”.
A las personas que viven solas también se les da máxima prioridad porque necesitan comunicarse con sus familiares y sentirse acompañados, aunque sea a través de un aparato. Y su ocio depende también de tecnologías con las que, en ocasiones, no están familiarizados.
Pero a pesar de las dificultades, Julio Rodríguez reconoce que su esfuerzo se ve altamente compensado. “Las personas son siempre muy agradecidas con el servicio que prestamos, pero ahora más que nunca. Que se pongan en contacto telefónico con ellos supone un desahogo. Sin quererlo se hace un poco de terapia porque se sienten confinados y solos #8211añade-. Cuando un jubilado te llama y te dice que el WhatsApp ya no le habla, el único medio de contacto con sus nietos, y se lo arreglas, no paran de darte las gracias efusivamente”.
Lo más frustrante en esta crisis para los instructores tiflotecnologicos es no poder solucionar problemas puntuales por falta de presencia física. “Si tienes que conectar un cable y la persona no acaba de entender las instrucciones es frustrante no poder acceder a los afiliados Eso nos pasa mucho con los alumnos de Primaria y Secundaria. Muchas veces necesitas estar. ¿Cómo explicar que la tecla Windows no está en el lugar de siempre en su teclado? Pero siempre se buscan estrategias, que el padre haga foto o una videoconferencia. El otro día le instalamos una impresora a un afiliado a través de videoconferencia”, señala orgulloso.
A su juicio esta pandemia traerá algo positivo. “Las personas mayores van a dejar de menospreciar las tecnologías. Esta crisis no se hubiera pasado de la misma manera sin los cacharritos que hoy nos hacen la vida más fácil. La tecnología ahora va a ser más apreciada y habrá gente que empezará a hacer cosas que antes no hacía, como la compra online, van a adquirir hábitos que antes no consideraban necesarios. Quizá ahora el concepto de teletrabajo, que en España siempre se ha mirado mal, cambie la perspectiva de lo que eso significa”.
“Vamos a superarlo”
Los sicólogos son también un pilar esencial de la estructura de los Servicios Sociales. Ahora, todas las intervenciones de apoyo psicosocial se realizan a través de la telepsicología, que es una modalidad terapéutica que cuenta con base científica y técnicas avaladas, pero que requiere algunas adaptaciones respecto a la intervención presencial.
La ONCE había implantado este sistema meses atrás y los profesionales contaban ya con formación previa sobre su uso y lo que antes se utilizaba de forma opcional, en la actualidad se ha convertido en una herramienta imprescindible. “El cambio más significativo es que estamos trabajando desde casa, gracias a que la ONCE creó un equipo multiprofesional y nos ha facilitado los medios necesarios”, explica Mercedes Castillo, sicóloga de la ONCE, que adtiende a afiliados de Córdoba, Lucena, Antequera y Ronda.
El coronavirus ha modificado también los objetivos y metodología de los sicólogos, que intervienen junto a coterapeutas y servicios de salud mental externos. Con los adultos priorizan la atención a los más vulnerables, como las personas mayores que viven solas o en residencias o los que presentaban desajustes emocionales previos. Y con niños y adolescentes, están realizando acompañamiento educativo, preventivo o terapéutico tanto a los alumnos como a sus familias.
En estas semanas de confinamiento, los sicólogos están atendiendo a afiliados con sintomatología muy diversa. Desde desajustes emocionales derivados del déficit visual, al unirse el aislamiento a dificultades para realizar actividades de ocio desde casa, a la falta de autonomía personal agravada en ocasiones por la interrupción de los programas de aprendizaje presenciales o la imposibilidad de acceder a redes sociales. También atienden síntomas de ansiedad o depresión, derivados del manejo de pensamientos negativos repetitivos relacionados con la situación actual, o por la aparición de sentimientos de inutilidad, soledad, abandono. Y conflictos familiares que surgen o se agravan a consecuencia de la convivencia prolongada.
“A lo largo de nuestra vida hemos superado muchas dificultades #8211recuerda para concluir Mercedes Castillo-. Y sin ninguna duda, unidos, vamos a superar éstas”.
Estas son las recomendaciones que nos sugiere Castillo para cuidar el bienestar emocional y especialmente el de las personas más vulnerables.
- Identificar nuestras emociones y aceptarlas, qué estoy sintiendo.
- Reflexionar sobre cómo estamos afrontando la situación e intentar mantener una actitud positiva. Manejar emociones agradables; aumentará nuestras fortalezas y nos permitirá mantener la motivación e incrementar la resistencia.
- Centrarnos en la búsqueda de soluciones y poner en valor lo que SÍ podemos hacer.
- Utilizar esta situación para enriquecernos personalmente, valorando nuestros logros y el papel tan importante que tenemos en la consecución de la meta final.
- Controlar los pensamientos negativos, evitando los análisis catastrofistas y procurando vivir el presente y disfrutar de los momentos de bienestar.
- Organizar una rutina diaria para tener sensación de normalidad y control, incluyendo actividades gratificantes que nos provoquen satisfacción personal, ejercicio físico para reducir el estrés, actividades de ocio compartidas para no perder la sensación de pertenencia... y si vivimos en familia, tareas conjuntas que favorezcan la convivencia.
- Mantener el contacto tanto con personas significativas como con conocidos o compañeros, para evitar el aislamiento social
- Cuidar las relaciones familiares, mostrando nuestros afectos, siendo pacientes, especialmente con los niños y los adolescentes, comunicándonos con nuestras parejas y solucionando los conflictos de forma serena y empática
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