Un Camino en busca del mundo interior

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José Manuel Carrascosa y José Manuel Sánchez hacen juntos el Camino de Santiago de Lourdes a Pamplona

El granadino José Manuel Carrascosa ha realizado su octavo Camino de Santiago acompañado de su perro guía Nyx y del trabajador de Ilunion José Manuel Sánchez

José Manuel Carrascosa (Pampaneira, Granada, 1974) se quedó ciego por un tumor cerebral a los 33 años. Lejos de amedrentarse, ese cambio definitivo le descubrió nuevas perspectivas de la vida, como el senderismo. En septiembre concluyó su octavo Camino de Santiago en cuatro años, en esta ocasión, guiado por su perro guía Nyx, y acompañado por José Manuel Sánchez (Bornos, Cádiz, 1963), trabajador de Ilunion, que ha realizado los distintos tramos hasta en doce ocasiones. Los dos comparten una misma visión del Camino, un viaje espiritual en busca de su mundo interior.

Primeros momentos del Camino

José trabajaba de camionero transportando materiales de construcción cuando sintió un mareo que le hizo frenar en una carretera de la provincia de Granada. A partir de ahí vinieron dos meses de pruebas médicas, biopsias, resonancias, hasta que dieron con la causa de sus mareos. Diagnóstico; un tumor cerebral. En la segunda de las operaciones a las que se sometió le quitaron el tumor pero perdió la vista del todo. Sabía que ese riesgo existía. “Me costó bastante, lo pasé mal”, admite gráficamente.

Tuvo que dejar su pueblo, la hermosa localidad de Pampaneira, enclavada en el corazón de la Alpujarra granadina, para comenzar un proceso de rehabilitación y adaptación en la capital de la mano de los profesionales de los Servicios Sociales de la ONCE.  

José Manuel Carrascosa con su perro guía Nyx

José Manuel Carrascosa y Nyx en la etapa Oloron-Saint-Marie-Monasterio de Sarrance 

“Empecé a ver que había otro mundo al que había antes de ser ciego y poquito a poco fui saliendo, y aquí estamos que es lo importante”, dice sin el menor atisbo de gravedad. Desde entonces Jose ha dicho en más de una ocasión a los suyos que la vida le ha cambiado a mejor. “Desde que me quedé ciego empecé a ver las cosas de otra manera y a apreciar las cosas con más valor, incluso a ser mejor persona”, afirma. ¿Por qué lo siente así?, le preguntan, “Por cómo aprecio ahora todo, a ver la vida desde otra perspectiva. Valoro más el día a día, los pequeños detalles de la vida, un rato de conversación con un amigo, un paseo por el campo, antes no lo valoraba. Y ahora al tener más dificultad tienes que poner más empeño”, argumenta.

Un tramo complicado

Desde hace tres años ha sumado a su vida a Nyx, un perro guía labrador. “Pasé de guiar un camión a que me guíe un perro, lo que cambia la vida”, cuenta con la mayor naturalidad. Afiliado a la ONCE desde 2008, ya tuvo su primer perro guía en 2011. Nyx es el segundo. “Me volvió a cambiar la vida otra vez. Dejé hasta de fumar por el perro -explica-, y ahora soy más libre y autónomo”. En un pueblo de calles estrechas y empinadas calles, y con canalillos de agua en el centro, una joya para el viajero romántico pero un obstáculo para el vecino con discapacidad, manejarse con el bastón se aventura una rutina complicada. “Antes movía por la plaza y poco más”, reconoce.

Los dos peregrinos andando en una de sus etapas

Llegada a Tiebas. Juntos recorrieron 300 kilómetros en 15 días en la ruta de Lourdes a Pamplona

Su afición por el senderismo comenzó a raíz de quedarse ciego. De vuelta ya en Pampaneira, que es donde se siente más a gusto, rodeado de los suyos,  empezó a andar por los caminos más próximos al pueblo acompañado por los amigos. Así empezó. Luego vino el grupo de senderismo de la ONCE y a partir de ahí, el Camino de Santiago, el primero de ellos en enero de 2020 a pocas semanas del estado de alarma que encerraría a España en sus casas por el Coronavirus.

 

“No lo entiendes hasta que lo haces”

Un año antes había conocido al madrileño Javier García en un encuentro de perros guía en Ciudad Real, un peregrino de convicción, vendedor de la ONCE ya jubilado, que le invitó a participar en lo que sería su bautismo en el Camino, el tramo de León a Santiago Fisterra. Con él ha realizado cinco tramos. En 2022 llegó a recorrer hasta tres diferentes en un solo año. Ha recorrido el Camino mozárabe, el primitivo, el portugués, el francés, así hasta este octavo que realizó en septiembre pasado con el tramo que conduce de Lourdes a Pamplona. “Caminos hay infinitos”, resume pensando ya en próximas etapas.

Los dos caminantes mostrando orgullosos una cinta de Ilunion y Grupo Social ONCE

Los dos peregrinos coinciden en subrayar el sentido espiritual que aporta del Camino de Santiago

“El senderismo te termina enganchando, es algo que no lo entiendes hasta que lo haces. El Camino te gusta o no te gusta. Hay gente que no lo hace más y gente que repite y repite”, dice. Y él es de los que repiten. “Es algo espiritual, te lo hace el Camino, haces amistad con gente que andas con ellos dos días o diez y que igual no las vas a ver en tu vida. Pero se crea un vínculo y un compañerismo que no lo encuentras en otro sitio”, sigue narrando. “Y si eres creyente más todavía”. Él no lo es, al menos no de forma activa, aunque no falta a la misa de peregrinos, considerado como un trofeo al final del Camino, igual que asiste a la de las fiestas de su pueblo. “La ceguera no me ha aportado ni más ni menos fe”, subraya.

Ser ciego en el Camino tiene sus ventajas, reconoce. La gente se fija en él y se presta enseguida a ayudar en lo que haga falta, no tanto al andar, que también, como a la hora de manejarse en los albergues. Porque todos los Caminos que ha hecho José han sido con parada en los albergues públicos, que es donde -dice-, se vive de verdad el Camino, no en las rutas organizadas de hotel en hotel con el transporte del equipaje cubierto.

"Se me ponen los vellos de punta"

“Es durillo, tienes tus momentos de bajón -reconoce-. Tienes que ir preparado física y mentalmente para tener una buena reacción y poder disfrutarlo”. Son etapas de siete horas con recorridos que suman entre 20 y 30 kilómetros al día. Para prepararse, José anda por los alrededores de Pampaneira, hace gimnasio y una semana antes camina con una mochila cargada con cinco kilos para hacer hombros y espalda. El pienso de Nyx lo compra por el Camino para no llevar más de dos kilos adicionales a su equipaje y que dure para cuatro o cinco días. Salvo los inconvenientes climatológicos, siempre imprevisibles, todo está perfectamente planificado. Por eso le gusta llamar a los albergues públicos, sabiendo que no aceptan reservas, para advertirles que le acompaña su perro guía. Solo en una ocasión, en su primer Camino, tuvo que denunciar a un albergue por no permitirle entrar con su guía, una ilegalidad que fue noticia de proyección nacional.

Parada en el Camino con otros peregrinos

Momentos de descanso y curar ampollas para continuar en la etapa Sangüesa-Monreal

Han sido 300 kilómetros oficiales en 15 días sin móviles (operativos solo por las noches) que ha superado con orgullo. “El perro se ha portado muy bien, no se ha cansado, ya quisiera yo tener la energía que tiene”, afirma. Con la tranquilidad que Pampaneira le aporta, José dice ahora que de cada Camino vuelve “fortalecido en todos los sentidos y con ganas de volver”. El por qué, los olores de la naturaleza y la convivencia. “Los ratos que vas solo contigo mismo, en tu interior, escuchándote a ti mismo. Es el mejor momento, cuando vas en tu mundo, el del silencio. Son cosas que no se pueden describir. Luego en los albergues las cenas donde se comparten vivencias y otras historias de otros caminos”, relata con alma ya de peregrino. “Cuando llevas en el Camino dos días parece que llevas un mes, intimidas con la gente y al final terminamos contándonos todos nuestras cosas, separaciones, problemas del trabajo, los hijos”.

“Cada vez es diferente -sigue contando-. Descubres cosas distintas en cada parte del Camino, son vivencias distintas con gente diferente, otro paisaje y otro clima por eso nunca he repetido un tramo”; dice. “Cuando lo haces y lo vives te das cuenta de que efectivamente te cambia la vida, y depende de la actitud con la que vayas te van las cosas mejor”, explica.

 

“Para vivir no necesitas tanto”

A José Manuel Sánchez lo conoció a través de un grupo de WhatsApp de peregrinos pero físicamente no se habían visto hasta que quedaron en Madrid para emprender este último Camino, el octavo de José, el número 12 para José Manuel. “Desde el minuto uno congeniamos muy bien, las 24 horas del día juntos es difícil, pero lo hemos llevado muy bien”, asegura el pampanurrio.

Foto en el interior de uno albergue

Carrascosa y Sánchez reconocen haber vivido los mejores momentos compartiendo vivencias en los albergues

Sánchez tiene una protusión medular (desplazamiento del disco lumbar) y un pinzamiento en el nervio ciático pero, aún así, por mucho que le cueste, un apasionado sobre todo del senderismo. Es de Bornos (Cádiz) y ha crecido caminando por los senderos de su sierra. “Mientras mi cuerpo se cansa, mi mente descansa, estoy en paz”, comienza diciendo. “No soy religioso pero hay una parte de espiritual en el Camino, no sé qué tiene pero te engancha”, afirma.

En 2021 conoció a Javi García, de la Asociación de Usuarios de Perros Guía, y fue un antes y un después en su vida. “Me emociono, si ya es difícil en condiciones físicas y visuales normales, porque no es fácil, es sufrimiento, dolor y angustia, situaciones de riesgo y si encima no ves... yo he vuelto reconfortado, cambiado para mejor, te das cuenta de que para vivir no necesitas tanto, con lo que llevas en la mochila vas tirando, son experiencias muy bonitas. No sé, hay un misterio, no sé qué es pero hay un misterio que te hace distinto. Reflexionas mucho en ese viaje a tu interior, te preguntas y encuentras respuestas”, cuenta José Manuel. “Te acuerdas de la familia, de la gente que tiene problemas, son vivencias que unen mucho”, insiste.

Posado en Lourdes con el Santuario de fondo

Tras la experiencia del tramo de Lourdes a Pamplona, los dos José Manuel han quedado para subir los picos de Andalucía

En lo único que ha habido  un punto de cesión hacia José Manuel es que le ha hecho la cama todos los días. Le fastidia mucho hacerla, dice a modo de excusa. “Pero es autosuficiente, tiene una fuerza de voluntad y unas ganas de vivir y un afán de superación con un coraje que es infinito. De mi ha necesitado poca ayuda”, explica. ¿Y Nyx? “El perro es lo más. Siempre nos acordamos del ciego y nunca del perro, pero hay que acordarse, porque es servicial, honrado y trabajador. Todos los calificativos son pocos. Como hace manada, como sabe quién es el líder, nos tenemos que acordar siempre del perro”, repite.

En la ruta de Urdós a Somport les pilló la Dana, que fue noticia este verano por sus consecuencias en el norte de España, y se quedaron atrapados, sin teléfono ni Internet por un socavón en el terreno de 50 metros. Tuvieron que ser rescatados y la noticia saltó a nivel nacional por la pericia de una persona ciega con su perro guía y su acompañante, también con discapacidad, trabajador de Ilunion Retail en los hospitales de Jerez de la Frontera y Puerto Real. “Nos ha pasado de todo, sufrimiento, dolor, tensión, riesgo, risas, buenos ratos... las cosas del Camino”, resume a modo de conclusión.

Cena comunitaria en el Albergue de Arrés

Cena comunitaria en el Albergue de Arrés

Entre Camino y Camino, José Manuel se está haciendo los ocho picos más altos de Andalucía y quiere que José se sume a ese reto con él tras la experiencia de esta última ruta juntos. Ya ha alcanzado la cima de cinco, pero le quedan todavía El Chullo en Almería, el Mulhacén en Granada y La Maroma en Málaga.

Los dos recomiendan vivamente hacer el Camino de Santiago a las personas con discapacidad.  “Que se animen porque se puede hacer, dentro de las limitaciones de cada uno, el Camino se puede adaptar en el tipo de kilómetros, que sea más sencillo y menos complicado, y como yo digo, hay tantos Caminos como peregrinos. El Camino siempre te va a dar más de lo que te va a exigir. ¿De qué manera te lo va a dar? Eso no lo podría decir, pero seguro que te lo da”, concluye José Manuel Carrascosa.

Abrazo al terminar la ruta

Objetivo conseguido: Abrazo final a la llegada del Albergue de Padres Reparadores en Puente la Reina (Navarra)

El otro José Manuel comparte su criterio. Y recomienda hacer algún camino a las personas con algún tipo de discapacidad por muchas y diversas razones. “Por salud mental al estar en contacto con la naturaleza, por interactuar con personas con otras culturas, costumbre y maneras de entender la vida, por conocer lugares, por conocernos a nosotros mismos, por salir de nuestra zona de confort, por ser independientes, por saber que en una mochila cabe todo aquello que puedas necesitar, por coraje y ver que todo lo que se quiere se puede conseguir, por fé, por espiritualidad, si tenemos algún sueño hay que ir a por él, indistintamente de la situación en la que nos encontremos y la discapacidad que tengamos”, concluye.

| L.G.

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