EN PRIMERA PERSONA: José Manuel Gómez, DJ Shemma

Secciones: Entrevistas
Entrevista al DJ Shemma

José Manuel Gómez (Barbate, Cádiz, 1971) sabe bien lo que es emocionar a miles de personas a la vez a través de la música en directo. Hacer que salten, que disfruten, que vuelen, que fluyan. Nunca se ha puesto límites, ni los conoce. Comenzó de pequeño feliz corriendo en bici por las calles de su Barbate del alma y desde entonces no ha parado de superarse a sí mismo cada día. Hay arte en sus manos, en su cabeza y en su corazón. Arte y autenticidad detrás de cada palabra y cada movimiento de la mesa de sonido. Es Shemma, un DJ profesional, productor musical también, especialista en pinchar Vinyl-set a tres platos, único en su género y no porque sea ciego de nacimiento, sino por la grandeza de su personalidad, arrolladora dentro y fuera del escenario.

 

   “La IA no puede sustituir el alma del ser humano”   

 

¿Cómo fue su infancia en el Barbate de los años 70?

Bueno, a ver, complicado, a lo mejor en ese momento no lo veía, no me percataba, por la ilusión desbordante de un niño pequeño que está en absoluta ebullición, que todo lo quiere aprender, que está absolutamente receptivo como una esponja, absorbiendo todo. Yo de pequeño incluso montaba en bicicleta solo y no me caía, entrando y saliendo del parque haciendo circunferencias concéntricas, ahí a tope.

¿Quiere decir que siempre fue un temerario? 

-Se ríe- La gente del pueblo, la ignorancia de las cosas, le decía a mi madre que hay que ver qué vas a llevar al niño al colegio, que lo vas a separar de ti, y la gente no entendía que eso era un antes y un después, que era evolución, que era para que un niño se desarrollara en cuanto a enseñanza y otras muchas cosas. Pero bueno, por lo demás bien. En mi casa hemos sido siempre una familia muy normal, muy bien avenida, muy buena unión entre los hermanos con los padres, comunicación absoluta.

¿Tener siete hermanos ayuda mucho siendo ciego de nacimiento?

Es lo que había. En aquel entonces las cosas en casa estaban un poco apretadas, mi padre trabajando, pero no como para que tuviéramos carencias excesivas de nada. Teníamos nuestros Reyes, nuestras cosas. Mi padre, la verdad es que para mí es mi héroe -su voz se quiebra por un instante-. Es que acabó siendo mi mejor amigo. Yo no lo sabía, pero al cabo de hace no demasiado tiempo me entero de que mi padre ponía música en los guateques, era el que ponía la gramola, no es que se dedicara a eso, sino que lo hacía en aquel entonces. Era un hombre serio, metódico, riguroso, un luchador, un hombre incansable, trabajador al más no poder, que le gustaba la caza, la pesca como cosas complementarias, que todo lo que hacía era para su casa. Ese es el esfuerzo de mi madre y mi padre de todos estos años.

Se emociona al mencionar a su padre.

Sí, porque mi padre, que era un hombre rudo, pero más bueno que el pan, lo daba todo, era generoso, era bondadoso, entonces que últimamente antes de irse me dijera que se sentía súper orgulloso de mi y que se sentía muy feliz cuando yo era capaz de hacer tan feliz a tantas personas a través de la música, cada vez que lo pienso, me emociona. -y se vuelve a emocionar con las manos ahora en los ojos-. Me llena de orgullo, de emoción, porque me reflejo en él en muchas cosas. Siempre me auto animo, es como si lo tuviera ahí al lado dándome apoyo, ¿sabes? 

En el colegio de la ONCE en Sevilla, estuvo internado nueve años. ¿Cómo le marcó esa etapa?

Me marcaron en cuanto a que pude absorber y pillar muchos valores humanos, de compañerismo, de hermandad, de vamos para adelante. Sé que no todos los niños que han estado en el Colegio han tomado las buenas notas que debieran de haber tomado de eso, porque entiendo que el internado depende para qué persona haya podido ser más o menos un hándicap. Para mi no. Evidentemente, una vez que salí del Colegio, me tuve que adaptar inmediatamente a la calle. Pero es que yo he sido una persona que desde pequeño siempre me he relacionado en la calle, no he tenido guetos. De hecho -no por nada, no lo digo con ninguna acritud-, es que yo desde siempre me he relacionado más con personas que ven que con personas que no ven. No tengo ningún problema. Muchas veces tiro del carro para adelante con un lema; si quieres puedes y si puedes, hazlo.

Diría que la ceguera no ha limitado su vida.

¿A mí? Para nada. A ver, hay limitaciones evidentemente que son obvias, pero a mí la visión no me ha limitado. Yo hasta los 13 o 14 años fui en la bicicleta y ya la dejé porque me daba cuenta de que era un poco circo, en el sentido de que todo el mundo flipando y mirando. He echado hasta carreras con amigos, pero no por nada, sino porque me encantaba. Me llevaba casi todo el día en la bicicleta, pasearme para arriba y para abajo y además no me chocaba, pues siempre iba haciendo ‘chts’-‘chts’-‘chts’, ese sonido que me servía de localización, y fue una pasada.

¿Y la ha vuelto a coger?

Alguna vez, pero quiero volverla a coger. Y quiero volver a patinar y hacer cosas que hacía antes.

“La ONCE siempre me ha hecho tener los pies en el suelo”

José Manuel con su perro guía Zapi

José Manuel feliz con su perro guía Zapi: "A la ONCE le debo todo, me ha construido como persona"

¿Cuándo y cómo empieza a gustarle la música? 

Desde siempre, desde chiquitillo, ya en el colegio tocaba la batería, cantaba, me encargaba de todo el tema de montaje y desmontaje, porque era el ciego habilidoso digamos y me tocaba pringar en todo. Y yo encantado, porque además lo hacía con una ilusión desbordante, aquello era para mí... quiero más de lo que se podía hacer. Era incansable.

¿Qué escuchaba en esa adolescencia?

Pues escuchaba de todo, desde Sabina a Luis Eduardo Aute, a Joan Manuel Serrat, de todo, de pronto escuchábamos algo de Obús, de AC/DC, flamenco.

¿Seguía la Movida Madrileña desde Barbate de alguna manera?

Aquí en Barbate recuerdo de los 70 y los 80 y pico un bullicio de personas un viernes, una víspera de una fiesta, un fin de semana, que se ponía de bote en bote, gente que escuchaba heavy, o lo típico de Celtas Cortos, El Último de la Fila, Seguridad Social, Duncan Dhu, por decir algunos. Pero no porque yo en aquel entonces tampoco estaba tan puesto en esos temas. Tú vivías la música y la radio, ibas escuchando cosas. Pero bueno, lo de la movida madrileña no es que fuera lo que se predicara a los cuatro vientos a saco como ahora. A lo mejor si escuchaba Radio 3 o alguna cosa así un poco más concreta, pues sí, podías un poco ir más allá, ¿no? 

Diría que los 80 fueron la edad de oro del pop español.

Pues entiendo que sí, los 80 y principios de los 90, eso ha sido un disparate, una pasada, la industria musical disquera, la cantidad ingente de discos que se ha vendido. Fue una pasada.

Con 16 años ya se estrenó como DJ por primera vez.

Si en una sala que se llamaba ‘Bye, Bye’ yendo hacia el puerto pesquero. No sé cómo se llama ahora. Lo que se están haciendo allí son eventos de música de los 80 y demás. Quiero ir un día a ver cómo está aquello.

¿Cuándo decide que pinchar discos es lo suyo?

Ya antes de salir del Colegio empezaba a ir con los amigos, íbamos a alguna discoteca, escuchabas cosas en la calle y tú decías; “Por favor, ¿qué es esto?”. El hecho de estar en una sala donde había ratos en los que no te podías comunicar porque a lo mejor el volumen era excesivo. De hecho, muchas personas ciegas no van a ese tipo de sitios porque no aguantan la presión sonora. Y yo creo que era un poco esa necesidad que yo tenía de comunicarme con los demás a través de la música. Porque veía que había ratos en que yo me quedaba un poco incomunicado en el lugar y con lo parlancheta que yo era siempre, era como ¡por favor! Entonces en la música encontré ese punto, ese ademán de superación, de vamos para adelante, de si se puede, de si tienes un sueño, búscalo, persíguelo.

Para para usted, desde el principio, la música fue una fuente de escape.

Sí, siempre porque en el Colegio, ya con el conjunto, con la discoteca, con las distintas actividades culturales que hacíamos, de veladas, de distintas cosas que se hacían en el cole, pues sí, siempre. De hecho, ahora estoy liado un poquito ahí con el Saxofón.

¿Cómo ha llevado 33 años trabajando en un puesto como telefonista en la ONCE de Cádiz manteniendo esta doble vida?

Pues supongo que con un poco de responsabilidad y de equidad. Que yo he sido joven, que también me he pegado a mis marchitas, que he salido, que he entrado como todo el mundo, o como mucha gente. Mi puesto de trabajo en la ONCE siempre me ha hecho tener los pies en el suelo. Nunca despegar los pies del suelo, ni en cuanto a fama, ni nada. Ni se me ha subido la cabeza ni yo he trampolinizado nada porque yo he creído en la música, era mi pasión, en desarrollar e ir más allá, en fusionar lo que podía, en descubrir cosas nuevas, en ir más allá en todo, recientemente me he tenido que incorporar a lo digital y transformar un poco y evolucionar.

¿Qué le ha dado la ONCE? 

Pero pues yo creo que todo, mucho y todo. Aparte de mi padre y de mi madre, lo que soy, más menos lo que tengo, como persona me ha construido, me ha hecho. Eso está en la persona. Si tú quieres, si eres capaz, si te sientes cualificado, capacitado, si tiras para adelante, si no tienes pamplinas mentales, tú tiras, y no trampolinizas, si no aprovechas en el buen sentido de la palabra, la oportunidad que la ONCE, que la vida te brinda o te da e intentar coger todo lo positivo de eso y estar y ayudar y repartir y compartir. La fama nunca la he querido para mí solo. Eso nunca lo he entendido, tú puedes estar arriba o puedes estar abajo. Yo creo en la constancia. Siempre he entendido que lo importante en todo esto no es que se puede llegar a ser fulano o mengano o a las estrellas del firmamento, en realidad lo que vale, o lo difícil es mantenerse, que pasen años distintas épocas generacionales y sigas estando ahí, y sigas despertando esa pasión o esa emoción cuando alguien te ve, que se le frunce el vello escuchándote, poniendo música, mezclando, produciendo, eso es lo importante. Lo otro es como la leche o la bolsa que sube y baja como el dinero. 

¿Esa fortaleza de carácter se la ha dado también la ONCE o es algo genético?

Supongo que es genético y la ONCE también me ha hecho reforzar y estar ahí. A la ONCE le debo todo. Le debo, aparte de a mi padre y a mi madre, mi empresa, mi entidad, he encontrado tanto calor humano, tanto apoyo, tanta incondicionalidad absoluta, tanta hermandad, que intento ser siempre positivo, me quedo con lo bueno de todo, porque lo malo ya está.  

“Soy un hacedor de ilusiones”

José Manuel en la mesa de sonido frente a una multitud en Barbate

El barbateño quiere que la gente disfrute y se lo pase bien y aboga por transmitir valores a través de la música

Hablemos de DJ Shemma. ¿Cómo planifica una sesión? ¿Todo está guionizado o deja lugar a la improvisación en función de cómo reacciona el público?

Antes, una pechá muy grande de cribar la música, de entrenar, de preparar las cosas un poco. Los amigos me dicen; “Tío, pero cómo puede ser que esta gente se pegan ahí preparando una sesión, tema con tema, no sé cuántos, y pom-pom y ahora tú coges, llegas y haces pim-pam-pum y encima si es que lo haces bonito”. Es que eso sale de dentro. Yo qué sé, será que eso lo lleva uno, no sé cómo explicarlo.

Hay un guion planificado.

Si.

Que luego se rompe en función ¿de qué?

Pues de la improvisación, del momento, de la gente, de si la gente está guay, si todo va bien. Es que eso contribuye a que se fluya, pero todos, desde el que está abajo bailando hasta el que está arriba, haciendo el deleite de esas personas. Soy un hacedor de ilusiones, de intentar poder que a través de la música puedas hacer que la gente por un momento olvide o no olvide, pero viaje, pueda volar en su imaginación, pueda ir a no sé dónde pueda sentir tales o cuales cosas, sentimientos, alegría, tristeza, emoción, todo. Siempre he dicho que el arte es una cosa que se puede enseñar, pero eso se tiene o no se tiene.

Porque para usted pinchar música es arte, no una técnica.

Las dos cosas. Tiene que haber técnica también y además en mi caso hay bastante técnica. Pero nunca entro a valorar, eso siempre lo he dejado en manos del que escucha, del que está ahí, del que recibe lo que tú haces. 

¿Qué busca cuando sale al escenario?

Que la gente se lo pase bien, que disfrute. ¿La gente a qué va a ese sitio? A divertirse, que a través de la música tú seas capaz de contar una o tantas historias y que a la gente le llegue. Eso es lo que hay que intentar. A mí lo que me preocupa es que tú cuando termine este evento te vayas a tu casa más a gusto que un arbusto, que te vayas descansado, que a lo mejor recuerdes un trozo de una melodía porque entonces se va a ver que ha llegado.

¿Lo que se vive ahí es ficción o es realidad?

Aquí entramos en un tema un poco escabroso, y yo no tengo pelos en la lengua. ¿Ficción o realidad? Depende de la persona, de si se droga o no se droga, es que la noche tiene para bueno y menos bueno.  Eso es algo que está ahí, no voy a descubrir América. Yo normalmente veo que es realidad, depende de cada uno de cómo se tome la historia.

Porque en ese contexto sí que hay mucha búsqueda de evasión, de huida, de desinhibición. 

Hay gente que sí, pero que muchas veces la desinhibición a veces no tiene por qué ser por algún estupefaciente. Yo conozco muchísimas personas, yo mismo, que solamente con la música simple y llanamente ya empieza a querer saltar, no tienes por qué tomar nada, ni siquiera alcohol. Yo lo que estoy tomando es Fanta de Naranja porque tengo que estar en mi sitio, haciendo trabajo para los demás, lo cual me gusta, me encanta, me apasiona poder expresarte, que no es poco, y que la gente te respete y crea en ti. Eso para mí merece todo mi respeto. Y es una de esas cosas, entre otras muchas, que te ayudan a seguir, a perseverar, a seguir adelante, a pensar que no lo estaré haciendo del todo mal.

¿Hay mucho desfase entre José Manuel y Shemma, entre el artista y la persona?

Shemma como artista, es una persona que intenta siempre transmitir cuando se pone delante de los aparatos, ya sea de vinilos o de disqueteras, o de controladores o de teclados o lo que sea. Y José Manuel Gómez Oliva también,  una persona que le gustan las cosas bien hechas, como Shemma, y que es una persona lo mismo, alegre, divertido, se transgreden o se transfieren del uno al otro una filosofía de la vida, unos valores, en los que uno tiene que estar cimentado, los cimientos, el arraigo, ciertas cuestiones de valores como la lealtad o el compromiso. 

Porque con este tipo de música electrónica, ante una masa impersonal que usted dirige, se pueden transmitir valores.

Sí, se pueden transmitir valores. A veces los sonidos son muy constantes, pero a mí me gusta conjugar, fusionar, jugar con las melodías, no es solamente una percusión, una batida de un bombo con un chaston, todo eso debe de ir precedido o acompañado por algo que te diga algo, no es solamente ‘Pom-Pom-Pom’ como muchas veces muchas músicas, no, yo voy más allá.

¿De alguna manera, la música electrónica es una fuente de resistencia ante la vida?

Eso supongo que depende cómo de cada uno se lo tome. Yo he sido siempre de tecno. Cuando trabajaba en un local de amigos míos, la música me la distribuía por horarios un poco, a primeras horas la música más dicharachera, más cachondeo, más guasa, y luego, ya poco a poco, ibas avanzando un poco más en la noche hacia música internacional.

¿En sus sesiones sigue habiendo espacio para Raphael, Camilo Sesto o la Carrá?

En las de ahora no. No por nada, sino porque la música que estoy trabajando ahora es electrónica. No digo que un día me dé o pueda fusionar no sé qué, pero ahora mismo no. Yo he tenido mogollón de música porque siempre he sido un melómano. En mi casa puedes encontrar música clásica, me gusta mucho el jazz, el swing, un buen bolero, me gusta todo y escucho de todo, árabe, de todo. 

“Ahora se valora todo un poco menos”

José Manuel en la mesa de sonido en una sesión nocturna

Shemma observa más frialdad y superficialidad en la música en la transición de lo analógico a lo digital 

En estos 30 años largos a los que se ha dedicado a pinchar música, ¿cómo se ha transformado este mundo? ¿Qué ha cambiado principalmente desde su perspectiva? 

Que lo analógico, lo de antes, era todo como más tangible. Los sonidos de ahora suenan muy bien, muy petados, muy pasados por muchos procesadores, muchas cosas que ayudan a la calidez y a la calidad, pero ha cambiado todo un poco. Antes la música, el sonido era otra cosa, no es que ahora no haya melodía, pero ahora es más complicado, quizás el sonido tan contundente de las cosas a veces noto un poco de frialdad, no digo en todo, porque se están haciendo cosas muy bonitas también, pero hay que rebuscar mucho. Tienes que ir un poco más allá y rebuscar mucho. 

Y el público, como reflejo de la sociedad, ¿cómo cree que ha cambiado?

Antiguamente se tenía que ir a veces a Londres o a Holanda a buscar música. El valor que se le da a las cosas no es el de hoy, lo digo con todo el respeto, pero hoy día el que los niños lo tengan todo tan a la mano hace que no valoren. De la misma manera, lo que es producir una canción, ya no digo un disco entero que una barbaridad, todo el proceso que hay detrás de todo eso, la ilusión, la apuesta en escena, el trabajo, el estudio. Ahora se valora todo un poco menos.

Diría que es todo más superficial. 

Yo noto que es un poco más superficial. Veo que hay muchas músicas en las que se lanza un mensaje: “Hola, aquí estamos. Esta es la realidad de la vida en la que estamos ahora los jóvenes viviendo lere, lere”. Y no digo que no, pero, cuidado, porque a veces hoy día se están transgrediendo cosas que no son del todo de mi agrado. Porque no se puede pretender que un niño de 12 años haga cosas que le correspondería hacer cuando tenga veintitantos. Eso es una barbaridad por muchas razones, o viceversa, darle la vuelta. Luego está la tolerancia, lo permisivo que, según el padre o la madre, que según los estudios que se tengan, que si el lugar donde se vive, pero esto es así. A mí no me hace ninguna gracia que a los niños pequeños, las madres los inciten a cantar cosas que los tengan ya, como yo digo, desde los no demasiados años calentitos. Y luego los mensajes de perreo y de minusvalorar y menoscabar a la mujer en muchas cosas. No es justo que se permita. Y el móvil, hemos caído en esa cosa de la dejadez del niño con el móvil para que no dé la brasa y somos nosotros los que estamos transmitiendo esa serie de valores y los que estamos dejando tal o cual legado. Y está en nosotros perfilar un poquito esos valores y darles un poco de verdad, de algo que implique autenticidad me refiero, que sea más auténtico.

¿Siente poder de influencia?

Cuando uno sale a pinchar, y no solo a pinchar, sino a través de la música, cuando te sientas a hablar con gente en un programa de radio, o en la ONCE, a mí siempre, por las razones que sean, se me ha tenido en cuenta, lo cual yo agradezco muchísimo. No es que yo hable y sentencie, yo doy mi opinión de lo que haya podido leer, ver, escuchar, convivir, compartir, experimentar. A mí me gusta hablar con todo el mundo, lo mismo hablo con el camello, con el banquero, con el bueno, con el malo, con el feo, con todo el mundo que se merezca, que tú puedas pararte un momento a hablar porque haya respeto y sentido común, equidad. Hay que relacionarse con las personas, se aprende mucho también de los demás. A mí me encanta aprender de los demás.

A su manera, ¿cree que está contribuyendo a un mundo un poquito mejor?

Sí, creo que sí, poniendo mi granito de arena con la música. De pronto hacer en el 98 un tema con Fat & Blind ‘Give me a mother fucking’ y que las 1.500 copias se vendan y que aún se sigan vendiendo copias u otros temas que hayamos hecho David Casas y yo en su momento, y que eso levante pasiones y sea capaz de poner un recinto patas arriba, tener una energía tan positiva y tan potente que es capaz de llegar a muchas personas, eso cada día me hace tener más respeto. Después de tantos años uno ya lo que intenta es buscar la excelencia de las cosas, intentar sacar el jugo de verdad a todo. Si yo estoy jubilado, a mí lo que me queda es repartirme y compartirme con todas las personas desde mi familia a los amigos hasta al público, con todo lo que me rodea y fluir todo lo posible. 

¿Cuál diría que es la clave para triunfar en este mundo de los DJ?

La perseverancia, la constancia de estar ahí. Al principio nadie daba un duro, pero yo no soy de una competencia innecesaria ni de deslealtades.

¿Hay mucho intrusismo en este sector? 

Hay intrusismo y también hay muy buen rollo entre la gente, hay un poco de todo. El trepa siempre va a existir en la música y en todo. Lo que hay que intentar es sacar todo eso fuera, fuera, fuera. Lo que no nos sirve echarlo a un lado, ni siquiera plantarle cara ni nada, como si fuera una rama en el bosque, si no da ¿ para qué le vas a dedicar más tiempo?

¿Qué viene detrás de un concierto, después de ese subidón de adrenalina que debe ser gestionar una masa de público al ritmo que marque?

Pues nada, respirar hondo cuando vas saliendo del sitio, tranquilizarte, tienes que intentar siempre estar templado. En 2017 en la playa de Barbate, ante más de 8000 personas en el Paseo Marítimo, desmitificamos un montón de tonterías que a veces rodea a la música. Todas las generaciones estaban ahí de forma sana, gente que había venido al Festival del Cabo de Plata, eso fue muy potente. Ese día sí que es verdad que estuve un rato como aturullado.

Con toda la trayectoria internacional que usted tiene, con éxitos tras éxitos  en escenarios de Ámsterdam, Las Vegas, Los Ángeles o Pekín y usted se acuerda del concierto de Barbate.

Es que mi pueblo ha sido una de mis escuelas. Es el que me ha visto crecer como persona, como músico, como DJ, como productor, entonces mi pueblo siempre lo llevo como… A ver, yo soy de aquí. 

¿Y le duele mucho que se siga vinculando el nombre de Barbate con la droga?

Si duele porque aquí hay gente muy auténtica y hay muchos valores, mucha gente muy trabajadora, gente noble, comprometida, que no tiene nada que ver con esas cosas. Ya está bien. Hay que soltar lastre que no sirve y lo estamos haciendo en lo que podemos, pero evidentemente siempre hay agentes externos e internos que dificultan el proceso. Pero eso es un ruido innecesario que no sirve y que no nos representa realmente. 

”La ilusión es el motor que lo mueve todo”

José Manuel abrazado a su torre de música de los 80

"Hay que ponerle alma a la música" sostiene DJ Shemma

¿Cómo explica el fenómeno Taylor Swift?

Son fenómenos musicales sociales y musicales que se instauran ahí. Bueno, que le vaya bien, que saque lo mejor o lo más positivo de todo eso y que lo gestione bien porque evidentemente ese tipo de cosas si no se gestionan bien te sobrepasan. No es fácil.

¿Usted teme a la Inteligencia Artificial? ¿Es una aliada o puede acabar con la figura del DJ?

A mí no me molesta ni me importa que se hagan cosas nuevas con la IA en la música y en todo, porque para nosotros los que nos vemos muchas cosas ayudan y sirven. Pero las cuestiones matemáticas y demás algoritmos de momento no me han demostrado que hayan podido sustituir al alma del ser humano, donde va la emoción, una cosa que para mí es muy importante, la calidez, no solo la calidad, lo cálido o no que puede ser una música, lo que tú eres capaz o no de transmitir. Con tantos ceros y tanta combinación binaria se pueden hacer muchas cosas, pero yo no le temo, sinceramente, no le temo. Lo único que le pido a Dios, a la vida, a las personas, es que lo hagan bien, que no incurran en cosas malas, que lo hagan por un mundo mejor para todos, para hacer la vida más fácil al ser humano. Yo más allá no lo veo, la parte chunga, ya se sabe, es como la bomba atómica, que no estaba para reventar Hiroshima, en principio. Tenemos que saber sacar el jugo a esas cosas para bueno, porque lo malo ya viene solo.

Usted no se siente único por su condición DJ siendo ciego sino por el alma que pone a todo lo que hace ¿es así?

Hay que ponerle alma a la música. Si no te lo estás pasando bien pues lo mismo no estás transmitiendo nada, no estás transmitiendo que la gente se lo pase bien. Es que primero te lo tienes que pasar bien tú con lo que estás haciendo, te tienes que estar divirtiendo, entonces estás transmitiendo. Yo no me siento único. A ver, que posiblemente haya sido yo el que haya puesto a lo mejor la primera piedra en el mundo a nivel internacional de ser el primer DJ ciego del mundo, pero yo no me considero único. A mí me encanta que haya más gente ahí empujando.

¿Qué música escucha cuando no trabaja? 

De todo, lo mismo puedo escuchar chill out, que flamenco o clásica. Depende del día.

¿Qué mensaje le da a un chico ciego de 16 años en un pueblo de la España de 2024 que tenga un sueño y no se atreva a cumplirlo?

Pues que lo cumpla, que lo persiga y que sí se puede y que vamos para adelante, que las cosas se pueden hacer. Se pueden hacer las cosas con perseverancia, ganas e ilusión. El no arriesgarse es perderse del todo, el arriesgarse posiblemente a lo mejor será perderse solo un poquito, como decía Soren Kierkegaard. Ya por arriesgarte, algo conseguirás, si le pones esfuerzo, ganas, ilusión, que es uno de esos motores que lo mueve todo. Que la ilusión sea siempre ese motor que mueva a vuestra vida o que mueva tu vida. Si no se tiene ilusión, no lo haces de la misma manera. Tú tienes un mínimo de ilusión por algo y al fin del mundo.

| LUIS GRESA

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