EN PRIMERA PERSONA: Carmen Aguilera, directora de la ONCE en Granada

Carmen Aguilera en su despacho de la sede de la ONCE en Granada

“Mi reto es transformar la vida de las personas”

La nueva directora de la ONCE en Granada estudiaba 2º de Trabajo Social en la Universidad de Comillas cuando con 24 años perdió la visión en el quirófano. Sus compañeros le grabaron todos los temas del curso completo en cintas de casete para que pudiera presentarse a todas las asignaturas en septiembre. Fue su primer gran reto en la vida. A partir de ahí, se ha dedicado a servir y a ayudar a los demás. A Carmen Aguilera (Barcelona, 1973) todavía se le quiebra la voz cuando habla de sus ocho años como directora de la ONCE en Córdoba. Orgullosa de esa etapa, afronta ahora la dirección y gestión de la Andalucía oriental con la ambición de ensanchar aún más la presencia de la ONCE en la sociedad y con la ilusión de seguir transformando la vida de las personas, su verdadera pasión.

Sus primeros seis años de vida transcurrieron en Barcelona. ¿Qué le queda de catalana?

Tengo pocos recuerdos como catalana. Tengo recuerdos de la infancia, de mis amigas de allí, pero no es el territorio, es el entorno, las personas que me rodearon en ese momento, y mi familia que aún tengo allí. Pero no me ata más a Barcelona.

Sus padres vivían allí.

Mis padres son de unos pueblecitos de Almería; mi madre de Benecid, de la Alpujarra, y mi padre de Rodalquilar. Se fueron a Barcelona en busca de un futuro mejor, allí estuvieron 12 años y luego ya volvieron a El Ejido buscando en la agricultura una salida económica.

El Ejido es su referencia.

Pues tampoco porque yo llegué con seis años y con siete mis padres decidieron internarme en el Centro de Recursos Educativos de Alicante para que hiciese EGB porque creían que era el mejor apoyo para mi educación. En aquel entonces la Educación Integrada apenas era un proyecto.

Usted ha tenido problemas de visión desde muy pequeña y a los 24 se quedó ciega en un quirófano. ¿Resultó muy traumático a esa edad?

Sí, en ese momento fue muy duro. Fue un antes y un después. Tuve que reorganizar mi existencia, pero por suerte ahí encontré la ONCE, que fue lo que me ayudó a continuar. Y es verdad, lo digo con convicción, la ONCE transforma vidas. En ese momento no tenía fuerzas para seguir haciendo nada, pero empecé a entrenar la movilidad para poder seguir con mis compañeros de la Universidad, en los que encontré un gran apoyo. Se encargaron de grabarme todos los temas del curso en cintas de casete, distribuyéndoselos entre un grupo, lo que me permitió poder estudiarlos y presentarme en septiembre a todas las asignaturas. Para mí fue un reto muy importante, pero si no hubiese sido por la ONCE no estaría hoy aquí.

¿Cómo fue el proceso de adaptación a la pérdida total de la visión?

Para mí supuso en primer lugar un agotamiento mental. Para acordarme de todo, tuve que cambiar la forma de organizar mi día a día. Dicen que nunca se olvida al primer novio, pero a quien yo siempre recodaré será al primer técnico de rehabilitación que trabajó conmigo, Juan José Cantalejo, que me ayudó a superar esas barreras, sobre todo mentales, por el miedo que te da enfrentarte a la calle, a nuevas situaciones sin el sentido de la vista. Como por ejemplo a entrar en el Metro. Y él, con una sonrisa, con mucha ilusión y sin dejar de gastarme bromas, cuando yo no tenía ánimos para nada, me ayudó a ir dando pasos adelante y a que poco a poco fuese tomando las riendas de mi vida.

Vencer el miedo es la principal tarea de los profesionales en ese momento crucial de la vida.

Vencer el miedo, ayudarnos a enfrentar nuestra vida, tratar de normalizarla; el miedo hay que tratar de reducirlo poco a poco con argumentos y sobre todo con ejemplos porque en la Casa tenemos muchos ejemplos de personas que han seguido adelante. Y de algún modo nos tenemos que transformar en ese papel para ayudar a otros a luchar contra esa nueva circunstancia cuando acuden a la ONCE con una ceguera sobrevenida. El miedo es tan grande como se quiera hacer, pero también hay que luchar contra él y reducirlo.

 

“Me gusta ayudar y servir a los demás”

Carmen Aguilera en la ventana abierta que da a la fachada del Ayuntamiento de Granada

"Mucho de lo que soy se lo debo a Córdoba", reconoce Carmen Aguilera | Reportaje gráfico: Paco Ortiz

¿Por qué se decidió por Trabajo Social?

Me gustaba, lo sentía, y de algún modo lo sigo ejerciendo. Lo hice por convicción, me gusta el Trabajo Social, me gusta ayudar a los demás, servir a los demás; después la ceguera me hizo tener un prisma más amplio de los problemas de los demás. Una situación tan adversa como la pérdida de visión me ha hecho aprender a utilizarla para ser útil a otros que han padecido el mismo problema. Traté de controlar mis propios miedos y después intenté ayudar a otros a hacerlo, a tener una vida autónoma, a que puedan disfrutar la vida y normalizarla. Ese es mi reto diario, transformar la vida de las personas que pasan por esa circunstancia tan grave y difícil. Que las personas puedan tener las riendas de su vida, ser autónomos y ser felices.

Los trabajadores sociales son un pilar esencial de la estructura de los Servicios Sociales de la ONCE ¿verdad?

Sí, lo son, actúan en todos los factores sociales de la persona, detectan todas las necesidades en las que intervenir, son fundamentales, como lo son todos los técnicos. El apoyo sicosocial es otro pilar esencial porque si no hay aceptación no se puede hacer nada más, es fundamental.

¿Qué aprendió de su tiempo como vendedora?

A valorar los recursos que tenemos, el esfuerzo del día a día, lo gratificante del  contacto con la sociedad, con el ciudadano de a pie. Lógicamente también estableces relaciones institucionales,  dado que es uno de los puntos estratégicos de la ONCE. El ejemplo de afrontar cada día, aun con la discapacidad, una jornada de trabajo, que no es fácil, y asumir esa responsabilidad, de poder aportar a la sociedad y a la familia. Está claro que el trabajo dignifica, es lo que nos permite ser autónomos. Tener un puesto de trabajo ayuda muchísimo, lo hace todo en la vida. Creo que es un éxito de la Casa que tenga a todo el colectivo de personas con discapacidad afrontando el día a día y, además, repartiendo ilusión que es muy importante.

¿Cuál diría que es el principal éxito de la ONCE?

Transformar vidas. Que la persona cuando cree que no tiene más recorrido y apenas puede hacer nada, vaya descubriendo que gracias a herramientas, habilidades, apoyo, y a ir de la mano de nuestros técnicos, puede evolucionar y tener una vida normalizada, ese es el éxito de nuestra Casa.

¿De qué se siente más orgullosa de su paso por Córdoba?

Me siento orgullosa de todos sus trabajadores, vendedores y no vendedores, de nuestros afiliados, me siento muy unida a todos ellos, me han aportado muchísimo, he aprendido muchísimo en estos ocho años. Me siento orgullosa porque hemos conseguido avanzar junto al Tercer Sector y las organizaciones representativas del colectivo de personas con discapacidad en accesibilidad, en concienciación, en sensibilización. Me he venido con el corazón partido, pero me siento muy orgullosa de los cordobeses, de nuestros compañeros vendedores y no vendedores y de los afiliados.

Ocho años marcan mucho ¿no?

Ha sido una etapa muy intensa, he aprendido muchísimo. Mucho de lo que soy hoy se lo debo a Córdoba, he dejado grandes amigos y me siento muy orgullosa de los años que he pasado ahí.

 

“Mi estilo es trabajo en equipo y remangarse”

Carmen Aguilera en su despacho

Carmen Aguilera se reconoce como una persona exigente, perfeccionista y paciente

Carmen Aguilera, ¿cómo es su estilo de dirección?

Pues mi estilo de dirección es trabajar en equipo, la comunicación, consensuar, dialogar, remangarse y trabajar mucho y fuerte porque la ONCE lo merece. Tenemos que labrar un futuro para quienes vienen detrás, que lo reciban incluso mejor de lo que lo recibimos nosotros, además le debemos mucho a la sociedad por todo el cariño que nos dan a diario.

Es usted muy perfeccionista y superdisciplinada con el orden, creo que se reconoce en ese perfil. ¿Eso significa que es también muy exigente en el trabajo?

Pues sí, quizá incluso debiera bajar esa exigencia, pero sí, me considero perfeccionista y trato de mejorarme a mí misma constantemente, y seguramente al resto también le exijo, aunque creo que cada vez he aprendido a tener más mano izquierda y a ser más paciente. Eso también lo he aprendido en estos ocho años en Córdoba.

Y el salto a una dirección que incluye la gestión de tres provincias andaluzas, toda Andalucia oriental, ¿da mucho vértigo?

Sí, claro que da vértigo. Vértigo y respeto. Pero me voy a apoyar en el equipo y en todo el personal, me voy a apoyar en todos para que entre todos saquemos adelante esta Dirección.

¿Qué le seduce más de llegar a una plaza nueva como es Granada?

Primero quiero conocer bien a los afiliados, a los trabajadores, me seduce posicionar a nivel social a nuestra Casa, trabajar la accesibilidad, que los afiliados y trabajadores se sientan en las mejores manos, que se sientan respaldados. Que ya lo están, pero que sientan a la ONCE como lo que es, su Casa.

Alberto Morillas ha sido director en este ámbito territorial durante 14 años. ¿Qué consejos le ha dado?

Me ha facilitado mucho mi llegada. Que sea paciente, que conozca al personal, que esté siempre abierta a las relaciones institucionales y que sea cercana a los compañeros. Él es un referente en esta Casa, una persona muy querida y me ha dejado el listón muy alto.

Los Lunes Flamencos, la Bienal Flamenca, hay una identificación clara de la ONCE con el flamenco con Granada. ¿Así va a seguir siendo? ¿Prevé algún cambio de orientación?

Voy a hacer lo posible por mantenerlo y si además podemos introducir algún cambio también lo vamos a hacer. Pero es pronto para hacer un análisis de lo que quiero hacer. Tengo que ser fiel al compromiso que ya existe.

¿Qué cree que debe aportar Granada al conjunto de la ONCE en Andalucía?

Por supuesto seguir aportando a nivel de ventas para poder seguir prestando servicios sociales que es nuestra razón de ser y que esté más reconocida aún en todos los ámbitos en las tres provincias. Mi lucha va a ser que la presencia de la ONCE sea reconocida por todas las instituciones y tengan presente que cuentan con nosotros para poder eliminar barreras y seguir adelante de forma que las personas con discapacidad en general, y con discapacidad visual en particular, tengamos una vida lo más normalizada posible. Y su incorporación a la empresa privada, a la administración, que se preserven las plazas, y que a las personas con discapacidad se las tenga presente en todos los ámbitos.

El afiliado, ¿siente igual de cerca de la ONCE y a sus Servicios Sociales en una capital que un pueblo del interior de Jaén o la Alpujarra almeriense que en las grandes capitales?

Nuestro empeño está en acercar los servicios, y la tecnología nos está ayudando a ello. Con el Plan ONCERCA y nuestros técnicos estamos consiguiendo estar más cerca de aquellos que están más alejados geográficamente.

Carmen, ¿usted ha vivido la sobreprotección familiar en primera persona?

Si. Mis padres, como padres, quieren sobreproteger, pero como tuve la opción de estar en Alicante primero y en Madrid después, me ayudó muchísimo a tomar decisiones en mi vida de forma autónoma. Quizá por los miedos a la ceguera, podría haber tenido una sobreprotección mayor si no hubiese decidido estar fuera de casa.

¿Qué consejos daría a los padres que se enfrentan hoy a esta situación?

Que se apoyen en la ONCE, que dejen a sus hijos, que tropiecen, que se equivoquen, que se caigan, que sean autónomos, dueños de sus vidas, y para eso tienen que chocarse con la ceguera y no pasa nada. Tienen que dejarlos libres de decisión para que sean realmente unos adultos seguros y evitar que los miedos se vayan reproduciendo. La sobreprotección no conlleva más que miedo y al final anula a la persona.

 

“Estoy con más seguridad que nunca”

Aguilera en el interior de la sede de la ONCE

La nueva directora de la ONCE en Granada aspira a que los afiliados y trabajadores se sientan orgullosos de su trabajo

Usted y su pareja son dos personas ciegas. ¿Siente que lo han tenido más difícil que los demás para hacerse un hueco en la vida?

Evidentemente la dificultad existe, es latente, en muchas tareas diarias. En muchas decisiones que tomas de antemano ya estás valorando también las dificultades. Pero he de reconocer que, en nuestro espíritu, en nuestra forma de ser, está la lucha constante, y ante la diversidad nos crecemos. Lo que pretendemos en nuestro día a día es tener una vida independiente, autónoma y muy normalizada a pesar de las dificultades que podamos tener, que son muchas. Y nunca victimizar por la ceguera, no queremos ser víctimas de la ceguera.

Ha llegado a un puesto de alta responsabilidad en el seno de una Organización líder que constituye un modelo social único en el mundo. Como mujer ¿se siente empoderada?

Yo sí. Me siento empoderada, la verdad. He tenido la oportunidad de formarme, desempeñar otros puestos y todo me ha ayudado a empoderarme, me ha costado creer en mí, pero esto ya lo tengo superado, pienso que estoy ahora con más seguridad que nunca. Aunque, eso sí, con la humildad de saber que me queda mucho que aprender y que necesito mucho a los demás. Mi trabajo depende de un equipo y debo tener la capacidad de liderar un equipo en el que entre todos saquemos adelante este maravilloso proyecto.

¿Se considera feminista?

Sí, pero siempre buscando el equilibrio, sin llegar al extremo.

¿Ambiciosa?

Sí, pero también respetando mucho a quienes me rodean, mejorando mi propio trabajo conmigo misma, pero siempre trabajando en equipo. Yo quiero evolucionar, pero lo que me importa es hacer bien lo que me corresponde en cada momento.

¿Cómo controla su pasión por el chocolate y las golosinas?

Con mucho sacrificio. Me pierde, es una forma de saciar mi ansiedad, pero me reprimo.

La moda también le encanta.

Me gusta mucho. Tampoco tengo mucho tiempo para dedicarme, pero si viese me gustaría más. Creo que la imagen es importante. Lo que proyectemos hacia los demás puede ir hacia una inercia y otra y hay que tenerlo presente aun siendo ciega. Hay que tenerlo incluso más presente siendo ciega.

Se declara fan de Manolo García, de ‘El último de la fila’ ¿Por qué?

Sus letras, me transmiten mucho, que haya contenido en los mensajes, me gusta su filosofía.

Un espejo de los 80.

Esa época fue única y a mí me marcó, le he seguido y me transmite mucho, me llena de energía, me siento bien escuchándole.

¿Ya ha conocido la mala follá granaína?

Nooo. No me la he encontrado, espero que sea una leyenda. En un momento dado esa mala follá la podemos tener en todos los sitios. Yo me he sentido muy bien acogida y no sería justa si dijese que tienen mala follá, yo no la he visto.

¿A qué aspira como directora en Granada?

A dejarla en la mejor posición posible, a que los afiliados y trabajadores se sientan orgullosos de mi trabajo, de mi labor, de mi día a día, de mí,  principalmente como persona, que se sientan identificados conmigo y hagamos una familia y que cuando me necesiten me encuentren. Mi mayor satisfacción es que haya podido transformar la vida de los demás y dejar Granada, Jaén y Almería lo mejor posible con el resto de los equipos.

| LUIS GRESA

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