EN PRIMERA PERSONA: Pedro Márquez, instructor de la Fundación ONCE del Perro Guía

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“En España no hay cultura del perro”

Pedro Márquez nació en Düsseldorf en 1965, años todavía de reconstrucción de la postguerra, de ahí su amor especial por la raza de perro alemán, aunque pronto, al año y medio, se trasladaría a vivir a Sevilla, su ciudad. En 1988 fue seleccionado para trabajar como instructor en el Reino Unido, en la que era en ese momento, la mejor escuela de formación de perros guía del mundo, hasta que se incorporó en Madrid a la Fundación ONCE del Perro Guía, donde ha cumplido ya 30 años como instructor. A los 200 dejó de contar, pero ha entregado ya al menos 300 perros guía. Son su vida y su pasión. 

¿Tuvo perro en su infancia?

Sí, tuve perros cuando mi padre no me lo permitía, con 12 años. Un mestizo de pastor alemán, que recogí de la calle, y después de pelearme mucho con mi padre, por fin me dejó tener un perro. La primera perra de raza que tuve la compré a medias con un amigo, mayor que yo. Era para criar y tenía la tenencia en mi casa, una hembra de pastor alemán.

¿Por qué se hizo entrenador de perros guía?

Ya con 15 años empecé entrenando perros de belleza físicamente -con mi bicicleta les daba trabajo físico a los pastores alemanes que hay que prepararlos bien para que vayan al trote-, y al poquito pasé al trabajo. Conocí a mi maestro aquí en Sevilla, Enrique García, que se ha jubilado como policía municipal.

¿Y qué le hizo pensar que su vida iba a estar volcada en la formación de los perros guía?

Al principio comencé con el adiestramiento deportivo para competiciones de obediencia. Cuando mi hermana me sacó el anuncio de la convocatoria para entrenadores que la ONCE, para becarnos para el Reino Unido, fuí con ciertas dudas. No sabía si este mundo me iba a gustar porque el perro de trabajo era totalmente distinto, mucho más eléctrico y dinámico. Fui con ciertas reservas y cuando salí seleccionado ya vi que lo que tenía el Reino Unido era impresionante. Al poco tiempo, durante mi formación, vi que aquello era muchísimo más profundo que lo que había visto.

¿Cuál es el perfil profesional de un instructor de la FOPG?

Hay dos perfiles, los entrenadores y los instructores, dos categorías en lo que es la formación, luego están los cuidadores de perrera. El perfil de instructor es una persona familiarizada con perros, con currículum en las técnicas de adiestramiento, pero también trabajando en la instrucción de personas, sabiendo enseñar, porque la clave de este trabajo no es solamente con el perro, es con las personas. El entrenador se queda en toda la fase inicial, desde que el perro termina con la familia, con un año, empieza el trabajo y nos pasa el perro en un nivel intermedio, no muy allá. Y es el instructor el que tiene que ser capaz de trabajar el perro pensando en un tercero que no ve. Tienes que tener la suficiente empatía como para trabajar las necesidades de un tercero que son muy específicas. Dejarse llevar por un perro y que asuma responsabilidad. La clave del éxito en este trabajo no solo está en trabajar acertadamente el perro el potencial que tiene cada uno, sino, además, que la persona sepa trabajar con ese perro.

30 años adiestrando perros guía, ¿marca en algún sentido la visión de la vida?

Si. Si. No dejas de sorprenderte cómo personas que al principio no apostaban en confiar en un perro te dicen unos años más tarde, que se mueven, que viajan, que trabajan. Para ellos el perro fue el despertar de un mundo que ni se imaginaban las posibilidades que les ha dado. Lo que te cambia es que llegas a este mundo como un amante de los perros y terminas como una persona que trabaja en un ámbito muy social, muy específico, es verdad, de superación y de integración con un perro.

 

“El pastor alemán es el Ferrari de los perros guía”

El labrador y pastor alemán son las razas más adecuadas para ser perros guía, reconoce Márquez

Lleva más de 300 perros adiestrados.

Si, más o menos. Yo a los 200 y algo ya dejé de contar.

¿Y cada uno es diferente en algún sentido?

Hay perfiles raciales, pero es verdad que hay una individualidad, una perronalidad, llámalo X. Cada perro es distinto y tienes que saber adaptarte a las peculiaridades de cada uno. Pero hay un perfil racial. Los labradores son de una manera, los pastores alemanes de otra, los golden son muy particulares, el cruce te despista bastante porque no sabes a qué atenerte. Por eso cuando se hace un cruce #8211que se hace en todas las escuelas del mundo, y el más habitual es el labrador con golden-, generalmente de ese cruce se deja un macho o una hembra que se vuelve a cruzar con labrador. De esa manera llevas la inyección de la raza que quieres, pero con la fiabilidad de la raza que controlas.

¿Por qué el labrador y pastor alemán son las razas más adecuadas para ser perros guía?

Pero además en todas las escuelas del mundo. El labrador es el perro más dúctil, más manejable, más tranquilo, por tanto, nos da un abanico muchísimo más amplio de trabajar y adaptarlo a más personas. El pastor alemán sigue siendo el mejor, o por lo menos esa es mi opinión, pero no todo el mundo puede llevar un pastor alemán. Además, hasta hacerse con él te da mucha guerra.

Cada raza tiene cualidades distintas.

Este trabajo tiene un índice de rechazo grande. Y los labradores son los más fiables porque son voluntariosos, amistosos, tolerantes, pacientes. No son perfectos, tienen su talón de Aquiles, nadie es perfecto, son aspiradoras con patas, se lo comen todo, y después son un poco infantiles, se van con cualquiera. Y el pastor alemán, que es como el Ferrari de los perros guía, es menos perrito que otras razas, es un perro-perro, con tendencias protectivas y en una alerta continúa. Son solo un 15%. 60% labrador, 15% pastor alemán y solo 5% Golden. Esos son los números de todas las escuelas en todo el mundo.

¿Qué nivel hay de rechazo?

Mucho. Este cometido es complejo. A veces hay rechazos por cuestiones clínicas y temperamentales. Pero lo más importante es que este cometido, necesitas un perro 10 de una manera muy concreta. Un perro fácil de manejar, pero sólido, que no se rompa, y eso no es fácil. Y sobre todo un animal que no piense en sus intereses sino en los de la persona, porque nuestro mundo es visual, por eso sufre tanto una persona cuando se queda ciega. Pero el mundo del perro es olfativo. Y una de las cosas que le decimos al perro guía es que no puede usar el olfato ni puede distraerse o perder la concentración en la tarea.

Las familias educadoras tienen un papel importante que desempeñar desde las ocho o nueve semanas hasta el primer año. ¿Cuál es su perfil?

Sobre todo buscamos un núcleo familiar lo suficientemente amplio como para que el perro no se quede nunca solo y un perfil de familia que tengan tiempo de dedicación por una labor altruista por la que no van a cobrar. Una familia con un chalé en la Moraleja no nos vale porque el perro no le va a tocar. Es más rentable alguien que tenga un pisito en Móstoles porque para hacer sus cosas le van a sacar cinco o seis veces al día. Sobre todo, dedicación. Amante de los perros y personas solidarias con una labor social.

Usted habla de cuatro bases del trabajo de instrucción que son la obediencia, el arnés, la iniciativa del perro, el instinto de autopreservación. ¿Podría explicar la importancia estratégica de cada una de ellas?

Son los cuatro pilares. La obediencia sería la labor de guía en la formación, que se divide en dos áreas; todo el trabajo con el arnés y todo el trabajo de obediencia, que se hacen por separado al principio y poco a poco se van uniendo. Con el trabajo de guía le vamos pidiendo iniciativa y capacidad de resolución de problemas. El perro lleva el timón. En la obediencia no, solo obedece a rajatabla. Y la obediencia se convierte después en la fórmula de control del perro guía. Es como el pedal del freno del coche. Al final está todo mezclado y el perro es capaz de jugar al juego de roles. Lleva el timón, pero va a las órdenes del capitán del barco, o sea capacidad de solucionar, pero siguiendo las directrices que le marcan. Esa es la importancia de la obediencia. Todo este trabajo sería imposible si no fuese a través del arnés, sin una correa que transmite la información hasta la persona. La iniciativa es el tesoro que tiene el perro guía, la voluntad de agradar, porque esto es un trabajo activo. Para obediencia vale cualquier perro, para ser perro guía no vale cualquiera. El perro necesita tener capacidad para tomar resolución incluso cuando la persona se está equivocando. Y todo, primariamente, estuvo basado en el instinto de preservación.

¿Y cuál es la fase más crítica o delicada?

No, es que son complementarias, son cuatro patas en las que asienta esto. Son los cimientos. Después hay fases de trabajo, es que esto es complicado. Tiene dos fases; entrenamiento temprano y avanzado y tres etapas; introducción, desarrollo y refuerzo. En la fase temprana la trabaja el entrenador, en la avanzada el instructor. Introducción la hace el entrenador, desarrollo es la etapa puente entre las dos profesionales y refuerzo es la fase final que hace el instructor. En la primera se le explica al perro todo y no se le exige nada, en la segunda se le empieza a preguntar si da respuestas, si toma decisiones, y en la tercera se le pone ante los conflictos.

Desde la perspectiva del usuario, ¿estar acompañado por un pastor alemán genera algún tipo de recelo mayor que otra raza de perro por parte de los no usuarios?

Cuando pasas por el pastor alemán ya no quieres volver al labrador. La fase de adaptación es sobre todo codificar a la velocidad que va un pastor alemán. El labrador entra en una trampa y te saca, el pastor alemán ni te mete en la trampa, pero tienes que confiar ciegamente en que te ha sacado de la acera y tienes que confiar en el perro. El pastor alemán es un Ferrari. Es otra dimensión. Es más fuerte, más rápido, tiene tendencia protectiva.

 

“Confiar en un perro guía es un acto de fe”

"La clave está en controlar al perro primero y confiar después", afirma el instructor de la FOPG

La clave está entonces en confiar en el perro.

La clave está en controlarlo primero y en confiar después. Y en ver el vaso medio lleno. Es casi un acto de fe que se retroalimenta cuando compruebas que está bien es muy gratificante. Confiar en un perro guía es un acto de fe que cuando se aprende es una dimensión incalificable.

¿Cómo le cambia la vida a un usuario con la llegada de un perro guía a su vida?

Es que al principio no lo terminan de ver, aunque sea un labrador. Nos pasa mucho con el resto visual, si tienen un poco, se fían del resto visual y no del perro. Al principio no lo sienten, hasta que se dan más de un golpe, hasta que aprenden a leer lo que el perro le dice y entonces aprenden a confiar.

¿Cuánto tiempo tardan a adaptarse?

Tenemos una media de seis meses de adaptación, en algunos casos un mes, en otros un año, hasta que aprenden a codificar en clave de perro. Y en clave de perro es; yo soy el capitán del barco, pero el perro es el timonel. Tengo que dejar trabajar, aunque esté a mi servicio porque yo no veo y no tengo todas las claves.

Andalucía es una comunidad eminentemente rural. La accesibilidad de los pueblos y ciudades medias ¿es muy incompatible con la rutina de un perro guía?

No, no. He estado en pueblos para trabajar en aceras estrechas donde cabe solo la persona o el perro, o hay que ir por el medio de la calle donde te encuentras vehículos agrícolas, caballos o perritos sueltos, y los perros al final se adaptan.

Para ser un buen candidato a ser usuario de perro guía, ¿hace falta saber desenvolverse al 100% con el bastón previamente?

Si, sí. Cuando el bastón se te queda corto solicitas un perro, una buena orientación, la capacidad espacial, ser metódico, riguroso, ser sistemático, esa es la clave porque los perros son animales de costumbres.

¿Cómo es el retrato robot del candidato perfecto de un demandante?

Que tenga autonomía, que no vaya del brazo de alguien, porque si vas del brazo de alguien no tienes capacidad de orientación y movilidad, que tengas un mínimo de salud, de independencia, de autosuficiencia económica y un qué hacer en la vida porque, porque si es alguien que pasa mucho tiempo en su casa y no sale, cuando esté lloviendo no va a sacar al perro. Alguien que se mueva, que justifique el uso del perro.

¿Una persona viviendo sola es idónea?

Si. Esa vinculación emocional que va a tener la persona con el perro en el caso de las personas solas es bestial. Porque al perro terminas hablándole, les cuentan todo. Y no entiende lo que le dice, pero el estado emocional sí que lo entienden y ahí los perros sí que se vinculan.

¿Cuál es la razón principal para no renovar la solicitud de un perro?

Quien no vuelve a pedir perro es porque no superó la muerte del anterior, quizá por cuestiones emocionales, nada más.

 

“El peor obstáculo del mundo es una persona WhatsAppeando”

Pedro Márquez reconoce que la mascarilla entorpece la relación con el perro en tiempos del COVID

Las nuevas tecnologías ¿cómo influyen en la relación usuario-perro? ¿Las entorpece? ¿Las facilita?

Decíamos antiguamente un poco de broma que el peor obstáculo era una madre con el carrito del niño. Hoy en día eso ha cambiado. El peor obstáculo del mundo es una persona caminando en el sentido contrario al tuyo, que te lo vas a encontrar de cara, que va WhatsAppeando, porque va ajeno, y te embiste a ti o al perro. Las tecnologías claro que están cambiando esa relación, pero también tendrían que tener una aportación, y seguro que la va a tener. El GPS, que ya muchos usuarios tiran de ellos porque se pierden, porque también con el perro te pierdes, y paran se ubican con Siri. Seguro que, de aquí a muy poquito, van a llevar un sistema de orientación en el que te van cantando donde llegas, si tienes el sentido del tráfico favorable o si la calle tiene muchos obstáculos. Eso está al caer y seguro que va a cambiar. Y lo del robot como perro guía ya están en ello los japoneses. Faltará la parte emocional pero no tendrás que sacarlo cuatro veces al día para hacer sus cosas. Están en ello.

La pandemia, ¿en qué ha cambiado la dinámica de trabajo de la FOPG? ¿Cómo les ha cambiado la vida?

La residencia está cerrada. Tenemos que entregar una media de diez perros al año cada compañero, hacíamos dos cursos residenciales y otros semidomiciliarios y ahora mismo todos los perros los estamos entregando de uno en uno y en algunos casos cuando coincide de dos en dos en la misma ciudad.

¿Y el uso de las mascarillas entorpece la comunicación?

Lo de las mascarillas con los perros tiene su intríngulis. Cuando va guiando no, porque el perro va mirando hacia adelante, un buen perro guía es un buen conductor, mirando hacia adelante. Ahí no hay problema. El problema es cuando haces obediencia y convivencia con él. El mundo de los perros es muy mímico, no es tan vocal como el nuestro. Levantan la cola, muy erguidos sobre las patas, las expresiones faciales. Desde el punto de vista de la expresión facial no te interpretan porque falta la mitad de la cara. La sonrisa del perro es distinta a la nuestra, pero aprenden la mímica de la sonrisa humana. Porque cuando reímos de verdad emitimos unos neurotransmisores cuya química detectan. Por lo tanto, la mascarilla entorpece la relación con el perro.

Usted se formó en The Guide Dog for the Blind Associaton en Reino Unido. ¿La formación que imparte la FOPG en España está ya a primer nivel mundial?

Si. Para nosotros la GDBA tiene un valor nostálgico porque fueron nuestros maestros cuando ellos llevaban ya 50 años. Nosotros solo tenemos un centro en España y ellos en el Reino Unido tenían entonces 12, más un centro de cría. Y después está Rochester, la escuela americana, que todavía manda algunos perros para acá. Sí estamos a primer nivel, estamos entre los dos modelos y damos los mejores perros para España, porque el perro en España necesita ser un perro muy completo. El perro británico no valdría aquí porque es un perro muy sensible, que se rompería con esta vida tan ajetreada que tenemos en España. Y el perro americano pues casi también. La mejor escuela a nivel mundial para la situación española, sí.

¿Hay que educar mucho todavía a la sociedad sobre los derechos de los perros guía?

Muchísimo, yo creo que hemos ido para atrás en los últimos 20 años. El carril bici en Sevilla, mira que sigo queriendo a Sevilla, que es mi cuidad, pero no es una ciudad amable con el peatón. La bicicleta, el patín, la moto, el coche, todos tienen prioridad sobre la persona. Y la gente va por el carril bici como por un circuito. El respeto y la educación que hay en Holanda no la hay aquí. En Madrid llevamos desde los años 90 entrando con los perros guía en los centros comerciales, antes no nos ponían pegas, y ahora sí, aplican el concepto de la ley de los países de donde vienen.

Desde hace 13 años es usted juez de la Real Sociedad Canina de España. ¿Somos responsables los españoles en la adquisición de un perro?

No. Falta educación. En España se sabe de caballos, de toros, pero no se sabe de perros. El perro es para el campo dice mucha gente. Hay una cultura del perro de caza, pero no hay una cultura del perro. Si te compras un perro tendrías que educarlo, eso es así en todos los países. Aquí no. Aquí solo llevan a educarlo el perro que no puedes con él, el agresivo. Y sin esa cultura canina de base hemos pasado a un brote animalista mal entendido, según el cual a un perro no le puedes dar un tirón. Los perros entre ellos se dan lecciones. Aquí en la calle tenemos ese problema con el perro guía.

Usted no se define como animalista.

Yo no. Yo soy un amante de los perros que he dedicado mi vida y he hipotecado mi vida con los perros, pero el concepto de animalista es un concepto muy mal entendido. A los perros sí que se les puede tocar, porque los perros se tocan. Los perros no son demócratas. Si tú no mandas, ellos mandan.

¿Qué es lo más gratificante de su trabajo?

Como mueven la cola todos los días, incluso cuando vienes con un mal día. Eso es lo más gratificante. Y después, en la parte social de mi trabajo, cuando ves a alguien que no se movía y ahora se mueve de manera autónoma en una dimensión que ni tú podías calcular.

| LUIS GRESA

Visor de contenido web (Global)

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