EN PRIMERA PERSONA: Juan José Rivero, subdirector gerente del Hospital de Cruz Roja de Sevilla

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“La atención de la ONCE es de 10”

Camino de los cien años, con 98 ya cumplidos desde que los Reyes Alfonso XIII y doña Victoria inauguraran el histórico edificio de la Ronda de Capuchinos de Sevilla, el Hospital de Cruz Roja comenzó su andadura como un albergue de mendigos que se reconvirtió en hospital militar durante la Guerra Civil. Hoy ofrece medio centenar especialidades, cuenta con 240 profesionales sanitarios y realiza más de 50.000 consultas y 8.000 intervenciones quirúrgicas al año. Juan José Rivero (Sevilla, 1964), es su subdirector gerente desde hace casi una década. En plena pandemia se afilió a la ONCE por su discapacidad visual. Desde entonces, la vida le ha cambiado por completo.

Usted entró en este Hospital, uno de los cinco centros hospitalarios que tiene Cruz Roja en España, a las puertas de la EXPO’92, y, desde 2012, ejerce como subdirector médico.  Siendo como es, un centro de referencia en Sevilla, con casi cien años ya de historia, y el emblema de una institución de prestigio social de primer nivel en España como es Cruz Roja, ¿abruma esa responsabilidad?

La responsabilidad es enorme, pero no me abruma. Estoy habituado al trabajo, no me asusta. Tampoco me arredro ante los conflictos. Los afronto y los vamos solventando. Es una manera de ver la vida. Hay que verlo todo desde un punto de vista positivo y desde la creación, de que estás creando. Cuando tú resuelves un conflicto, al fin y al cabo, estás allanando el camino para arreglar problemas futuros.

El próximo mes de abril cumplirá usted 30 años de trabajo en esta Casa. Antes trabajó en un concesionario de automóviles y en el laboratorio de una farmacéutica multinacional. ¿Gestionar un hospital exige parámetros distintos al de cualquier otra empresa?

Al fin y al cabo, quien sabe gestionar un centro, puede gestionar cualquier cosa. Lo que gestionamos son situaciones, son personas, son recursos y eso lo hay en cualquier empresa. La diferencia no es mucha.  

¿Es mejor situar al frente de los hospitales a buenos gestores que a políticos o cargos de confianza de los responsables públicos?

Efectivamente, de manera indudable, no tengo la menor duda. Un cargo político entiendo que debe estar para marcar unas líneas a seguir en base a una ideología y una manera de ver las cosas. Y otra cosa es el profesional que está a pie de batalla en cada centro, que es el que tiene que sacar las cosas hacia adelante. Y lo más importante, no hay un buen gestor si no está rodeado de un buen equipo. Porque uno solo no hace las cosas. Quien no está rodeado de un buen equipo no puede ser un buen gestor, estoy completamente convencido.

Esa forma de entender la vida tan optimista ¿le ha ayudado a superar la situación derivada de su pérdida de la visión?

Indudablemente. Yo nací así. Creo que todo lo que uno se proponga en la vida se puede aprender y tratar de conseguir. Pero estoy convencido que no es lo mismo afrontar la vida con una actitud positiva que por la contraria. Mi carácter jovial, extrovertido, me ha ayudado en esto. La gente me tiene como un referente y yo digo que no soy ningún héroe. No soy un referente de nada ni de nadie, ni lo pretendo ni, mucho menos, considero que sea así. Pero es cierto que, desde que me ven con mis gafas y mi bastón, ya todo el mundo se hace consciente de tu situación, es como una alerta. No veo bien, mi visión no funciona, pero mi cerebro está perfecto, no está como hace diez años, está aún mejor.

¿Qué ha pasado exactamente?

Mi enfermedad deviene, entendemos, porque todavía no tenemos la certeza, de una miopía magna. Tuve problemas de visión desde pequeño. A los 12 o 13 años ya tuvo mi madre que llevarme al oftalmólogo. Y eso ha ido degenerando tanto la mácula, como la retina o el nervio óptico. Creía que lo tenía controlado con mis revisiones, pero en 2018 adquirí una conjuntivitis vírica brutal y a partir de ahí empecé con una visión borrosa y todo eso me enmascaró una pérdida de la visión que tenía ahí latente.

“He descubierto que no tengo derecho a quejarme”

Juan José Rivero en el interior del hospital bajo el cuadro de la Reina Victoria Eugenia vestida de enfermera de Cruz Roja

¿Le ha condicionado mucho la vida?

Estoy en ello, estoy en ello. Me ha condicionado muchas cosas, pero he tenido mucha ayuda en la ONCE. Me han proporcionado muchos medios de ayuda, desde consultas con una sicóloga -Ángela Balbuena, que tengo magníficas palabras de agradecimiento porque me ha sabido guiar y elevarme un poquito de esa sensación que tenía que estaba cayendo en un hoyo-. Y te condiciona muchas cosas. He perdido toda la visión perimetral y tengo una visión central buena pero no nítida.

¿Cómo valora esa atención recibida por parte de la ONCE?

Pues de 10, de 10. No puedo tener mejores palabras. Me he sentido super bien acogido. El médico de empresa me recomendó venir a la ONCE porque son los que mejor me podían ayudar. Fui a la valoración y el 27 de febrero de 2020 ya tenía la resolución de la Dirección General admitiéndome de manera permanente. Y me cogió justo antes de la pandemia. 10 días después me llamaron para hacerme la acogida. Me recibió Pilar Caba -que es una grandísima persona y una grandísima profesional- y se quedó todo un poco ahí con la declaración del estado de alarma. Otra persona a la que le debo mucho agradecimiento es a la doctora Oyarzabal, oftalmóloga, a Rufino, a Joaquín que me enseñó a manejar el bastón. Desde hace un año llevo bastón que me resulte imprescindible para caminar. Eugenia y Julio me han instalado unos programas que me han venido muy bien. Durante la pandemia he tenido días que me han llamado hasta tres compañeros de la ONCE para preguntarme como estaba. Son cosas que siempre hay que agradecer y que a mí no se me olvidarán jamás.

¿Qué le ha resultado más complejo de todo este proceso de adaptación?

No sabría decirte. La vida ha cambiado por completo.

La vida le ha puesto a prueba. ¿Se siente satisfecho de la capacidad de reacción que ha demostrado consigo mismo?

Nunca estaré satisfecho con nada de lo que haga en la vida. Todo es mejorable. Y desde luego podría haberlo afrontado bastante mejor. Quizá mi responsabilidad y mi trabajo me tengan tan absolutamente absorbido que me hayan impedido que yo me dedique de verdad a mi persona. Eso es lo que no he sabido gestionar bien. Estoy convencido.

¿Y qué ha descubierto de usted esta situación?

Me ha descubierto algo que ya intuía y es que hay personas que siempre están mucho peor que tú. No tienes ningún derecho a decir por ahí que “qué mala suerte tengo”, “qué mal me va”, cuando conoces casos de cerca que están infinitamente peor que tú. No tengo derecho ninguno a quejarme y podría haberlo afrontado mejor.

Vaya año, 2020. ¿Ha sido su año horribilis?

No he vivido el año como horrible. Por mi trabajo en un centro sanitario, yo tenía que estar aquí a diario. Estábamos en conexión sábados y domingos, no existían festivos, no hemos tenido más que trabajo. No planteamos ningún ERTE. Había que mantener la atención y eso te obligaba permanente a enviar datos, referentes o no al COVID, tuvimos mucha dificultad con el acopio de materiales, sobre todo al principio, fue muy encomiable el ánimo de ayuda que tienen las personas cuando ocurre este tipo de catástrofe, y yo creo que nos ha sacado un poquito esa condición humana que a todos nos faltaba. Nos ha hecho pararnos un poquito y pensar en que además de los trabajos y los objetivos existen otros valores mucho más consustanciales al ser humano como son la ayuda a los demás.

“La sanidad ha salido muy reforzada de la pandemia”

"Si no se da un giro a esta situación económica vamos a tener grandes dificultades", advierte Rivero

Usted cree que la sanidad ¿sale reforzada o debilitada de esta crisis?

Yo estoy convencido que ha salido reforzada y mucho. En España hay una capacidad de dar que no tienen en otros países, a nivel de donaciones de órganos y transfusiones de sangre. Eso es lo que nos sitúa a la cabeza.

¿Y cómo valora la gestión que ha hecho España y Andalucía de esta pandemia?

No existía un manual para gestionar esto. Hemos tenido que ir por detrás. El virus iba por delante nuestra. No sabíamos realmente cómo se contagiaba. En un inicio escaseaban las mascarillas y los guantes y eso fue una fuente de contagio absoluta de los inicios porque no había recursos suficientes para protegernos como debíamos habernos protegido. Navegar en ese mar tan sumamente agitado es muy complicado cuando no existe un manual. Se dio la respuesta que se dio a base de arriesgar vidas humanas. Ha habido muchísimos profesionales sanitarios que han estado al pie del centro, que no han tenido ni sábados, ni domingos, ni festivos, no se podía dar más de lo que se daba.

Y como sociedad, ¿cree que hemos aprendido algo?

Indudablemente. Creo que hemos aprendido a saber parar un poquito y a mirarnos para adentro y ver qué otros valores existen. Es cierto que ya estamos volviendo otra vez al nivel anterior a la pandemia, pero eso es algo que siempre marca. Históricamente lo recordaremos y no se olvidará. Y cuando algo similar se acerque siempre tendremos eso en la cabeza. Pero a nivel de sociedad difícilmente va a calar poco más allá del recuerdo personal de cada uno.  

¿Cuál es el valor de la diferencia de este hospital frente a otros?

La humanidad es consustancial al sector sanitario. Es una profesión tan vocacional que quien de verdad no la tenga, difícilmente podrá ejercerla. ¿La diferencia? A lo mejor el compromiso con los demás nos obliga a mantener todo lo que tenga que ver con la responsabilidad social y con los niveles de compromiso con la sociedad, eso sí que nos diferencia.

Y después de casi diez años como subdirector gerente de este centro, ¿alguna meta en la vida?

No considero que sea el futuro de la institución a mis 57 años, pero entiendo que el nivel de conocimiento que tengo no se debe de perder. Porque de algo debe servir la experiencia. Y tengo miles de proyectos encima de la mesa. Y en lo personal tengo muchísimos proyectos, si tuviese que retirarme mañana porque mi enfermedad deviniera a peor, quiero ir a la Universidad, me encanta la música y quiero dedicarme a la música, la cocina, quiero hacer labores de voluntariado. Y mucha ilusión por ver que la situación se arregle porque tenemos una dificultad económica muy grande y a ver cómo vamos a afrontar el tema de las pensiones. Si no resolvemos esto vamos a vernos con grandes dificultades porque estamos hipotecando el futuro no de nuestros hijos, sino de nuestros nietos o incluso de nuestros biznietos. Si no se da un giro a esta situación económica vamos a tener grandes dificultades.

| LUIS GRESA

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