EN PRIMERA PERSONA: Gonzalo Validiez, director del grupo de teatro Homero
“No hay nada más teatral que la vida”
Gonzalo Validiez (Sevilla, 1996) es Henry Clerval en la versión de 'Frankenstein', de Alberto Conejero, con la que está de gira por toda España, la voz de la conciencia humanista de Victor Frankenstein. Y es Íñigo, el mejor amigo del protagonista, en ‘El Efecto Darma’, la película de José Luis Rojas, estrenada en el pasado Festival Internacional de Cine de Granada. Desde hace dos meses, el actor se ha estrenado en el papel de director al frente del grupo Homero, integrado por actores y actrices ciegos de la ONCE en Sevilla, un grupo -sostiene- muy formado, con mucho talento y enamorado del teatro. Con ellos quiere ahora gozar y compartir su forma de relacionarse con el mundo a través del teatro, que es como ir de adentro a fuera como una flecha.
De pequeño ¿vio mucho teatro de títeres? Parece la antesala del teatro en la infancia.
Sí, me encantaban los títeres, mi padre y mi madre me llevaban muchísimo. Fue el primer teatro que ví. Los adoraba. Luego se cerró el círculo y en Arte Dramático hice una asignatura que es ‘Títere y manipulación de títeres’. Yo tengo con eso una conexión especial.
Siempre hizo teatro, en el colegio, en el Instituto. Poco a poco el teatro fue tomando sitio en su vida y acabó haciendo Arte Dramático. Alguna vez ha dicho que nació actor.
Ostras, es un gran titular, ¿no? Sí, me reconozco, ahora mirando hacia atrás, como el niño jugando y el juego con la imaginación. Veo en mi forma de relacionarme con el mundo cuando era pequeño mucho de lo que ahora intento trabajar como actor. Entonces sí que reconozco algo ahí, sí.
¿Ve la vida como un escenario, como un teatro?
Sí, totalmente, totalmente. Creo que no hay nada más teatral que la vida.
¿Más drama que comedia el mundo que nos ha tocado vivir?
Hay veces que pienso que, como todo, es una tragedia, y otros que es una comedia barata. Hay días que pienso que es un culebrón y otros que es un drama, también depende de cómo esté uno, de cómo se relacione con lo que le rodea.
Hace falta más teatro en la escuela, ¿no cree? En otros países de nuestro entorno forma parte del currículum, pero aquí en España vivimos de espaldas al teatro.
Me parece fundamental. La pondría como asignatura obligatoria. No solo porque es una profesión que no te ofrecen normalmente como posibilidad cuando estás estudiando, uno la tiene que ir descubriendo por los caminos que le vayan resonando. Pero, aunque no sea una cuestión de profesionalizar tu vocación, el teatro como actividad humana me parece fundamental. Y todo lo que uno puede aprender y crecer entrando en esos lugares, creo que no tendría que ser optativa, ni ser una posibilidad, es que tendría que ser obligatoria.
“Homero es un grupo muy formado que ama lo que hace”
¿Qué le sedujo más de la oferta para asumir la dirección de Homero?
Es usted un actor que hace ahora el papel de director. De hecho, comenzó en el teatro como ayudante de dirección, pero es un cambio de registro importante. ¿Cómo se ve en ese nuevo papel? ¿Cómo ha sido esa transición?
Yo con lo que me identifico es con el actor. El centro mío es la actuación. Y a partir de ahí me voy relacionando con las cosas. La dirección la tomo como un actor que ahora mismo está dirigiendo y trabajando con otros actores. Tengo el lugar en el que tengo que tomar una serie de decisiones estéticas y dramatúrgicas sobre una obra. Pero sigo sintiendo que soy un actor que dirige. No siento que haya sido un tránsito, sino que soy un actor ahora en este lugar.
¿Y qué se ha encontrado en Homero?
Pues un material valiosísimo, la verdad. Para empezar con un grupo de actores y actrices muy formados, porque Araceli, la anterior directora, es una actriz y directora maravillosa, y me he encontrado con un grupo muy formado y muy predispuesto al juego. A que venga un chaval nuevo, mucho más joven que la mayoría, que proponga unas locuras, y ellos me sigan sin preguntar. Eso no tiene precio. Un grupo de gente muy dispuesta, con un montón de talento, y después, enamoradas de esto. Yo comparto los ensayos con gente que, de verdad, ama lo que hace. Ama el teatro. Eso me conmueve muchísimo, me parece muy fácil.
Es la primera vez, en toda su trayectoria artística, que trabaja con personas ciegas o con discapacidad visual. Ese cambio de registro, ¿le ha condicionado en algo? ¿Le ha exigido algo? ¿Ha tenido que derribar alguna barrera?
Si, por supuesto, ha sido muy distinto a lo que había hecho hasta ahora, no solo por la dirección, sino por trabajar con actores y actrices ciegos. Los materiales con los que yo trabajo y las dinámicas que yo mismo entreno son las que estoy compartiendo. Y sigo buscando y replanteándome como adaptarlas a las condiciones que ellos necesitan, con lo cual es muy interesante porque los materiales se rebelan de otra forma. Los mismos ejercicios, las mismas dinámicas, la propia relación con la actuación es igual, pero es distinta. Entonces está siendo verdaderamente un descubrimiento y estoy aprendiendo un montón. Muchísimo. Y por supuesto me ha derribado cualquier prejuicio que pudiera tener, en cada ensayo me dan tres guantadas y se me quitan los prejuicios rápidamente. Son maravillosos.
“La función del director es saber lo que cada actor y actriz necesitan”
¿Qué ha aprendido en este escaso tiempo? ¿Qué le ha sorprendido más?
Sería difícil decirlo en una frase, pero... Yo trabajo mucho la actuación siendo atravesada por la relación del actor con todo lo que le rodea, con la luz, con la mirada del que está fuera, con el otro, con lo que digo, con el espacio, con mi cuerpo. Hay algo que es muy directo, de lo que yo tiro como actor, que es de lo que veo, es un material que me está constantemente alimentando. Entonces, ver cómo ellos se enfrentan al mismo trabajo sin ver, como cada uno se relaciona con eso, me deja alucinado. Ya no solo por orientación, o de escucha hacia el otro, sino como están verdaderamente vinculados con todo sin ver, me deja flipando.
Qué importante es trabajar la expresión corporal.
Claro, claro, es importante siempre, el cuerpo, la relación con el cuerpo en cualquier actor o actriz. En este caso es fundamental. Cuando más permeable está tu cuerpo a la relación con todo lo que le rodea más expresivo. Con ellos aprendo un montón. A mí me obligan a pensar en el gesto de una manera muy precisa. Me lo están enseñando ellos y me están obligando a relacionarme de una forma muy precisa con el gesto. Y a mí me encanta.
Araceli de Areba estuvo diez años al frente del grupo. ¿Qué recomendación le dio?
Pues mira, me dijo: “No pienses que por ser un grupo aficionado o amateur no están acostumbrados a la disciplina que nosotros como profesionales entendemos. Así que, dales caña”. Así me lo dijo. Y desde que llegué ellos me han exigido el nivel a mí, al contrario, no me puedo relajar.
En estos dos primeros meses de contacto con el grupo sevillano ha planteado una forma de trabajo diferente al que estaban acostumbrados, les está dando herramientas distintas. ¿Cómo se plantea los ensayos?
Estos dos meses los he enfocado como entrenamiento actoral, que es algo que quiero que sigan de forma transversal durante todo el tiempo. Yo quiero que haya un entrenamiento en lo que yo creo de la actuación, y en lo que a mí me conmueve, porque al final es lo que voy a intentar trabajar con ellos. Un poco aprender a hablar el mismo idioma, que entiendan lo que intento contar, que consiga expresar lo que ellos necesitan que les exprese, un poco aprender el lenguaje y lo que yo creo y me conmueve de la actuación. Eso es lo que hemos hecho en estos dos meses, entrenar la actuación, que es lo que a mí me moviliza. Y tengo que reconocer que ya ahí, se van instalando dinámicas, y se van empezando a ver cosas de lo que probablemente será la obra, solo que yo muchas veces no se lo digo. Pero a veces, me digo, esto que acaba de pasar aquí va a estar en la obra de alguna forma.
‘Caeci in Foro’, representado nada menos que en el Festival de Teatro Clásico de Mérida este verano, ha sido lo último que ha presentado Homero ante el público, después del éxito de ‘La boda de los pequeños burgueses’. ¿Qué será lo siguiente?
Quiero trabajar sobre el universo de Chéjov. No tengo todavía un texto completo, no sé si va a ser algo más abierto o más concreto, pero quiero trabajar sobre esa obra. Y en el entrenamiento que estamos haciendo voy soltando píldoras de ese imaginario. Entonces van apareciendo cosas que creo que son rescatables. Me parece guay que, de repente, lo propio genuino del grupo durante el entrenamiento sea lo que conforme la obra. Va a ser algo mucho más orgánico y personal que si yo lo impongo.
¿A dónde quiere llevar a Homero?
A que actúen, actúen, actúen y actúen. A mí me encantaría que estuvieran agobiados de los bolos que tengan. Porque creo que son gente que aman esto muchísimo y quiero estar a la altura de lo que ellos quieren, que es actuar. Quiero es que actúen, que yo pueda transmitirles lo que quiero y montar las cosas que tengan el nivel suficiente para que se muevan y actúen.
“El teatro hace ir para adentro de uno como una flecha”
¿Cuál cree que debe ser la función de un director teatral?
Puede parecer un poco irónico estando en el contexto de la ONCE, pero saber ver. Creo que lo que tengo que hacer es saber ver lo que cada actor y cada actriz necesita. Porque realmente lo que nos ocurre a los actores es que muchas veces hacemos cosas sin darnos cuenta de que van en contra de que actuemos. Ver qué necesita esa persona, que yo le diga o le deje de decidir, o qué necesita quitar -normalmente es quitar- para que fluya la actuación. Yo creo que esa es mi función.
El hecho de que usted sea más actor que director, quizá genera una complicidad mayor entre vosotros. Quizá se sienten más entendidos por el director.
No sé cómo se sentirán ellos, pero yo desde luego cuando he trabajado con directores y directoras que han actuado me he sentido infinitamente más comprendido que cuando he actuado dirigido por gente que nunca ha actuado. Creo que hay un idioma común. Sé lo que sienten, sé lo que es esa frustración, esa vergüenza, ese pudor. Ahí vamos todos juntos de la mano.
El cine ¿le tienta?
He participado en dos películas. Mi relación con la actuación está muy marcada por el teatro. La cámara es muy distinta, pero me gusta mucho. Hay algo también muy gozoso y me gustaría, por supuesto que sí.
¿Son malos tiempos para ser actor?
No lo sé, creo que, si eran actores los que se ponían delante del fuego en las cavernas a contar lo que habían hecho, los que cazaban los mamuts, yo creo que no. Somos como una hilera, formamos parte de una misma cadena. Hay mucha dificultad y es muy, muy difícil. Lo difícil no es actuar sino entrar en las lógicas que te requiere la profesión. Todo eso a mí se me hace un poco de bola, pero creo que actuar es lo mejor del mundo.
El contexto socio económico tampoco ayuda.
Me preocupa claro, y el estado de la Cultura. Hay un no valorar la Cultura. Creo que no entendemos el poder que tiene la Cultura y por eso no está todo lo secundada que están otras cuestiones.
La dependencia que tiene el teatro de lo público ¿cree que condiciona la libertad creativa?
Supongo que si tú dependes económicamente de unas lógicas de alguna forma te tienes que someter a eso. Y hoy en día hay casos de censura todavía. Eso sí que asusta, eso me tiene asustadísimo.
La pandemia ha llevado más público a los teatros.
La pandemia nos pegó un palo que nos dejó... Sí que, cuando volví a actuar después, me conmovió ver cómo la gente volvió. Hay como un público de teatro, hay gente que quiere ir. Supongo que ha mermado muchísimo, y hay un palo del que hay que recuperarse, pero sí que hay un público de teatro y eso me conmueve.
¿El teatro es hoy más necesario que nunca?
Si. No sé si antes o en el futuro será igual o peor, pero es necesario.
¿Por evadirnos de la realidad?
Tiene que haber de todo. Ocio puro y duro y disfrute, que, además, no tiene por qué estar reñido con la reflexión. Uno cree que con el teatro se evade de la realidad, pero lo que hace es ir para adentro de uno pero como una flecha. Claro que es necesario meterte en un edificio, sobre todo en los tiempos que estamos viviendo, sentarnos todos juntos en una sala oscura, a compartir un tiempo y un espacio, en presente, con una gente que está ahí haciendo eso ahora para ti, y va a durar lo que tú estás mirando. Eso no se puede perder.
Ese mismo viaje de adentro hacia afuera es el que quiere trazar con Homero.
Es un encuentro, sin duda. A mí me gustaría que ellos y ellas gozaran y disfrutaran de lo que es la actuación. Al final es la forma que yo he encontrado de relacionarme con el mundo; actuar. Es lo que a mí me hace pensar, entender, lo que me hace relacionarme con la gente, es lo que les estoy proponiendo. Que sea un espacio en el que puedan compartir, sentirse seguros, disfrutar, jugar, encontrarse de nuevo con lo que son y trabajar desde ahí. Yo se lo dije el primer día; no quiero que actuemos como si viésemos, no quiero que hagamos teatro como si no fuéramos actores ciegos. Lo somos en Homero. Es lo que somos y quiero que desde allí actuemos, disfrutemos y hagamos teatro. Obvio que pueden. Y lo saben.
| LUIS GRESA
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