EN PRIMERA PERSONA: Carmen de Miguel, directora pedagógica del CRE de Sevilla

Secciones: Entrevistas
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“Me he saltado muchas normas”

Que esta sociedad está hecha para videntes es una lección que aprendió pronto Carmen de Miguel (Jaén, 1969). Como niña albina tuvo que soportar demasiadas impertinencias en clase, pero esas barreras encontraron con el tiempo compensación, porque forjaron el carácter de una mujer fuerte, valiente y rebelde, el de una maestra exigente con sus alumnos, una apasionada por la Educación que busca siempre que los suyos crezcan con conciencia crítica en el respeto a la diferencia. Desde 2015 es la directora pedagógica del Centro de Recursos Educativos de la ONCE en Sevilla, desde donde se atiende a los 1.945 alumnos ciegos o con discapacidad visual grave de Andalucía, Extremadura, Ceuta y Melilla, una enorme responsabilidad, más aún en tiempos del coronavirus, que parece llevar con la mayor naturalidad y sin inmutarse. Siempre con una sonrisa.

Carmen de Miguel directora pedagógica del CRE

¿Fue usted una buena alumna de pequeña?

Fui una alumna muy traviesa. Siempre he sido una persona muy inquieta, me ha gustado explorar todo lo que tenía alrededor. Además, por mi discapacidad visual, al tener que acercarme a las cosas, a la realidad, yo estaba en clase y si estaba viendo algo que no veía, me levantaba tan libremente. Por inquietud y la necesidad de acercarme al mundo me he saltado muchas normas. Si.

¿Quiere decir que como alumna no fue un buen ejemplo?

Creo que sí he sido un buen ejemplo para muchos docentes sobre la importancia que tiene dejar al niño acercarse a la realidad, porque muchas veces no está al alcance de su mano, y para aprender tienes que estar cerca de la realidad. Es importante permitir al niño ese acercamiento.

Cabe de deducir que fue una niña rebelde.

Sí. Muy rebelde por eso, porque necesitaba conocer qué tenía delante y eso requería en muchos momentos saltarme normas como, ‘tienes que estar en tu sitio’, t’ienes que estar callada’, yo muchas veces tenía que preguntarle al compañero de al lado ¿qué pone en la pizarra? En ese sentido siempre he sido y me he sentido muy libre. Pero, por otra parte, han intentado que siga otras normas establecidas que a mí no me venían bien porque no estaban a mi medida.

Ser una niña albina conllevó superar algún prejuicio.

Si, muchos prejuicios, porque no era el estereotipo normal -y hablo de una palabra que no me gusta nada- porque no obedecía a los cánones establecidos. El hecho de ser albina ha requerido una serie de adaptaciones, de un diccionario especial, de una lupa especial, o una distancia social muy diferente a la que tenían el resto de iguales a mí. Entonces ha supuesto superar muchas cosas. Muchas veces superar esos motes constantes. Me tocó vivir en la época de Heidi en la tele y a mi llamaban la Blanquita, que era un personaje de la serie. Y sí, me costó mucho en ese momento. Ahora echo la vista atrás y he visto que eso me ha ayudado a superarme, a conocerme y a ubicarme mejor. Incluso de cara a alumnos que he tenido o mis propios hijos. Superar todo eso me ha hecho madurar mucho.

Le ha hecho más fuerte.

Me ha hecho más fuerte si, si, sí. Y creo que también es importante haber pasado por ahí. En aquel momento no lo entendí así, pero la madurez es la madurez.

Cuando dicen de usted que es una persona de mucho carácter, ¿lo considera un elogio o una crítica velada?

Ambas cosas. Creo que es necesario tener carácter, es imprescindible tener una forma de ser bien consistente y bien asentada, pero la importancia también radica en no ser rígido. Yo soy de esta manera, pero tengo que adaptarme al que tengo delante. Por una parte, es positivo pero otras veces no me acuerdo que tengo que dejar un poquito esa rigidez.

Una niña albina de la Andalucía de 2020 ¿tiene que soportar todavía muchos motes?

Si, una niña albina o un niño que tenga otra discapacidad sigue, seguimos, en muchos casos, teniendo que soportar ciertas actitudes. De hecho, lo vemos todos los días en muchos alumnos nuestros, por lo que decía antes, del concepto de lo normal. Y mira que, hoy en día, hay mucha gente que me ha llegado a preguntar qué número de tinte es el que uso, porque el platino se lleva. Pero en la infancia se sigue viendo diferente.

¿No hemos evolucionado tanto como creemos entonces?

Si, pienso que sí, hemos evolucionado muchísimo pero no lo terminamos de incorporar del todo. La diferencia no se ha terminado de incorporar del todo.

¿Cómo fue el salto de estudiante a maestra? ¿Cómo fue el paso de sentarse detrás de la mesa a ponerse delante de los alumnos?

De siempre he tenido muy claro que quería ser maestra. Tengo siete hermanos, la mayoría de la misma edad, y yo siempre era la maestra de casa cuando jugábamos. Me influyó eso y también el hecho de que en casa estudiábamos todos juntos y los mayores nos ayudaban a los pequeños. Eso creaba un clima muy agradable en casa y siempre me gustó y me ha parecido súper interesante eso de la transmisión. Después sí tenía claro que tenía que tener muy presente mi discapacidad a la hora de la elección de una profesión en el futuro y pensaba que la Educación podría llegar bien. Antes de empezar Magisterio, en Bachillerato, ya empecé a dar clases particulares sobre todo a familiares y ahí terminé de descubrir que era mi vocación.

Ha sido maestra itinerante, lo que le da una visión muy global del conjunto. Para los alumnos ciegos ¿son muy diferentes los problemas de adaptación en Primaria/Secundaria//Universidad según la edad?

La discapacidad está presente en cualquier etapa del niño. La visual se hace más patente a medida que va creciendo porque las dificultades van siendo mayores en el acceso a la información, en contenidos, en los espacios, van requiriendo cosas más fuertes y las necesidades son diferentes en cada etapa.

Entonces, ¿el proceso de adaptación es más exigente cuanto mayor es el alumno?

La exigencia está no solo en los contenidos sino en la propia aceptación del déficit. Cuando llegamos a la adolescencia ahí tienes un freno importante. Ya de por sí, la adolescencia es una explosión de sensaciones, de choques, y la discapacidad ahí hace que te rebeles bastante más, entonces cuando en Primaria usabas una lupa, ya en el Instituto te cuesta sacar la lupa en clase. Entonces los problemas se acentúan más. Ahí es importante el trabajo de ajuste, que hay que trabajarlo desde la escuela infantil.

La ESO es lo peor, deduzco.

Como maestra, a mí me ha parecido apasionante porque no solo trabajas lo curricular con el niño, sino otras cuestiones que te exigen apartar lo curricular y poner sobre la mesa al niño. Eso requiere tiempo, muchísima paciencia por parte de todos. Es una fase apasionante pero compleja porque tienes que enseñar al niño a ajustarse en ese proceso.

Y la Carmen de Miguel maestra ¿cómo era?

Como soy, porque sigo siendo maestra, aunque no esté ejerciendo. Siempre he sido una persona exigente porque creo que al trabajar con chicos con discapacidad visual, esa carga extra ha estado siempre ahí y siempre he inculcado en mis chavales que tenían que superarse. Siempre les he exigido mucho, pero he intentado ser comprensiva porque partir de una experiencia vital de la discapacidad te hace entender muchas negaciones de los chavales, muchas reacciones. Y sí, que creo que he llegado a contactar muy bien con ellos.

¿Y por qué sentía esa necesidad de ser más exigente con los alumnos con discapacidad?

Porque necesitamos ese esfuerzo extra porque la sociedad de alguna manera te lo exige. Esta sociedad está hecha para videntes, digamos lo que digamos, esta sociedad está hecha por y para videntes. Tú necesitas unas herramientas en todos los sentidos, de una competencia social potente, que supone una carga extra por tener la discapacidad visual.

¿En el global de su trayectoria, su etapa como maestra fue más gratificante que como directora pedagógica del CRE?

Mucho más gratificante porque la educación me apasiona y eso de estar junto al niño, al joven, al adolescente, me ha llenado muchísimo. He tenido de todo lógicamente, momentos buenos y malos, no todos los alumnos han evolucionado como me hubiera gustado. Pero sí, me llevo muchos momentos muy buenos de mi trabajo directo con mis alumnos, que no quita que mi trabajo como directora pedagógica también tiene cosas muy positivas, porque trabajas con personas de lo más variado, con las familias, es otro ámbito muy diferente de trabajo.

“No entiendo la Educación sin compromiso social”

Carmen de Miguel en su despacho del CRE de Sevilla

Ser directora pedagógica conlleva la coordinación de los once equipos educativos que atienden a los 1.945 alumnos ciegos o con discapacidad visual grave que hay en Andalucía, Extremadura, Ceuta y Melilla; informar sobre los expedientes de los alumnos; impulsar y supervisar las líneas de actuación de los distintos programas; organizar las jornadas temáticas; ejecutar las directrices que marca la Dirección General de la ONCE en materia de educación; unificar criterios de actuación. ¿Lo siente como una enorme responsabilidad?

Si. Primero porque quiero ser fiel a la ideología de esta Casa en relación a la educación en lo que es su línea inclusiva. Es inevitable que cada equipo tenga su propia idiosincrasia, entonces pues, tela... Aparte no trabajamos de forma aislada, vamos de la mano de administración. Y no es lo mismo la administración en Almería que en Sevilla o Ceuta.

¿Cuál es su prioridad como responsable pedagógica del CRE?

Inculcar en los profesionales de nuestros equipos la importancia que tiene nuestro trabajo específico como persona especializada en ceguera y discapacidad visual. Tenemos que priorizar como es el ajuste, la competencia social. Otros ya se encargan de las Matemáticas o la Geología, nosotros tenemos que abordar y priorizar cuestiones tan importantes como esas que son herramientas fundamentales para nuestros alumnos, como lo son el uso de nuevas tecnologías por parte de nuestros profesionales y nuestros alumnos.

¿Ayudamos a pensar a los niños críticamente?

Deberíamos de potenciar ese trabajo. Tener un espíritu crítico te hace tener tu propia personalidad, te hace ser más libre, estar más dispuesto a escuchar otras formas de pensar diferentes a las tuyas y de ser más respetuoso. Creo que es una cuestión muy importante que deberíamos trabajar más y que no se está abordando lo suficiente. Se está dirigiendo de alguna manera al alumnado hacia una forma de pensar o de actuar concreta y creo que dejarnos llevar y permitir al niño que forme su propia personalidad y su propio sentido del ser crítico.

¿Cómo se despierta esa conciencia crítica? ¿Cómo abrimos nuevos horizontes a los niños?

Enseñando a los niños distintas realidades creo yo. En Geografía e Historia, por ejemplo, a la hora de enseñar un país, la capital, la población las costumbres, conocer la realidad de ese país y de otros países y ser capaz de que el niño tenga esa conciencia de qué hay en cada sitio para llegar a relacionar conceptos y realidades diferentes.

Porque seguimos muy preocupados en memorizar.

Si, si, si, sí. Siempre he sido más partidaria de un examen de desarrollo a uno de preguntas de opciones, que ayuda a razonar, pero la parte personal que puede aportar el alumno no aparecería. Hay que plasmar lo que sabes, pero también aportar esa parte personal, es interesante.

Los niños de hoy ¿crecen más en el respeto a la diferencia?, ¿valoran la riqueza que ese valor supone? ¿Estamos progresando adecuadamente en ese sentido?

Creo que sí estamos progresando adecuadamente. En estos últimos años desde las distintas administraciones se llevan programas para ese trabajo, recreos inclusivos, educar para la diferencia, desde pequeñitos aprenden ese respeto a la diferencia como algo cotidiano.

¿Cómo valora la implicación de los padres en la educación de sus hijos?

Es uno de los pilares esenciales de la Educación. Vemos a muchísimos alumnos muy bien apoyados por sus padres. El diálogo con sus hijos es fundamental. Pero también vemos muchas carencias cuando nos encontramos a un niño que su familia no está ahí como debiera, se nota que el niño es mucho más retraído o mucho más inquieto y desperdigado. Y es una pena porque eso no ayuda al éxito de los programas.

¿Perciben un mayor compromiso cuando se trata de padres de niños ciegos?

Cuando viene una familia por primera vez al centro para que atendamos a su hijo el primer momento es de enorme preocupación, quizá por el desconocimiento de la discapacidad, de lo grande que les viene la discapacidad porque no se esperaba un hijo ciego o albino o con otra discapacidad visual. A medida que vamos interviniendo con el niño, pero sobre todo con la familia, si vamos viendo que se relajan a nivel emocional y te van pidiendo, se dejan asesorar, eso es importante. Y a medida que van creciendo, sí es verdad que nos vamos encontrando familias que se despegan un poco más o excesivamente protectoras, que eso es un inconveniente también.

Para usted, hablar de Educación es sinónimo de compromiso social.

No entiendo la Educación sin compromiso social. La Educación tiene un papel muy importante en el compromiso social. Una persona que haya pasado por un proceso educativo en condiciones, que haya sido bien atendido en todos los aspectos, está más preparada para ser más sensible a las necesidades de la sociedad y de las personas que la integran. Son dos cuestiones que no pueden ir nunca desligadas.

Si pudiera comer con la ministra de Educación, Isabel Celaá, y el consejero de Educación y Deporte de la Junta de Andalucía, Javier Imbroda, ¿qué les plantearía?

Que tengan más presente la Educación para la diversidad. En la situación que hemos pasado se han visto las grandes carencias que se ha tenido a nivel general en nuestra sociedad, pero en la Educación se ha visto que hay una gran diferencia de una determinada condición social que no pueden llegar porque no tienen los medios, por razones de situación social o discapacidad. Me gustaría que prestaran más atención en ese sentido.

El nuevo curso escolar ¿va a ser muy distinto a lo que conocemos hasta ahora?

Pienso que sí. Ahora estamos en un momento de mucha incertidumbre a nivel general, pero a nivel de Educación se han planteado distintos escenarios, desde la educación esencial a la mixta, alternando presencial y a distancia. La incertidumbre nos lleva a un escenario distinto. Gracias a esta situación se han tambaleado cuestiones como la necesidad de esta renovación digital que necesitamos los docentes y en general lo que es la Educación. Tenemos que ponernos al día en herramientas digitales. Nos hemos visto de manera obligada y forzada a ponernos al día, cada uno con los medios que teníamos en casa. Necesitamos ahora mismo una renovación importante. Esto tiene que cambiar, esto va a cambiarnos como docentes y a los alumnos como alumnos.

“Nos hemos tenido que reinventar”

Carmen de Miguel en la sala de juegos

¿Cuál es la lección que hemos aprendido como sociedad?

Hemos aprendido muchas cosas. La necesidad del contacto. Necesitamos tener contacto con nuestros amigos, nuestras familias, eso lo hemos echado mucho en falta. La libertad, el hecho de no poder salir y no poder hacer muchas cosas hemos valorado mucho salir a dar un paseo, todos hemos disfrutado de sacar al perro o ir a por el pan. La libertad es una cuestión que hemos empezado a valorar mucho. La necesidad de ser más tolerantes, de ayudar. Creo que también ha habido muchas reacciones muy buenas y súper interesantes. Lo hemos visto con famosos y con gente anónima. Eso ha aportado mucho valor a esta sociedad, el descubrir que realmente se puede ser solidario y eso ha salido de esa necesidad de que convivimos con otras personas.

Cree que salimos más reforzados como sociedad.

Pienso que sí, que nos ha ayudado a crecer en ese sentido. Pero tenemos que tenerlo presente. Si hemos sido capaces en una situación crítica podemos serlo en una situación cotidiana. Y creo que deberíamos continuar un poco en esta línea. Lo que pasa es que una vez que nos metamos en nuestra rutina se nos olvida muchas cosas por desgracia.

¿Qué ha sido lo más complejo de gestionar desde la perspectiva del CRE?

El hecho de tener que trabajar con los alumnos a distancia ha supuesto un reto importante. Tuvimos que salir corriendo con lo puesto un viernes 13 de marzo sin saber qué iba a pasar el lunes. Eso ha conllevado tener que trabajar con recursos propios y nos hemos tenido que reinventar y hemos sido capaces. Desde la perspectiva de mi trabajo hemos sido capaces porque hemos visto a maestros leyendo textos en braille que pasaban las familias en fotos; hemos visto a maestros cómo adaptaban contenidos que en un principio no se nos hubiera ocurrido; nos hemos reinventado muchísimo. El trabajo en equipo ha sido fundamental. Maestros de Sevilla se han puesto en contacto con maestros de Almería o de Asturias y trabajando lo mismo han unido sinergias. La verdad es que estoy muy orgullosa del trabajo que se ha llevado a cabo, de cómo han trabajado los profesionales y una vez más, lo digo con el corazón en la mano, considero que tenemos grandes profesionales en esta Casa.

¿Cómo valora la capacidad y respuesta de adaptación de maestros y alumnos a esta nueva situación?

La adaptación ha costado porque no estamos acostumbrados. Nuestro trabajo ha sido siempre piel con piel con el alumno. Al niño ciego tienes que llevarle las manos para enseñarle a leer una línea braille o para tocar un dibujo. Son cuestiones que requieren ese contacto físico. Y pasar de ese contacto físico al telemático es un cambio importante. Ahí las familias han sido fundamentales. No contábamos con ese apoyo de ellos y en el confinamiento los hemos tenido ahí. Y eso ha ayudado a que los chavales se hayan relajado. Al principio había mucha tensión, de cómo iban a corregir los padres un ejercicio en braille o cómo iban a adaptar lo que pedían los profesores en las clases, pero los padres han respondido muy bien y han sido unos grandes aliados en estos momentos.

El riesgo de brecha digital ¿es hoy mayor que hace tres meses?

Se ha puesto muy de manifiesto la brecha digital sí. Esto nos ha zarandeado y nos ha obligado a ponernos las pilas, a dotar a nuestros alumnos, a los centros  y a los profesionales de recursos digitales. Es que estamos en la era digital. Nos lo tenemos que creer ya.

“Me hacen llorar las injusticias”

Carmen de Miguel en el patio del CRE

¿Qué le hace llorar a Carmen de Miguel? ¿Por qué se emociona?

Me hacen llorar las injusticias, pero porque muchas veces me da la sensación de que no puedo hacer todo lo que debiera. Me duele muchísimo la injusticia social.

¿Se declara usted feminista?

No. Y no soy feminista porque creo que inclinar la balanza hacia el hombre o la mujer no aporta. Me inclino por la igualdad. El movimiento feminista al igual que el machista son unos extremos y me gusta más el término medio, la igualdad.

Entre cine y teatro, ¿mejor teatro que resulta más pedagógico?

Resulta más cercano. El problema que tengo es que como no esté en primera fila no llego. Y el monocular te limita porque no ves el contexto general. En esos momentos echo en falta el tener el cien por cien de visión. En el cine no me gusta la primera fila porque no veo bien y me encanta ir al cine porque me llega.

Disfruta más con un concierto en directo.

Siiiiii, me encanta. El vivir el ambiente me gusta muchísimo.

¿Algún cantante por el que sienta especial debilidad?

Me encanta Adele, me gusta mucho la voz que tiene, como interpreta, su dulzura, tiene una voz magnífica. Luz Casal, esa gravedad de voz, como transmite con la voz y con la letra y la forma de moverse. Y Alejandro Sanz.

¿Qué le aporta el senderismo?

Buaj! Es una de mis grandes pasiones. Suelo salir con mis hijos y mi marido al campo, y si ha llovido esa semana, mejor, el olor, los colores, la luz, la tranquilidad, me renueva. Puedo estar horas andando. Te cansarás físicamente, pero a nivel emocional de renueva.

¿Alguna recomendación de lectura para este verano tan especial?

Precisamente solo es en verano cuando leo por ocio. De lo que he leído en los últimos veranos recomiendo a dos escritores españoles, uno canario que se llama Alexis Ravelo, un autor de novela negra. ‘Tres funerales para Eladio Monroy’ y el que viene a continuación ‘Solo los muertos’. Yo soy mucho de trilogías, un libro me sabe a poco. Te metes en la lectura y disfrutas con las escenas. Después un escritor catalán, de Barcelona, Toni Hill, escritor de novelas policíacas también muy bueno. Y de él recomiendo ‘El verano de los juguetes muertos’, ‘Los buenos suicidas’ y ‘Los amantes de Hiroshima’. Lo último que leí es de Eva García Sanz, ‘El silencio de la ciudad blanca’, que fue al cine, pero recomiendo el libro. Me suele pasar, siempre me quedo con los libros. Es una gran escritora. Y después uno de los escritores más favoritos para mi es Ken Follett la trilogía de ‘La caía de los gigantes’, ‘El invierno del mundo’ y ‘El umbral de la eternidad’. Son las mismas familias en distintas generaciones en épocas diferentes.

LUIS GRESA

 

 

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