EN PRIMERA PERSONA: Leticia Rodríguez, profesora ONCE

Desde pequeña, Leticia Rodríguez (Granada, 1993) siempre lo tuvo claro: quería ser maestra de niños pequeños de inglés. Ni más, ni menos. Una vocación muy concreta que no se difuminó con el tiempo, de hecho, estudió Magisterio de Primaria con especialización en inglés. Pero la vida le añadiría un último matiz. Después de una vida académica temprana obstaculizada por sus problemas visuales, al conocer la ONCE, ya en la adolescencia tardía, se dio cuenta que había niños que necesitaban gente que les entendiera. En cuanto vio la oportunidad, no le importó rechazar su carrera en gestión para hacer lo que de verdad le apasionaba: recorrer los pueblos para atender a niños que la necesitaban.
¿De dónde le viene esta vocación?
Yo siempre he querido enseñar, pero con los años me di cuenta de que había que cambiar muchas cosas en la educación. Reforcé mi creencia. Incluso en los años en los que aún no estaba afiliada, vi cómo se me complicaban bastante las cosas en Primaria, las adaptaciones y eso por ejemplo. Cuando tuve la oportunidad de hacer una carrera, pues no pude hacer otra que no fuera Magisterio de Primaria con especialidad en Inglés (ríe)
Aunque la verdad es que hice Inglés para poder irme de Erasmus. Yo quería conocer mundo y salir, y terminé en Copenhague. A dia de hoy me parece uno de las mejores decisiones de mi vida. Como muchos jóvenes, terminé la carrera y no sabía qué hacer con mi vida. Así que me presenté el mismo verano en la ONCE delante de la técnica de empleo y le pregunté ¿y ahora qué?
Me afilié a finales de Bachillerato, aunque siempre vi igual. Mis padres de pequeña y yo un poco más mayor por no destacar, nunca dimos el paso hasta entonces. Yo pensaba que ahí solo había ciegos totales y por culpa de eso sin saberlo estaba perdiendo muchas oportunidades. Menos mal que luego me di cuenta que ese sí era mi sitio.
A raíz de terminar la carrera me metí en un curso de Animación, Ocio y Tiempo libre de la ONCE en Madrid. Yo no sabía qué quería hacer pero sabía que en ese momento no quería opositar. Luego hice las prácticas con María Jesús (directora de Almería) y como ya me encaminaba hacia el puesto de maestra, también solicité la venta. Estuve 3 meses y medio vendiendo en verano, y justo se quedó libre el puesto de animación de Granada. Contándolo así, la verdad es que parece que siempre he estado en el sitio adecuado en el momento adecuado (ríe).
Ahí empecé a trabajar dentro de la casa, pero siempre tenía un ojo en los puestos de maestros, como se movían y tal. Por motivos del destino, poco después, de una manera un tanto desagradable por una baja de mi compañera, me encontré siendo jefa de Unidad allí.
Allí estuve cuatro años, pero llegó un momento en el que dije: ahora o nunca. Salieron varias plazas y dije: o espabilo o me quedo atrás, y me apunté al máster de Atención Temprana, que ya lo estaban pidiendo como requisito indispensable. Así, terminé en Palencia, pero sólo fue una etapa de un año hasta poder venir de nuevo a Jaén, ya más cerquita.
¿Cómo se recuerda como alumna?
Pues mira, según me cuentan yo era muy vaga, no estudiaba y los libros los abría poco. Claro, nadie tenía en cuenta que yo ni veía la pizarra, me costaba mucho acceder a los libros, me cansaba... Ahora veo los libros de mis alumnos y me pregunto cómo podía verlo. Entiendo que cuando estás todos los días leyendo esa misma letra pues te acostumbras un poco, pero aun así es un cansancio para las personas con discapacidad visual que disuade a muchos niños de cosas tan básicas como la lectura. Recuerdo tener unos dolores de cabeza terribles y claro, evitaba a toda costa ponerme a estudiar. De la pizarra lo que iba escuchando bien, lo que no preguntaba y lo que tampoco, pues pasaba. Tampoco podía hacer mucho más. Cuando en 4º de ESO me empezaron a adaptar las cosas y resulta que empiezo a aprobar. Es más, en Bachillerato no suspendí ninguno. No digo que no pueda ser vaga, pero parece que en algo también influía (ríe). Las monjas de mi colegio no terminaron de verlo nunca claro (ríe)
¿Cree que es algo que a día de hoy sigue pasando?
Hombre, van cambiando, pero hay muchos profesores todavía muy de vieja escuela, que no son capaces de entender necesidades específicas. Si no te premiten levantarte o cambiarte de sitio, los niños con discapacidad visual lo tienen muy difícil. Y hay algunos que ni siquiera saben que la tienen.
A mí me decían mucho “es que te acercas mucho te vas a quedar ciega de acercarte tanto” bueno, pues a lo mejor es que ya estaba de antes (ríe). Si no me acerco no lo veo. Eso es una cosa que insistimos desde aquí en los coles, que es que dejen a los niños experimentar, que ellos siempre buscarán su distancia, y si no se acerca no va a poder ver.
En la carrera tuve también problemas. Como no se me nota al no llevar bastón, ni gafas ni perro... pues era más difícil aún. A los profesores se les olvidaba adaptarme los exámenes, lo pasaban por alto y lo hace todo mucho más complicado. De hecho, recuerdo un examen en el que me planté y no lo hice. Era de música, me acuerdo porque con los pentagramas no había manera de verlos bien. Decidí que no iba a dejar que ignoraran más y me fui de ahí sin hacerlo.
“Todavía quedan muchos profesores de la vieja escuela”
Leticia lleva material adaptado a los niños con necesidades especiales de toda la provincia de Jaén
Aun así, creo que la gente joven sí que tiene mucha más intención de cambio, de adaptarse y ayudar a todos. También se ha mejorado con los equipos de diagnóstico, la deteccion de necesidades está a la orden del día, y eso ayuda mucho para poder darle a cada niño lo que necesita.
¿Cuál es el papel de los padres a la hora de reconocer la discapacidad?
Pues es complicado, a día de hoy tenemos padres que les cuesta. Yo tuve la suerte de que mi padre siempre trabajó en el mundo de la discapacidad, fue el pan nuestro de cada día. Pero a día de hoy nos sigue pasando de padres que sostienen que no necesitan nuestra ayuda por no señalarlo. Sin embargo, no es que su hijo no sea igual que cualquiera, pero si necesita una lupa o cualquier tipo de ayuda, nosotros buscamos facilitarle el acceso a los recursos.
¿Y cómo os sentís ahi?
Pues te da pena. Porque hay niños que se levantan a ver la pizarra diez veces por clase. Y al margen de que al profesor le pueda sentar mal, creo que podemos hacer adaptaciones al material para que no tenga que levantarse, pero hay familias que simplemente están en contra. Y eso además perjudica también de cara al futuro, porque es ignorar una deficiencia visual que va a seguir estando ahí.
¿Cómo se combate la sobreprotección en los niños?
Es complicado. La única receta es mostrar lo que hacemos: nuestras actividades, los resultados en niños más mayores... Nosotros sobre todo alentamos a los padres a las jornadas en el CRE. Son jornadas que le ayudan muchísimo en la autonomía, y a nosotros a detectar bien las cosas, y que ellos disfrutan. Intentamos también que se integren con niños más mayores, ya totalmente autónomos y autosuficientes, para que los peques puedan tener referencias “similares”. Les enseñamos a las familias las posibilidades que tiene su hijo si se le educa.
¿Es importante para ellos tener referencias?
Por supuesto, la mayoría de gente no conoce a nadie ciego. Es normal que la mayoría de padres tiendan a la sobreprotección y a ver el niño como algo excesivamente vulnerable. Es lo que pasa cuando no saben los recursos que se tienen. Nuestra tarea es la de enseñar a las familias sus opciones para que se muestren más por la labor.
Tanto desde los colegios como nuestros compañero se ayuda para ver si necesita ayuda o está para afiliarse
¿Y cómo procedéis en ese caso?
El informe nos llega por el equipo de orientación del colegio o desde la propia ONCE. Siempre pedimos que nos lleguen con un informe oftalmológico, porque la valoración es muy libre si no. Hay mucha desinformación al respecto, y aunque simepre preferimos que nos llamen, a veces no es necesario.
Aun así siempre hay que estar ojo avizor: la gente no sabe cuántas veces nos ha pasado que la familia diga “es que este niño es despistado” y lo que tenía era deficiencia visual”. A veces incluso viene genético pero la gente tiene miedo de tachar a su niño como discapacitado.
“La gente tiene miedo de tachar a su niño de discapacitado”
Leticia y su equipo de Jaén improvisan adaptaciones para facilitar el acceso a los alumnos con discapacidad visual
Con los mayores es mucho más fácil, ellos toman las riendas y nos comunican lo que necesitan, pero son autónomos. Es también una señal de que lo hicimos bien.
En mi caso, me desplazo por Torredelcampo y Martos, no es muy lejos, incluso para mí que me desplazo en autobús. Pero el caso de Jaén es muy especial, tenemos una gran dispersión y los compañeros hacen muchos kilómetros para atender a los niños.
¿Qué aspectos tienen sobresaliente en la educacion actual y cua´les no progresan adecuadamente?
Uf me resulta más fácil empezar por lo malo. Últimamente tendemos a sobreproteger más de lo que debemos. Más de lo normal desde luego. Desde la familia se tiende a la sobreprotección de los niños y esto desemboca en problemas serios como la poca tolerancia a la frustración en clase. Tratar con la familias es un problema más. Antes el profesor era una autoridad, hoy esta figura ha sido totalmente socavada y está en continuo cuestionamiento. Tengo amigas en baja por depresión por lo frustrante que es encontrar esa pared de los padres al intentar tratar con los niños. Se infravalora todo lo que hacemos.
“Antes el profesor era una autoridad, ahora ya no”
La tifloteca de la sede en Jaén recibe cada curso a multitud de grupos
Otro tema son las ratios. Si la media está en 25 niños con 6 con necesidades especiales, no se puede llegar. Todo el mundo se espera que llegues a unos estándares que no se pueden, nunca es suficiente y eso frustra muchísimo.
Sin embargo, la nota positiva son la gente. Ahora los profesores están mucho más volcados en el alumno, han adoptado metodologías mucho más dinámicas y eso hace que los niños están mejor atendidas.
¿Cuál es el principal problema de integración de los niños discapacitados a nivel social?
Pues una de las áreas donde encontramos mayor dificultad es el recreo. No porque sean crueles, sino porque por ejemplo un niño ciego no ve donde están sus amigos y muchas veces no puede preguntarle a nadie y eso lo aísla. En la educación física igual, por simple logística se les complican muchos deportes.
¿Se ha avanzado en esta integración?
Muchísimo, sobre todo en lo referente a no sacar al alumno de lo que en definitiva es un aula ordinaria. La tendencia anterior del alumno ciego a su colegio de ciegos provocaba aislamiento, y ahora se ha puesto fin a eso y cada vez los niños, con las adaptaciones necesarias, están más presentes en la clase. La inclusión de ahora es una inclusión real. Harían falta más recursos, por supuesto, pero ahora el alumno está de verdad en la clase. Siempre hay margen de mejora, pero creo que aquí sí que se está avanzando.
¿Cómo se consideran los niños?
Depende de la edad. Cuando son pequeños normalmente son muy flexibles, lo naturalizan todo. Además, si lo piensas bien, ser especial es tener más atención, y a los niños pequeños siempre les gusta que les hagan más caso. Cuando van creciendo es cuando surgen los problemas. No quieren ser señalados o ser diferentes. Pero no es una especificidad de la discapacidad visual, es ley de vida, quieren encajar.
¿Hay diferencia en lo que tardas al intervenir?
Yo creo que sí. Familiarizarse es esencial. Participar sobre todo en nuestras actividades y tener un grupo de amigos que también tiene esa discapacidad, mayor o menor, siempre es bueno para ellos, porque se sienten comprendidos en muchas situaciones.
Entonces el papel del CRE es fundamental.
Claro, al final no es malo tener una pequeña burbuja. Entre que las actividades son chulísimas y los niños están encantados, avanzan muchísimo en estas jornadas. A mí me ha pasado de alumnos que se vuelven una persona completamente distinta porque sienten mucha más libertad y validez si se quiere en estos espacios.
Se avanza muchísimo. Pero es complicado, en estas jornadas dependemos primero de que el alumno quiera y segundo que la familia quiera y pueda llevarlos.
¿Cuál es la etapa que más marca a los estudiantes?
Depende del niño. Hay niños muy infantiles que están en 6º de Primaria que no sienten la necesidad de encajar y otros que lo necesitan como el respirar. La ESO está claro que iguala bastante por el rango de edades que comprende. El desarrollo hormonal, empezar a hacer sus amigos de manera autónoma...
Aquí con los alumnos de la ONCE se crean grupos de amigos, los grandes por ejemplo ellos solos ya quedan y tienen su vida. Aunque también es muy importante que ellos tengan sus amigos fuera del mundo de la discapacidad.
Ya llega el verano, ¿algunas recomendaciones a los alumnos para el verano en casa?
Que disfruten del verano, que jueguen y que se despejen. Al final siempre vuelven con muchas ganas los niños en general. Tenemos una imagen un tanto equivocada, a los niños, sobre todo pequeños, les gusta mucho el colegio, ahí es donde están sus amigos. Que disfruten de ser niños.
| CRISTÓBAL ANGULO