Ciencia, aventura y diversión: vuelven los campamentos de la ONCE

Hornachuelos, en Córdoba, y Santa Bárbara, en Huelva, acogen este año los dos campamentos de verano de la ONCE
Los campamentos de verano de la ONCE se convierten cada verano en un punto de encuentro para
decenas de jóvenes curiosos, con ganas de aprender, experimentar y vivir una aventura inolvidable. Hornachuelos, en Córdoba y El campamento ofrece una combinación perfecta entre aprendizaje y diversión. Hornachuelos, en Córdoba, y Santa Bárbara, en Huelva, fueron las dos sedes de este año para los alumnos de la ONCE.
Ciencia, autonomía y crecimiento personal
Más allá del contenido científico o deportivo, el campamento tiene un propósito más profundo: formar personas autónomas, creativas y colaborativas. Por eso, toda la experiencia está diseñada para que los participantes desarrollen no solo conocimientos, sino también valores y competencias personales. Todo ello, por supuesto, de la mano del equipo de monitores de la ONCE, quienes en colaboración con los de los campamentos, se encargaron de acompañar, orientar y motivar a los participante, siempre garantizando un entorno accesible, inclusivo y estimulante para los chicos.
Durante su estancia, los jóvenes aprendieron desde la convivencia a organizar su tiempo, a tomar decisiones y a enfrentarse a nuevos retos. Cada actividad fue pensada para que ganen confianza en sí mismos, descubran nuevas pasiones y se lleven consigo herramientas que les serán útiles en su vida cotidiana y escolar.
A lo largo de una semana, los participantes se sumergieron en una propuesta educativa diferente, que incluyó talleres de Astronomía, Arqueología, Geología, Biología, Botánica, Física y Química. Lejos de los libros y las aulas tradicionales, en este espacio la ciencia se aprende con las manos, a través de la observación directa, los experimentos y la exploración del entorno. La ciencia se convertió así en una herramienta para descubrir el mundo, plantearse preguntas y buscar respuestas de forma activa.
Aprender haciendo
Los talleres fueron el núcleo formativo del campamento, donde cada uno se diseñó para ofrecer una experiencia inmersiva en su respectiva área científica. A través de dinámicas participativas, materiales adaptados y retos experimentales, los participantes asumieron el rol de pequeños científicos.
- Astronomía: Los chicos y chicas se asomaron al cosmos para entender los movimientos celestes y aprender sobre los planetas del sistema solar son solo algunas de las actividades que se desarrollan. Equipados con telescopios y mapas estelares, los jóvenes exploran el cosmos desde una nueva perspectiva.
- Arqueología: Los asistentes viajan al pasado mediante simulaciones de excavaciones, análisis de artefactos y técnicas de datación. Aprenden sobre civilizaciones antiguas y el valor del patrimonio histórico y cultural.
- Geología: A través de la exploración de rocas, fósiles y formaciones geológicas del entorno, se introduce a los jóvenes en el estudio de la Tierra, sus procesos internos y la evolución del paisaje.
- Biología y Botánica: Las rutas por la naturaleza sirven como laboratorio vivo donde se identifican especies, se analiza la biodiversidad y se entienden las relaciones ecológicas. Se fomenta además la conciencia ambiental.
- Física y Química: Con seguridad y supervisión, los participantes realizan experimentos que ilustran principios fundamentales de ambas disciplinas. Reacciones químicas, leyes del movimiento, densidades o magnetismo se descubren con emoción y sorpresa.
Desde un enfoque vivencial, experimental y orientado a despertar vocaciones tempranas, los talleres sirvieron para estimular la curiosidad y la autonomía del aprendizaje.
La Ciencia fue la protagonista de esta edición
Ciencia ON: crear y comunicar
Uno de los momentos más esperados del campamento es el concurso “Ciencia ON”, una iniciativa que convierte a los participantes en protagonistas activos de su propio proceso de aprendizaje. Durante el campamento, los chicos y chicas eligen una temática que les interese, investigan, diseñan y elaboran un proyecto científico.
Los temas pueden ser tan variados como la vida en Marte, el impacto del cambio climático, la fabricación de un volcán en erupción o la extracción de ADN de frutas. Lo importante es que cada grupo o participante desarrolle una idea propia, la trabaje con rigor y creatividad, y finalmente la exponga al resto del campamento.
El día de la presentación, los nervios se mezclan con la emoción. Cada proyecto es evaluado por un jurado formado por monitores y coordinadores del campamento, quienes valoran la originalidad, el método científico, la claridad de la exposición y el trabajo en equipo.
Más allá de los premios, “Ciencia ON” fomenta habilidades esenciales como la comunicación, el pensamiento crítico, la organización y la resolución de problemas. Es también una oportunidad para que los jóvenes ganen confianza, se expresen en público y compartan con orgullo lo que han aprendido
Aventura, deporte y naturaleza
El aprendizaje no termina en los laboratorios al aire libre. Uno de los grandes valores del campamento es su carácter multidisciplinar, en el que la ciencia convive con el deporte, la aventura y la vida en comunidad.
Las aventuras no se quedaron solo en tierra
Cada día se reservó tiempo entre el aprendizaje más clásico para disfrutar de actividades complementarias, que desarrollaron la resistencia física, la coordinación y la cooperación. Algunas de las más populares fueron:
- Tirolina, rappel y escalada: para desafiar la altura y vencer el vértigo.
- Tiro con arco: toda una prueba de concentración, precisión y autocontrol.
- Equitación y kayak: Actividades que fomentan la conexión con los animales y el medio acuático.
La piscina, por supuesto, se convirtió en un lugar clave para combatir el calor, relajarse y compartir momentos divertidos, además de un espacio para reforzar los lazos de amistad en un ambiente más distendido.
Los chicos desafiaron al vértigo en las actividades de multiaventura
Además, se celebra el tradicional Campeonato de Ajedrez, todo en un clásico esperado por veteranos y nuevos campistas por igual. Los chicos se enfrentaron en un torneo que puso en evidencia su deportividad pero también las ganas de mejorar.
Veladas nocturnas: diversión bajo las estrellas
Cada jornada concluía con las veladas nocturnas, el broche de oro al día. Estas actividades lúdicas y creativas refuerzan el sentido de comunidad y garantizan momentos memorables.
Desde el concurso de talentos “Got Talent”, donde los participantes muestran sus habilidades artísticas, hasta el juego “Furor”, lleno de música y humor, las noches del campamento se vivieron con entusiasmo y compañerismo. También se organizaron veladas de orientación, que combinan el trabajo en equipo con el ingenio, y una gran fiesta de despedida que cierra la experiencia con alegría y emoción. No es de extrañar que después de tanta actividad, los chicos y chicas cayeran rendidos al llegar a la cabaña.
Una experiencia que deja huella
Año tras año, los campamentos de la ONCE, lejos de ser un curso de verano, sirven de punto de unión donde surgen nuevas amistades a la vez que se afianzan vínculos que van de año en año y se prolongan toda la vida. Además, la temática de este año los convirtío en una verdadera aventura del saber, donde cada participante descubrió que el conocimiento es algo vivo, apasionante y por supuesto, al alcance de todos.
La combinación de ciencia, naturaleza, deporte, juego y convivencia hace que cada edición sea única, y que quienes participan regresen a casa no solo con nuevos aprendizajes, sino también con recuerdos inolvidables.
| CRISTÓBAL ANGULO