FIRMA INVITADA: María Ángeles Sepúlveda, directora general de Violencia de Género

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Educación en igualdad frente a la violencia de género

Hablar de violencia de género es hablar de la más extendida y tolerada vulneración de los derechos humanos en el mundo. La violencia de género es la que se ejerce sobre la mujer por el simple hecho de ser mujer, siendo la expresión más extrema de la desigualdad estructural entre mujeres y hombres. Un desequilibrio histórico y social producto del sistema patriarcal y androcentrista que ha hecho de la diferencia de género un fenómeno que existe en todas las culturas y en todas las sociedades, aunque en cada una de ellas tenga diferentes manifestaciones, y que ha llevado a la dominación y a la discriminación de la mujer por el hombre, privando así a la mujer de su plena emancipación, y manteniéndola en una posición de subordinación con respecto a los hombres, tal y como reconoce el Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica, también conocido como Convenio de Estambul.

El concepto de violencia contra las mujeres es más amplio que el conocido maltrato en el ámbito de la pareja o expareja. Existen diferentes formas de violencia (física, sexual, psicológica, instrumental y económica) que se manifiestan de muy diversas maneras según los diferentes países o momentos históricos: violaciones, acoso, mutilación,  matrimonios forzados, explotación sexual, ciberacoso, micromachismos y también el feminicidio que sigue sesgando la vida de mujeres y niñas.

Es difícil conocer las cifras exactas de la violencia de género. Su invisibilidad, desconocimiento y falta de detección por parte de profesionales llevó en 1980 a la Asamblea de las  Naciones unidas a proclamar que la violencia contra las mujeres era el crimen encubierto más numeroso del mundo. Aún hoy, a pesar de los estudios y macroencuestas realizados que nos arrojan datos como que 1 de cada 4 mujeres han sido objeto de abuso sexual,  que el 35 por ciento de las mujeres de todo el mundo han sufrido violencia física y/o sexual por parte de su compañero sentimental en algún momento de su vida o que  hasta el 70 por ciento de las mujeres han experimentado violencia física y/o sexual durante su vida, podemos seguir afirmando que sólo conocemos la punta del iceberg de los casos que realmente ocurren y que estamos ante un problema de  salud pública que afecta a más de un tercio de todas las mujeres a nivel mundial, según la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), que afirma que la violencia de género adquiere  proporciones epidémicas.

En este contexto, las mujeres con discapacidad se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad ante la violencia de género, ya que produce una doble discriminación por ser mujer y tener una discapacidad. El desconocimiento del problema y la invisibilidad es mayor en las mujeres con discapacidad, que se enfrentan a más barreras sociales y a mayores prejuicios que tienden a normalizar y a justificar la violencia que se ejerce sobre ellas, destacando la falta de credibilidad a la que se enfrentan ante el abuso sexual.  La intersección de todos estos factores produce un efecto multiplicador que potencia la discriminación y la violencia simbólica hacia las mujeres con discapacidad.

Los poderes públicos deben seguir avanzando en el desarrollo de políticas encaminadas a erradicar la  violencia de género en todas sus formas. En Andalucía, la recientemente aprobada Ley 7/2018, de 30 de julio, por la que se modifica la Ley 13/2007, de 26 de noviembre, de Medidas de Prevención y Protección Integral contra la violencia de género da importantes pasos adelante en la formación a profesionales, la protección integral de la víctima, la coordinación interinstitucional y la ampliación de las manifestaciones de la violencia de género y del concepto de víctima que incluye a los/as menores hijos/as, a las personas con discapacidad o en situación de dependencia sujetas a la tutela, guardia o custodia de la mujer víctima de la violencia de género que convivan en el entorno violento, así como a las madres cuyos hijos e hijas hayan sido asesinados como forma de violencia vicaria.

El fortalecimiento de la sensibilización ciudadana junto con medidas en la protección integral a la víctima, formación y coordinación entre profesionales son fundamentales para  la prevención de la violencia de género y la atención a las víctimas. Pero la verdadera erradicación de la lacra de la violencia de género está en la educación. Una educación en igualdad, en la que se contemple y respete la diversidad pero sea intolerante con cualquier tipo de discriminación.

María Ángeles Sepúlveda

Directora general de Violencia de Género de la Junta de Andalucía

 

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